Elden Ring cumple con su promesa: la evolución del género souls-like a una escala impensada, con una propuesta de escala e inmersión colosales
Después de pasar las 100 horas de juego con Elden Ring, la mezcla de sensaciones se unifica en un denominador común: acabo de atravesar una de las experiencias más gratificantes de los últimos años en materia de videojuegos y que al mismo tiempo deja la vara altísima no solo a lo que souls-like se refiere, sino también a la concepción de los títulos de mundo abierto.
Así de inmenso y así de inmersivo es la nueva propuesta de FromSoftware, que de buenas a primeras deja en claro que el contenido que había ofrecido en su beta cerrada era tan solo la punta del iceberg. Un iceberg completamente colosal y que se expande en todas las dimensiones.
Elden Ring no solo emerge como una evolución natural de los souls-like, sino que se posiciona como uno de los mundos abiertos más ambiciosos y profundos que pude jugar en los últimos años. No es un open-world tradicional con misiones secundarias cada 40 pasos o grandes ciudades para interactuar con decenas de npc’s: es un mundo abierto con las reglas de Hidetaka Miyazaki, con todo lo que eso conlleva.
El abc de las últimas IP’s de la desarrolladora nipona no faltan a la cita. ¿Zonas laberínticas pero interconectadas? Adentro. ¿Mazmorras con bosses tan exigentes como espectaculares? Habemus. ¿Diversidad de clases para desarrollar nuestro héroe a gusto? 10 clases con toda la versatilidad que deseemos. ¿Libertad de exploración, verticalidad de escenarios y poca orientación de objetivos? Confirmado, pero con el condimento especial que tiene este mundo abierto que parece nunca terminar de encontrar su límite.
Rise, Tarnished
Elden Ring es un juego de capas. En su premisa y primeras horas de la aventura nos detalla un poco de nuestro propósito en esta historia llena de magia y oscuridad. Encarnamos a un Tarnished (Tiznado), un exiliado de The Lands Between (el nombre que tiene el mundo de este juego) que regresa a estas tierras en búsqueda de los fragmentos del Anillo de Elden, una fuente de poder que mantenía la prosperidad de la región. The Lands Between son gobernadas por la Reina Márika, y sus descendientes fueron en búsqueda de estos fragmentos del anillo, trayendo consigo un devastador conflicto bélico que sumergió a este mundo en la oscuridad y la desidia.
Como todo juego de FromSoftware, la historia y el lore de Elden Ring se cae a cuenta gotas pero sin embargo con el correr de las horas y los encuentros con diferentes npc es más fácil ir armando las piezas de este universo, con la implicancia que tiene la reconstrucción del Anillo de Elden y qué actores buscarán ponernos un freno.
¿Qué nos depara en las Tierras Intermedias (la traducción al español de The Lands Between)? Bueno, esa es la segunda capa del juego y la que nos apabulla ni bien nos abrimos paso por su primera mazmorra y salimos al mundo exterior. La inmensidad del juego se respira y se vislumbra levantando la mirada hacia el horizonte mirando a 360°. El escenario de esta aventura es un protagonista más dentro de Elden Ring y nuestra interacción con el entorno irá escalando con la progresión que llevemos adelante.
Si bien los títulos de FromSoftware tienen el sello de dejarnos a la buena de Dios, al tratarse de un mundo tan amplio y lleno de peligros, el juego nos concede una pequeña guía al comienzo para tener un primer norte al que apuntar. A través de un diálogo con el primer NPC que interactuamos y los Sitios de Gracia (que vienen a reemplazar a las emblemáticas hogueras) que dejan una sutil estela de luz – remarcada también en nuestro mapa – nos indican el lugar, a grandes rasgos, para encontrar el primer fragmento del anillo.
Lo curioso, en mi experiencia de juego, es que tarde unas 10 horas en llegar a este punto, un castillo imponente plagado de caminos y lleno de enemigos. ¿Por qué? Porque inmediatamente nace una necesidad de explorar y descubrir todos los misterios y peligros que oculta el juego.
Elden Ring consigue algo que muy pocos exponentes de mundo abierto logran: incitarnos por voluntad propia a recorrer cada metro cuadrado del mapa. En cada rincón podemos encontrar la entrada a una cueva misteriosa; un tesoro oculto o sencillamente la aparición de un boss opcional que guarda un preciado loot. Y esa experiencia se va replicando a medida que vamos abriéndonos paso por los escenarios.
