Fade to Silence nos propone sobrevivir a un invierno post-apocalíptico, con un montón de mecánicas y una pobre solvencia para ejecutarlas.
Siempre solemos destacar las propuestas que intentar dar un giro de tuerca a temas ya explotados hasta el cansancio, buscando un golpe de efecto o un impacto gracias a su originalidad. Fade to Silence es la más reciente propuesta de Black Forest Games (Rogue Stormers) y THQ Nordic, una aventura en la que nos embarcamos para sobrevivir a un mundo post-apocalíptico donde una extraña fuerza se ha apoderado del planeta y el mismo se encuentra sumergido en un eterno invierno.
La premisa es esperanzadora, pero los problemas empiezan a surgir cuando la ambición por incursionar en varios géneros al mismo tiempo termina desbalaceando todo lo que se propone. La búsqueda de recursos y la gestión de nuestro asentamiento son las bases clave de Fade to Silence, pero la incursión en un combate flojísimo y una exploración que no termina nunca de atraer tiran toda la construcción planteada en las primeras horas.
Sobreviviendo al invierno eterno
Tras un breve tutorial, Fade to Silence nos manda sin titubeos a su desamparado mundo, azotado por un invierno eterno tan crudo como letal, sumado a una fuerza sobrenatural que plaga la Tierra de peligrosas criaturas. El juego divide su planteamiento en dos aristas: por un lado, la gestión de recursos para abastecer nuestro campamento y fortalecerlo. La otra cara de la moneda nos propone una aventura de exploración y acción, donde sin tener un objetivo claro en todo momento tendremos que erradicar al mal que tiene al mundo corrompido.
Hay un desconcierto parcial de lo que está sucediendo hasta que no vamos tocando los últimos compases de la aventura, punto que demanda bastante horas para llegar hasta dicha instancia por lo que representa el buscar recursos y fortalecer nuestro campamento, pero además la situación se complica por un tedioso sistema de combate que intenta asimilar los conceptos soulslike aunque de una manera brutalmente tosca y repetitiva.
Enfrentar a los enemigos nunca será algo placentero, primero porque los movimientos y ataques son rudimentarios; además el armamento que poseemos para eliminar a las criaturas solo varía en un hacha, una daga y un pico (además de un arco que funciona más como elemento de caza), que salvo algunas modificaciones que podamos hacerles los cambios son mínimos. Hay enemigos que son esbirros sencillos pero también hay criaturas casi imposibles de vencer, no solo por lo poco que pegamos a veces sino por las falencias técnicas que hacen que cada movimiento puede ser un paso en falso.
Los primeros compases son claros porque sino no podremos sobrevivir mucho tiempo: tendremos que recolectar madera para avivar el fuego del campamento y encontrar comida para alimentarnos, mientras que vamos explayando nuestra huella en el mapa y conocemos a distintos sobrevivientes que podemos reclutar al campamento. La madera y la comida son los 2 más abundantes y de los cuáles no tendrían que preocuparnos una vez que ya entendemos las mecánicas del juego. Podremos encontrar fácilmente ambos pero para aumentar la cantidad de ellos necesitaremos craftear elementos para facilitar la tarea: un arco para cazar y un hacha para talar árboles sanos.
Durante el arranque del juego, el procedimiento será el mismo: buscar recursos, explorar un poco el mapa y volver lo más rápido posible con todo lo que hayamos conseguido. Los peligros no solo se limitan a los enemigos que encontrarmos, si no nos alimentamos moriremos de inanición y si no nos resguardamos del frío en alguna fogata (que podemos emplear en la intemperie o en refugios que descubrimos) nuestra vida se irá reduciendo poco a poco hasta fallecer.
La muerte tiene un resultado bastante engorroso en lo que intenta buscar Fade to Silence, ya que tras revivir se consume una de las llamas de resurrección, un item bastante escaso y que solo podemos reabastecer la cantidad inicial con la que comenzamos en los grandes fuertes enemigos, que además nos otorga un enorme cantidad de provisiones y un punto de viaje rápido para no volver con todos los recursos hasta la base. ¿Qué pasa cuándo ya no podemos revivir? Un rotundo game over, donde perdemos todo lo obtenido hasta el momento, incluso lo que hayamos descubierto en el mapa. Para compensar, el juego permite utilizar algunos puntos de habilidades dependiendo nuestro desempeño en la anterior partida y empezar con determinados recursos y equipaciones desde el arranque. Todos los items que podamos conseguir al comenzar una vez más no son suficiente para sacarnos la engorrosa sensación de tener que hacer todo absolutamente de vuelta.
Además de emplear los viajes rápidos cuando liberamos los puntos de interés más relevantes, contamos con la posibilidad de liberar lobos y armarnos un trineo, un vehículo que funciona al igual que sus otras aristas: tosco y perderemos el control la mayoría de las veces en la que una simple roca se nos ponga en el camino. Sin embargo, es un elemento clave ya que nuestra velocidad de exploración es mucho mayor y el trineo cuenta con un alijo para aumentar nuestra capacidad de llevar cosas.
Una gestión de campamento poco aprovechada
Si la historia del juego no termina de convencer y el lore que distribuye es incluso más confuso que Dark Souls 2, su otra vertiente atractiva que es el desarrollo y construcción de nuestro campamento está completamente desaprovechada. Para empezar, no podremos construir ningún tipo de edificación si no encontramos sobrevivientes que nos ayuden. Dar órdenes para construir mientras nosotros seguimos nuestra cruzada por los desolados territorios parecería algo accesible a priori, pero sus comandos no solo son frustrantes y los tiempos de construcción son lentos, sino que en muchas ocasiones los npc terminan haciendo otra tarea porque prefieren salir a cazar o buscar madera.
El campamento tampoco está exento de peligros, ya que tras un determinado tiempo sufriremos sistemáticos ataques de enemigos, que consisten en varias oleadas de esbirros que intentarán destruir lo que hayamos construido y si pueden asesinar alguno de los supervivientes.
Fade to Silence cuenta con una vertiente online, ya que podemos invitar a un amigo que tome control de alguno de los sobrevivientes para que salga a explorar con nosotros y hacer un poco más sencilla la incursión a los fuertes o a zonas con numerosos enemigos. Si tienen la posibilidad háganlo, porque como se imaginarán la IA de estos personajes no es la más brillante y muchas veces nos estarán atacando y no nos ayudarán en lo más mínimo.
Una ambientación llamativa pero deslucida
Atravesar los diferentes páramos crudos y nevados que propone Fade to Silence resulta atractivo. Esa necesidad de buscar para comer y recursos para sobrevivir indagando en regiones desconocidas y peligrosas está bien planteada porque la ambientación cumple con lo que se propone pero técnicamente no llega a validar toda la dirección artística. Hay una falta de texturas y de pulidos de ciertos escenarios (ni hablar de las animaciones faciales de los personajes) en algunos puntos alarmantes. Aunque también hay que destacar que a medida que nuestro campamento se va fortificando y creciendo, los cambios se dejan ver y modifican la fisionomía de nuestras tierras áridas que tenemos como refugio.
Conclusión
Si no te gustan los títulos de supervivencia o que implican gestión de recursos, es difícil recomendar Fade to Silence, más teniendo otros exponentes que saben denotar mejor sus contenidos. La propuesta cae en uno de los pecados habituales: la ambición de sumar diversidad de mecánicas con una problemática constante para mantenerlas atractivas.
Con unas cuantas correcciones en sus bugs y una mayor recompensa al empezar de nuevo (o no ser tan severos con las penalizaciones), puede mejorar un poco, pero las fallas son abruptas y solo nos quedamos con el intento de una propuesta