Las máquinas han invadido Suecia y nosotros deberemos sobrevivir en un territorio excesivamente desolado, acompañados siempre que sea posible.
Avalanche Studios, creadores de Just Cause y RAGE 2, se lanzan con un proyecto independiente llamado Generation Zero. Se trata de un juego que apunta con demasiado énfasis al multijugador, limitando la experiencia en solitario, para que nos encontremos con una experiencia de supervivencia regular en un mapa abierto repleto de enemigos.
El juego plantea una realidad alternativa que tiene lugar en Suecia, tras la Segunda Guerra Mundial. El país europeo ha salido airoso del conflicto bélico y esto le ha permitido equiparse con la última tecnología, al mismo tiempo que ha preparado a toda la sociedad para una posible invasión. A nosotros nos toca encarnar a un/a joven que ha regresado de un viaje y se encuentra con que todos los que conocía han muerto o desaparecido como consecuencia de la aparición de unos robots asesinos.
Un enorme territorio con muy poco para contar
El comienzo de Generation Zero puede ilusionar. Después de personalizar con mínimas opciones nuestro personaje, aparecemos en un enorme mapa para descubrir que el peligro está a la vuelta de la esquina. Luego de inspeccionar un algunas locaciones y armarnos con apenas un par de armas, debemos salir al exterior para descubrir qué pasó mientras nos abrimos paso entre unos robots altamente agresivos. Sin embargo, conforme avanzan las horas nos damos cuenta que la premisa es el factor más fuerte de la historia. Lo que ocurre a continuación se va contando en forma de notas y diarios que vamos encontrando, aunque realmente son pocos los textos que realmente llaman la atención. Más a la corta que a la larga, terminamos ignorando la mitad de los que encontramos porque sabemos que solo nos hacen perder el tiempo y que no sirven para construir una narrativa realmente fuerte.
Entonces, nos disponemos a recorrer su amplio mapa para descubrir que tampoco encontramos demasiados elementos allí que nos permitan sumergirnos en lo que se nos está contando. La falta de NPC’s es el primer factor que se hace notar, ya que terminamos sintiendo que somos los únicos que están vivos y que no hay demasiado por lo que luchar. Esto se vuelve todavía más pesado cuando el flojo diseño de misiones nos obliga a ir de un punto a otro, momento en que descubrimos que el territorio está exageradamente desolado. Está bien, es una especie de realidad postacapolíptica, pero eso no justifica la monotonía de sus paisajes y la poca cantidad de locaciones. Hay una casa, un auto o una iglesia en metros y metros de árboles, lagos y caminos vacíos.
Lo único que podemos rescatar de su ambientación es la temática ochentosa que han elegido. No solo porque todo lo que refiera a esa época siempre lo recibimos bien, sino también porque está muy bien llevada a cabo. El diseño de casas, los autos e incluso la banda sonora ayudan a crear una atmósfera retro que se siente muy bien, además del propio protagonista al que podemos equipar con todos los estilos más clásicos de esos años.
Hojalatas asesinas
Bastan un par de horas en Generation Zero para comprender que el juego no nos hará las cosas nada fáciles. Para ello Avalanche Studios ha distribuido por todo el territorio una serie de criaturas hostiles que no dudarán demasiado a la hora de intentar quitarnos la vida. Encontramos seis especies diferentes de estas máquinas, que presentan diferentes características y que, obviamente, presentan distintos niveles de dificultad a la hora de enfrentarlos. Pero el mayor desafío se presenta cuando se reúnen varias de ellas a la vez, por lo que elegir la estrategia para enfrentarlos se convierte en la diferencia entre vivir o morir. Pelear de frente no siempre es la mejor opción, por lo que optar por el sigilo quizás sea el camino más efectivo.
En este sentido, el juego nos brinda herramientas como para ir “a lo loco” disparando para todos lados o bien para avanzar entre las sombras y evitando el conflicto. Sin embargo, en ambos casos la efectividad se siente más regular que acertada. El sistema de disparos, incluyendo el apuntado, la recarga y el cambio de armas, resulta bastante tosco y poco predictivo. Al mismo tiempo las mecánicas de sigilo suelen fallar más de lo que ayudan, provocando que los robots nos vean o escuchen con demasiada facilidad. Olvídense de llegar de un punto a otro con rapidez o tranquilidad, porque el camino por lo general nos obliga a enfrentarnos siempre y en más de una ocasión. Todo esto para llegar a un nuevo punto, en el que seguro nos encontraremos con una nueva misión que será tan repetitiva como todas las anteriores.