El curso de nuestro destino y los lugares claves para ir a explorar son un misterio una vez encontrado el primer fragmento del anillo, pero más allá de las diferentes pistas que ofrecen los NPC, el viraje de la exploración se asienta por la dificultad de los enemigos que encontramos en tierras desconocidas. ¿Llegamos a una nueva región y la estamos pasando mal (o peor que de costumbre? Quizás no es el momento de adentrarnos por acá, o quizás es recomendable dar una vuelta por las mazmorras opciones para levelear y upgradear nuestro equipamiento.
Este pulso lo llevamos nosotros. Más allá de las barreras que impone el juego – a través de llaves o zonas inaccesibles temporalmente – hay una libertad absoluta para ir por cualquiera de los puntos cardinales en búsqueda de este preciado objetivo, sin saber lo que nos deparará en el camino.
Y es hermoso ver cómo los enemigos, la naturaleza y las ruinas que acechan estas tierras conviven de forma orgánica, que solo se ven interrumpidas por nuestro paso. Si utilizamos el sigilo de forma correcta, podemos apreciar estas pequeñas micro actividades en los enemigos: desde zombies esclavos picando piedras, gigantes encadenados llevando un carruaje escoltado por soldados o animales silvestres siguiendo a un espectro que pulula en un bosque.
Elden Ring también propone revisitar entornos ya vistos o áreas exploradas. Por un lado, los ciclos de día alteran algunos eventos dentro del hábitat del juego: cambios en el comportamientos de los enemigos, nuevas criaturas que dicen presente o eventos que solo transcurren en determinados momentos (mañana, tarde o noche). También es imperativo revisitar castillos o emplazamientos grandes una vez que derrotamos al boss de turno, ya que podremos encontrar nuevos npc, o encontrar caminos opcionales con desafíos intensos.
Son esos pequeños grandes detalles que conllevan a querer agarrar nuestro corcel y perdernos en las Tierras Intermedias, y por qué no en el proceso farmear y lootear objetos, otro de los elementos de gran injerencia en Elden Ring.
El crafteo de objetos es una de las herramientas bisagra de la aventura. Durante el progreso de la aventura iremos sumando nuevas creaciones al inventario, que demandan una diversidad amplia de items. Muchos de ellos forman parte de la flora y fauna de las regiones, así que también es importante dedicarte tiempo no solo a recolectar almas para subir de nivel, sino también objetos para crear items que, algunos de ellos como las curaciones de estados alterados, son vitales para varios momentos de la aventura.
Los viajes rápidos son el as bajo la manga para ir de acá para allá en cuestión de segundos y, salvo cuando estamos dentro de una mazmorra, esa función está habilitada en todo momento.
El combate en Elden Ring tiene las bases implementadas en Dark Souls 3 y Bloodborne, y los pequeños matices que se aprecian del lado de Sekiro: poder saltar y tener un poco más de agilidad de movimiento con el personaje. Más allá de eso, las mecánicas y tácticas de movimiento mantienen el abc de DS pero con una magnificación en sus posibilidades. Ahora, además de las habilidades mágicas, arcanas o de destilería que podemos aprender, se incorporan las “cenizas de guerra”, items que otorgan diferentes afinidades a las armas y también les añade técnicas únicas y bastante poderosas.
Esta amplificación también se traslada al armamento y las equipaciones. Por lógica, al tratarse de un juego de escala abrumadora, el arsenal a disponer también es bastante amplio y hay para todos los gustos: espadas, mandobles, lanzas, hachas, martillos, mazas, armas a distancia, escudos y varios más.
Las características del combate suben en escala también gracias a que ahora tenemos a nuestro corcel Torrent que cambia la ecuación en las peleas abiertas. No podemos bloquearnos de los ataques, pero el nivel de agilidad y destreza que adquirimos – con un doble salto incorporado – nos da el suficiente timing para ser muy estratégicos y estar en constante movimiento.
Si Elden Ring es una evolución natural del género, las batallas y combates tenían que dar ese salto, que lo cumple y con creces. La diversidad de bestias, criaturas, dragones, gigantes, no muertos, demonios, etc, que enfrentamos son desafiantes y como siempre nos obligan a tener la guardia alta en todo momento. El juego nos regala momentos épicos de tanto en tanto, como enfrentar a colosales golems en un desfiladero, o abatir un dragón montado en nuestro caballo.
Dentro de la convivencia de estilos de juego, es muy interesante ver cómo se fusiona la imposición de un enorme entorno de mundo abierto con los castillos, mazmorras, cuevas y lugares que visitamos. Elden Ring hace un clic inmediato e invisible para llevarnos por laberínticos lugares con todo el sellos caraterístico de los souls-like. La implementación del salto dentro de los comandos del personaje le agrega una cuota extra de verticalidad para llegar a nuevas zonas.
