Square Enix nos lleva de regreso a Midgar con Final Fantasy VII Remake, la reinvención de unos de los rpg más sobresalientes de la historia.
Basta solo con ver los videos de reacción durante el anuncio de Final Fantasy VII Remake en la E3 2015 (creo que, a causa de tantas filtraciones, ya no volveremos a ver algo igual) para entender la magnitud que tiene la obra lanzada en 1997 para la primera generación de PlayStation.
En ese entonces Square Enix, que se llamaba SquareSoft, lanzó uno de los rpg más determinantes de la franquicia, la que mantuvo la esencia de Final Fantasy pero que cambió el tablero por completo en la forma de jugarlo, dejando una huella imborrable en millones de jugadores que hoy en día, con más de 20 años encima, recuerdan con nostalgia y cariño una aventura que marcó a fuego toda una generación de gamers.
¿Por qué es tan emblemático Final Fantasy VII? Podría estar horas hablando al respecto y redactando un texto demasiado extenso y eso no es lo que nos reúne acá. Las aristas de este juego son varias, pero lo que más quiero destacar, al margen de su jugabilidad y la cantidad de batallas épicas que reúne toda la aventura, es su historia y la relación con los personajes. SquareSoft logró contar a través de una narrativa muy llevadero y fácil de seguir, un relato profundo y hermoso, con una conexión entre sus protagonistas y el trasfondo que se sucede en universo que mezcla magia con tecnologías y las ambiciones, miserias y anhelos de la humanidad.
A casi 5 años de su anuncio, tuve la posibilidad de jugar largo y tendido a Final Fantasy VII Remake y lo primero decir sobre este título es que no va a dejar indiferente a nadie. Es una aventura que recoge el primer tercio de la aventura original y la profundiza de forma abismal, y una vez que lleguemos a su final entenderemos en cierta parte por qué Square tomó esta arriesgada decisión.
¿Valió la pena la espera? Se los cuento a continuación.
Volviendo a Midgar
Creo que absolutamente todos tuvimos nuestras dudas cuando Square Enix explicó que Final Fantasy VII Remake iba a dividir su lanzamiento en partes, con la promesa de que eso funcionaría para reinventar el juego de una forma nunca vista. Y basta solo con jugar los primeros capítulos para darles la derecha en esta arriesgada propuesta.
Hay una profundización tan grande de los eventos que vivimos que permite que Midgar cobre vida en cada uno de sus escenarios. Desde la humildad del Sector 7 hasta la excentricidad del Mercado Muro, uno de los puntos más altos de esta remake y que los fans se van a deleitar con ganas al ver cómo fue reinventada. Todo esta cuidado al más mínimo detalle, agregando una buena cantidad de zonas nuevas dentro de estas locaciones sin descuidar los guiños y elementos de la obra original. Por suerte, toda ese trasfondo y connotaciones políticas, sociales y humanas que lograron marcar en su época siguen presentes y en muchos casos mejorando estas aristas.
La ecuación es bastante simple: lo que comprende a 1 hora del juego de 1997, equivale entre 5 y 6 de Final Fantasy VII Remake, esto significa una cuota mayor de diálogos y cinemáticas, sidequest más extensas y un mapeado más extenso.
En muchos momentos, el viaje de Cloud Strife deparará varias sorpresas para hasta incluso los más fans de la saga, pero que todas funcionan para ofrecer más contexto a los personajes y a su historia. Los vínculos se verán mejor desarrollados pero sin perder la esencia. Y esto de la esencia es algo que quiero recalcar en varios trazos de este análisis, porque puede ser una palabra que no signifiqué nada pero en esta remake lo significa todo. No hay un cambio en las personalidades de los protagonistas, sino que se aprovechan todas las horas extras de contenido para que tengan una conexión más interesante entre ellos, y de paso reforzar esa empatía que nos generan cada uno de ellos.
Cuando Tifa se presente notaremos a la misma de la versión original, lo mismo con Barret, Aerith e incluso los personajes secundarios y antagonistas, hay varios cambios que son básicamente una ampliación de diálogos y escenas, pero todas logran profundizar para bien estar relaciones y sus deseos individuales.
No todo tampoco es perfecto, varias zonas estás artificialmente estiradas sin un propósito e incluso nos veremos recorriendo largos pasillos sin ningún tipo de interacción más que algún sutil diálogo entre los protagonistas de turno. De hecho hay 2 capítulos que se notan que están ahí para extender la vida útil del juego, que en una primera pasada puede llevarnos aproximadamente entre 35 y 40 horas, si queremos completar las misiones secundarias.