Todo esto, por supuesto, se alivia mucho si decidimos superarlo en compañía. Para eso Generation Zero nos propone jugar con amigos o hacer uso del matchmaking y está claro que desde Avalanche Studios apuntan en esta dirección. Si están pensando en comprar el juego para jugarlo en solitario les recomendamos que no lo hagan, ya que hacerlo resulta en una experiencia aburrida y exageradamente complicada. No hay ningún equilibrio que permita disfrutar solo de esta aventura postcapocalíptica, ya que nos cansaremos de morir yendo de un punto a otro mientras recurrimos a los aislados puntos de respawn que están distribuidos por el mapa. En compañía, claro, la experiencia se vuelve mucho más dinámica y hasta la falta de narrativa se puede hacer más llevadera.
Progresión, personalización y supervivencia
Y como buen survival, Generation Zero también cuenta con un apartado bastante discreto de elementos RPG. No, no es un título en el que se nos obliga a comer o tomar para que no mermen nuestras condiciones, pero sí que deberemos encargarnos de subir el árbol de habilidades si queremos morir la menor cantidad de veces posible. Este árbol es aceptable dado el enfoque de la aventura y cuenta con cuatro grandes ramas: Tecnología, Supervivencia, Apoyo y Combate. Estas nos permitirán diferenciar bien nuestro desempeño acorde al estilo que decidamos adoptar a la hora de abrirnos paso entre las máquinas y, sobre todo, en base a la función que queramos cumplir dentro del grupo.
Al mismo tiempo, el juego nos pone en las manos un amplio abanico de personalización para casi todos los elementos. Primero nos encontramos con cambios estéticos, que apuntan a un lugar mucho más lúdico, con el que podemos darle diferentes aspectos a nuestro personaje siempre manteniendo el estilo de los 80. Pero también podremos personalizar las armas -escopetas, pistolas, fusiles y hasta ametralladoras- para mejorar sus prestaciones y así facilitar los enfrentamientos contra los enemigos. Todo esto, claro, dependerá de los recursos que vayamos recogiendo en el camino y por eso es esencial inspeccionar cada rincón, a donde sea que vayamos.
Brillantes metales retorcidos – Apartado técnico
Avalanche Studios se ha lanzado de forma independiente en este proyecto pero aún así se nota que hay un gran presupuesto detrás. El apartado técnico es prueba de ello y uno de sus mayores exponentes es el motor gráfico Apex, con el que han creado un juego que se ve realmente bien. Uno de sus principales aciertos son las luces y sombras que se ven excepcionales, potenciándose además con un sistema de clima dinámico que por momentos nos pone bajo la luz del sol y por otro nos sumerge en fuertes tormentas con una lluvia incesante.
A nivel sonoro el juego está muy bien, con una recreación de sonidos ambientes lograda al detalle. Sin embargo, Generation Zero flaquea un poco en el diseño, no solamente de su mapa que resulta increíblemente monótono, sino también en las máquinas que intentan ser uno de sus principales atractivos. Son apenas un puñado (seis contamos) y sus modelados son bastante genéricos y carentes de personalidad.
Generation Zero, el veredicto final
Avalanche Studios ha pensado en una gran premisa para este proyecto y ha terminado por desaprovecharla. Una Suecia de los 80 plagada de máquinas asesinas suena increíble si pensamos en un juego de supervivencia, pero a final de cuentas nos encontramos con un enorme mundo abierto extremadamente desolado y con muy pocos elementos que nos inviten a recorrerlo.
Generation Zero es un juego difícil que prácticamente obliga al jugador a buscar compañía, ya que pelear en solitario contra las máquinas resulta en una experiencia frustrante en la que se muere una y otra vez. Si a esto le sumamos una narrativa terriblemente pobre y un diseño de misiones repetitivo hasta el cansancio, solo nos queda por recomendar este juego a quienes tengan algunos amigos con quien pasar el rato y poner ganas para que una experiencia monótona se vuelva un poco más dinámica.