Todo esto se logra por el soberbio diseño de niveles que predomina en todo el juego. Las Tierras Intermedias es una pieza de arquitectura que tiene vida propia, con una versatilidad de escenarios y coyunturas que le imprime una frescura inmediata. Que una aventura de mundo abierto no caiga en la monotonía ya es un montón, pero incluso hasta las mazmorras pequeñas opcionales cuentan con un trabajo de implementación que solo se ve repeticiones en los enemigos que aparecen por región.
Hablemos de un tema que siempre dice presente cuando este tipo de juegos salen al mercado. ¿Es un juego difícil? La respuesta rápida es sí, como todo souls-like. Sin embargo, Miyazaki no estaba errado cuando declaró: “creo que esta vez lo terminarán más jugadores”. Y esta afirmación pasa principalmente por las diferentes mecánicas que incorpora Elden Ring y le añaden mayor accesibilidad.
La primera de ellas es la función del contraataque después de defendernos, pero sin la necesidad de hacer parry o un block preciso de relojería. Un comando que funciona en todo momento – siempre que no nos quedemos sin energía – y que, además de propiciar un buena cantidad de daño, puede llegar a romper la postura de los enemigos y dejarlos a merced de un ataque mortífero.
La accesibilidad también queda en evidencia en la versatilidad de las diferentes clases, algunas con stats levemente más boosteados para el estilo que mejor se adapte a nosotros (full tanque, ágil, versatilidad de estilos o decantado a la magia).
El tercer complemento es la posibilidad de invocar criaturas. Un elemento que parece tener poca trascendencia durante las primeras etapas pero que se convierten en grandes aliados si utilizamos la invocación correcta. En última instancia, el componente online cuenta con un mayor abanico de opciones para summonear aliados en momentos bisagra – más de una vez recibí la ayuda indicada con un boss -, pero esto no es una invitación a que nos invadan como en otros juegos anteriores de FromSoftware, ya que ahora podremos segmentar el interés que tengamos en la vertiente competitiva o cooperativa del multijugador.
El sigilo es una de las “novedades” que incorpora de la base de Sekiro y en líneas generales funciona como un complemento adicional a las estrategias de combate. Esto queda más en evidencia durante los entornos abiertos, en donde podemos escondernos en pastizales para pasar desapercibidos o atacar por sorpresa. Cuando nos adentramos en dungeons o emplazamientos cerrados, las posibilidades de pasar desapercibido quedan más limitadas al ingenio de escondernos detrás de las paredes o esperar el momento a que estén de espaldas para sorprenderlos por su retaguardia.
La beta cerrada me había dejado algunas dudas respecto a su apartado gráfico, pero realmente en la versión final se ve una evolución clara de algunas cosas que faltaban pulir. En donde las mazmorras o emplazamientos no logran mostrar todo su esplendor, el mundo abierto Elden Ring muestra todo su potencial artístico. Complementado por el acertado diseño de niveles que mencioné más arriba, la aventura se vuelve más épica cuando exploramos y admiramos la belleza de sus escenarios y cómo las ruinas de este mundo se entremezclan con el paso de la naturaleza y la expansión del mal junto con todas sus criaturas.
El diseño de algunos npc que interactuamos – principalmente los humanos – no tienen ese nivel de calidad que le destaco a su ambientación, pero sí lo podemos ver en el diseño del bestiario del juego. Criaturas que varían en tamaño, formas y extremidades, con un trabajo cuidado en muchos de sus detalles, para volverlos más imponentes o asquerosos, dependiendo las circunstancias.
Incluso las pantallas de carga cuando morimos o empezamos una partida tienen un apartado artístico soberbio, que hasta diría que reconforta morir solo por el hecho de ver esas pinceladas mientras carga la pantalla.
Conclusión
Lisa y llanamente, Elden Ring superó todas las expectativas que hasta el momento tenía concebidas. Esincreíble el nivel de ambición que ostenta esta aventura y que no deja ningún cabo suelto dentro de sus mecánicas.
Todo lo que vemos sucede por algo, y todas nuestras acciones tienen injerencias directas o indirectas tanto en el mundo como en los personajes que habitan estas tierras y realmente me está regalando experiencias y momentos sumamente gratificantes.
Cada momento que no estoy jugando Elden Ring estoy contando las horas para volver a sumergirme en este mundo, abrazar sus peligros y enfrentarme a cualquier criatura, sin importar su tamaño o monstruosidad.
Es una aventura que no solo eleva la vara de los souls-like, sino que patea el tablero de los juegos de mundo abierto y cómo la fusión de ambos estilos decantó en una experiencia alucinante.