Seguir hablando sobre la historia y su argumento sería ya entrar en terreno de spoilers, porque realmente es una aventura para disfrutarla desde el minuto 0, reencontrarse con estos personajes después de tanto tiempo y volverlos a conocer, redescubriendo un montón de cosas en un relato que no te da un segundo de respiro, marcando en sendas paralelas tanto la nostalgia como la sorpresa
Square Enix ha decidido cerrar esta primera parte de la remake con un final que será comentado de forma excesiva por su fandom y no tengo dudas que dividirá las aguas. Claramente tendremos que ver cómo se desarrolla el resto de la remake y en cuantas partes se dividirá lo que resta del argumento de Final Fantasy VII, que es bastante.
Un combate tan estratégico como visceral
Lo que más dudas me había dejado la demo (que se puede descargar de forma gratuita en PSN) es la faceta de su combate. Un rpg con sistema por turnos era algo bastante insostenible pero evidentemente Square Enix tampoco quería volver a utilizar la fórmula de Final Fantasy XV, que no terminó de convencer a todo el mundo.
El combate del juego nos propone enfrentar a nuestros rivales en tiempo real en un híbrido entre action rpg y el rol clásico, ya que si bien tenemos la posibilidad de atacar a nuestros enemigos de forma veloz e incesante, esto funciona para llenar las barras de BTC de nuestros personajes y así utilizar las habilidades especiales, magias y objetos, ralentizando el tiempo para ejecutar la que deseemos.
Dicha ya esta explicación superficial del combate, el temor que tenía infundado es que las victorias se consigan en su mayoría por fuerza bruta y no por estrategia, apretando sin parar el botón de ataque sin importar el rival de turno. Nunca estuve tan feliz de estar equivocado, porque el juego entra en una curva de desafío in crescendo en el que todo se vuelve tan espectacular como estratégico.
Tenemos la posibilidad de ir alternando entre los personajes disponibles durante la pelea o con combinaciones de botones ir dando las indicaciones necesarias. Nos llevará un tiempo acostumbrarnos a este sistema pero una vez que le agarramos la mano todo cambia por completo.
Y será una obligación aprender a combatir y moverse bien en el campo de batalla porque no podremos ganar los enfrentamientos por fuerza bruta, ya que para evitar esto los enemigos tendrán una cierta resistencia y a medida que los vayamos golpeando iremos llenando una barra hasta aturdirlos, dejándolos indefensos por un tiempo y aumentando el nivel de daño que causamos. Obviamente, y para no perder la esencia de Final Fantasy, los enemigos tendrán debilidades y fortalezas específicas, por lo que será indispensable conocer a nuestros rivales y utilizar las técnicas y magias necesarias para cada ocasión.
Los combates nos obligan a estar constantemente en movimiento y también tendremos la posibilidad de defendernos de los ataques así como también eludirlos utilizando un esquive. Los personajes que no manejamos durante el combate tienen una IA prudente, que no son kamikazes ni tienden a ser conservadores
Siempre habrá una clara visión de lo que está sucediendo y por suerte, cambiando rápidamente entre los personajes podremos ver desde otras perspectivas el enfoque de la batalla. Lo que les recomiendo es que desde la configuración del juego alejen la cámara lo más posible, ya que es una gran ayuda ampliar el rango de visión para tener un panorama más abarcado.
Otro de los puntos fuertes del combate es la diferencia de estilos entre los personajes jugables de esta primera parte de la remake. Barret y Aerith proponen un estilo más conservador mientras que Cloud y Tifa van al choque constante, dejando de estar manera abierta la posibilidad de realizar hermosas combinaciones de técnicas y habilidades, dejando la creatividad de cada uno y la estrategia al servicio de la batalla.
Por supuesto, las batallas contra los jefes son completamente espectaculares, un despliegue de escenas y técnicas que exigirán bastante de nosotros, más aún en los bosses opciones y los que afloran en los últimos capítulos de esta remake.
El Sistema de Materias está casi sin alteraciones así que los veteranos de la saga se sentirán cómodos desde el primer momento. Lo que sí cambió fue el sistema de armas, reduciendo la cantidad que tendremos para los personajes pero estas han profundizado sus habilidades, florenciendo un árbol de técnicas y habilidades que se liberan con puntos de AP que se consiguen, obviamente, peleando. Lo interesante es que todas las armas tienen sus pro y contras bien marcados por lo que podremos ir alternando entre ellas dependiendo las circunstancias y también lo que nos sienta más cómodo al momento de combatir.
