Terror procedural, estética noir y una detective con un caso para resolver. Dollhouse tiene una atráctiva premisa pero una pésima resolución.
Soedesco venía trabajando en Dollhouse desde hace más de 4 años, con un lanzamiento que se fue postergando de 2016 hasta finales de mayo de 2019, cuando finalmente lo pudimos tener en nuestras manos y dedicarle una buena cantidad de horas para descubrir todo lo que ofrece este título terror que tiene un modo multiplayer como arista novedosa
Lamentablemente, está muy lejos de lo que al principio esperábamos de esta propuesta. Dollhouse es un juego de terror en primera persona que genera cada uno de sus niveles de forma procedural con un sencillo esquema de gato y el ratón, en donde tendremos que encontrar la cantidad de llaves (rollos de película en esta ocasión) necesarias para escapar. En el medio, un montón de trampas, terror surrealista y una estética noir de film de los años ’50 que a piori se veía muy interesante, pero que en el resultado final es un abultado compilado de errores, tanto de ejecución como de desarrollo que ampliaremos en este análisis.
Investigando en nuestra propia memoria
Dollhouse nos pone en la piel de Marie, una investigadora que fue contratada para averiguar una misteriosa desaparición pero que dicho caso la llevará a sumergirse en este mundo surrealista, en el cual deberá indagar en sus propias memorias para descifrar qué está sucediendo y por qué está encerrada en estos laberínticos escenarios.
En cada nivel que atravesamos, que cuentan con un principio y final marcado, deberemos buscar memorias para recompaginar la historia a modo de rompecabezas. Este es un punto muy importante porque podemos pasar cada zona sin agarrar todos los coleccionables principales y secundarios, por lo que también hay una cierta rejugabilidad para descubrir todos los misterios.
Es en su narrativa y la composición de la historia, con tonos de terror literarios bien marcados. Como su nombre lo indica, el terror no solo se verá impreso por la ambientación y los laberínticos escenarios, sino por los perturbadores maniquíes que serán los enemigos que nos acecharán en cada rincón, liderados por un asesino que tiene una estética similar pero más arrolladora, que nos perseguirá por todos los escenarios, pudiéndolo frenar únicamente utilizando el flash de nuestra linterna para escapar de su visión.
Otra cuestión interesante es cómo te recapitula cada uno de nuestros logros al terminar cada etapa, como si fuese una película que tenemos que armar, con un principio, nudo y desenlace.
La propuesta de Soedesco cae en muchos problemas técnicos, pero su deficit es su constante repetición. Cada nivel solo cambia la ambientación y los peligros del entorno, como las trampas o la cantidad de rollos de películas que necesitamos para proseguir. Después, el modus operandi termina siendo completamente el mismo, por lo que se torna demasiado tedioso. Dollhouse no logra cambiar sus mecánicas en ningún momento, dejando la frescura a lo procedural de sus escenarios y a las habilidades que vayamos adquiriendo a medida que cumplimos objetivos y agarramos coleccionables.
Respecto a las habilidades Marie, se irán adquiriendo a medida que subimos de nivel y conseguimos puntos de estrella necesarios para utilizarlos. Muchos se consiguen atravesando los níveles, otros son secretos, mientras que otros tantos se consiguen con rejugabilidad. Por otra parte, la técnica más relevante es la posibilidad de posicionarnos en la visión de nuestro perseguidor para mostrarnos dónde están todos los objetos necesarios para escapar; aunque esto tiene una consecuencia directa, ya que revelará nuestra posición automáticamente.
Una ambientación perjudicada por la oscuridad
La estética de Dollhouse es lúgubremente bonita. Toda esa presunción de película en blanco y negro, con ese aroma a policial negro que respira su trama y escenarios están bastante bien conseguida y logra transmitir ese miedo surreal gracias a su incómodo sonido y algunos pseudo jump scares que aparecen cuando los maniquíes nos acechan.
Hay una gran parte de esta “belleza” que se pierde por un flojo trabajo en la iluminación. Ya de por sí el blanco y negro te invita a una visibilidad limitada, intencional para no saber qué sucede a unos metros más allá de nosotros. Pero por momentos, el nivel de oscuridad que maneja nos deja completamente a ciegas pero a un nivel absurdo, en el que no podemos hacer absolutamente nada más que esperar a que se nos recargue la limitada linterna o el juego vuelva a darnos un poco de luz natural.
¿Y el online?
Al comienzo del análisis les comentábamos que Dollhouse contaba con un modo online. Su premisa nos invita a jugar con más de una decena de personajes, en el que tenemos que competir contra otros personas para ver quién encuentra más rápido la manera de escapar, simil a lo que propone la mecánica de su campaña en solitario.
Por desgracia, no podemos cotejar si esta arista le suma o resta al juego porque no pudimos entablar una partida, ya que tienen que haber 8 jugadores activos para darle curso.
Conclusión
Dollhouse tiene una interesante premisa y una fallida ejecución. Los complicados aspectos técnicos, que vienen acompañados de una buena cantidad de bugs y una jugabilidad monótona, hacen que sea una experiencia difícil de recomendar. Sin embargo, el género de terror tiene un paladar muy variado y es posible que algunos encuentren atractivo su asfixiante ambientación y esa sensación de persecución constante que presume el juego.