Los Summons (invocaciones) tampoco se quedan afuera de esta remake, pero la posibilidad de usarlos es limitada y solo se harán presentes durantes las luchas contra jefes y enfrentamientos finales. Se irá llenando una barra que al completarse podremos invocarlos y formarán parte de la batalla por un tiempo; no tendremos el control de movimientos sobre ellos pero podremos usar barras de BTC para que realicen algunas de sus técnicas más poderosas. Square acertó hasta en esta arista del combate, ya que su presencia son de ayuda en momentos cruciales pero no rompen el juego ni inclinan súbitamente la balanza a nuestro favor.
Por fuera del combate, Final Fantasy VII Remake sigue manteniendo su estructura lineal para desarrollar cada uno de los escenarios que exploramos. Largas mazmorras donde encontraremos a los enemigos en tiempo real, así como también algunas pequeñas interacciones con palancas y botones para habilitar nuevas zonas dentro de cada misión.
Entre tramo lineal y tramo lineal exploraremos las diferentes regiones que hay en Midgar, en el que dan a lugar las diferentes sidequest que buscan ampliar la duración del juego y la recreación de los mismo minijeugos de la entrega original. Las misiones secundarias no son tantas y por suerte no se tornar repetitivas, mostrando un nivel de detalle por parte de Square Enix incluso en este aspecto.
Además de toda su historia principal, Final Fantasy VII cuenta con una capa de rejugabilidad, ya que al completarlo se desbloquea un Modo Difícil y podremos repetir cualquiera de los 18 capítulos de forma separada, para completar lo que nos haya quedada atrás y de paso enfrentar a los bosses opcionales de turno.
Una obra de arte en movimiento
a cinemática de apertura de Final Fantasy VII Remake es una antesala de lo que se disfruta en las horas posteriores. Un espectaculo visual reforzado por una banda sonora del mismísimo carajo. Hay un cuidado en las animaciones de los personajes, en los detalles de sus armas (todavía sigo maravillado por las materias en la espada de Cloud, o la recreación del parque de la casa de Aerith) que hacen que todo el tiempo te sorprenda del potencial de este juego, que roza la próxima generación de consolas.
Algo que se mucho más marcado en la versión de PS4 Pro, que saca a relucir completamente todo su potencial. Ojo, no todo es color de rosa ni todo el diseño de los escenarios tiene el mismo nivel de calidad. Hay varias zonas dentro de los sectores de Midgar que le faltan cierto pulido o poco nivel de trabajo. Quizás en algunas actualizaciones vengan estas correcciones pero realmente no es algo que opaque el resultado final.
Volviendo al soundtrack del juego, es increíble como el sello de Final Fantasy se mantiene vigente título tras título, sin decaer nunca en calidad, y si bien siempre tendremos preferencias personales, todas mantienen un nivel de calidad alucinante. En Final Fantasy VII Remake no es la excepción, mezclando viejas melodías, clásicos sonidos con nuevas piezas que le inyectan adrenalina, tensión y dramatismo en los momentos adecuados.
Conclusión
Hacía mucho tiempo que un juego no me dejaba con ganas de más, con esa sensación de querer seguir en este mundo y saber más de sus personajes. Final Fantasy VII Remake es algo con lo que soñaba miles de jugadores y finalmente esto se cumplió. Un juego que respeta mucho sus bases pero no se acobarda al momento de cambiar, dejando en su sistema combate la prueba más clara al respecto; un sistema de batalle que coquetea todo el tiempo entre el choque y el movimiento de ajedrez, esa esencia de Final Fantasy y, también de los combates por turnos, de saber efectuar bien cada movida.
Es un juego para recomendar absolutamente con los ojos cerrados, tanto para los fanáticos como para los que nunca en su vida tocaron un Final Fantasy; es una remake que no deja afuera a nadie e invita a todos a sumergirnos en este maravilloso universo.
Si el año pasado elogiamos la forma en la que Capcom reinventó las bases para hacer la remake de un juego con lo logrado en Resident Evil 2, Square Enix demuestra con esta aventura la forma de reinventar un juego tan trascendental como Final Fantasy VII, aunque con algunos cambios bastante arriesgados.