Con acidez, ingenio y humor, Going Under refleja algunas de las miserias laborales del siglo xxi en un roguelike con mucho encanto y personalidad.
La fórmula de los roguelike está más que instalada y sus aristas principales se volvieron bastante populares durante los últimos años. Exploración de mazmorras, obtención de recurros, mejorar a nuestro personaje y repetir el proceso. Un progreso paulatino que nos hace en cada viaje un poco más fuertes para poder avanzar más lejos que la última.
Con la enorme explotación de este género, lo novedoso de estas propuestas ocurre con todo lo que lo rodea; ya sea con alguna mecánica interesante, su ambientación, historia o tono.
En este marco, Going Under es un roguelike pequeño, la primera ip a cargo de la desarrolladora Aggro Crab, disponible para PlayStation 4, Xbox One, PC y Switch, que a nivel jugable puede tener una cantidad de contenidos inferior a otras propuestas, pero en donde sí sabe brillar es realmente en el tono, su propuesta audiovisual, su estilo y la acidez para abordar sus temáticas.
Going Under, con una excesiva sátira, nos refleja las miserias del sistema laboral actual, la modernización de los empleos, las presiones de los jefes, el abuso de la tecnología y la presión por el éxito. Pequeños compases que, lejos de darnos un mensaje, opta por la acidez de un mensaje sobre una maquinaria capitalista que no descansa.
Un ambiente laboral lleno de problemas
Going Under nos pone en la piel de Jackie Fiasco, una joven que consigue un trabajo en Fizzle, empresa de bebidas que viene cosechando un éxito arrollador. Su sueño, a priori, parecía haberse cumplido: dar sus primeros pasos en el mundo laboral en lo que parecía ser una compañía ideal, con posibilidades de crecimiento y el clima ideal.
Lejos de esos anhelos efímeros, todo cambia cuando Jackie comienza a descubrir en el lugar dónde se metió. La exigencia de sus superiores por cumplir los objetivos demandados que, de yapa, están muy lejos del cargo al que había aplicado para entrar. Resulta que los subsuelos de Fizzle están infestados de diferentes criaturas que trabajaban en diversas startups fallidas que formaban parte de Cubicle, importante monopolio (del que forma parte Fizzle)y amenanzan con destruir todo.
Entonces, en vez de crear campañas de marketing creativas para potenciar el crecimiento de la empresa, tendremos que inmiscuirnos en estas 3 mazmorras que representan proyectos diferentes de Fizzle, que tendremos que ir más de una vez para completar todos los objetivos que se irán presentando. No solo nuestro jefe pedirá que cumplamos tareas, nuestros compañeros de trabajo aprovecharán la valentía de Jackie para encargarnos tareas a cambios de mejoras y habilidades para hacer de nuestro periplo en Going Under más llevadero. Además, estos empleados de Fizzle funcionan como “mentores”, elegir a uno antes de visitar una mazmorra nos ofrecerá algún potenciador, ya sea algún item o habilidad pasiva.
Como todo buen roguelike de manual, las mazmorras se generan de forma procedural, en un mapa segmentado por habitaciones en los que, literal, podremos usar cualquier objeto como armas. Sillas, computadoras, celulares, lápices, abrochadoras, cubo mágico, autos de juguete, espadas, lanzas, hachas, picos, taladros, ballestas. Todo objeto que veamos delante de nuestro pies funcionará para dañar a nuestros enemigos.
Lo característico en la parte armamentística de Going Under es su fragilidad. La cantidad de usos que tienen es completamente limitada y si bien podemos equipar hasta 3 en simultáneo, tendremos que atacar estratégicamente para ir agarrando del piso lo primero que encontremos para no quedar expuestos a los enemigos. Las armas varían entre su peso y alcance, pero también tienen complementos elementales, como fuego y electricidad, que le otorgan unas chispas de versatilidad. El elemento que exponencia las aventuras en las mazmorras son las habilidades que encontramos en los escenarios o que podemos comprar con el dinero que sueltan los enemigos.
La economía del juego se divide en 2 aristas: por un lado el dinero que encontramos en cada viaje a los subsuelos y que no se guarda tras finalizarla o morir, mientras que por cumplir objetivos o derrotar al boss de turno nos darán unas monedas que canjearemos por más habilidades nuevas.
Going Under no es un juego extremadamente largo, a contra mano de lo que puede inducir otros exponentes del género, pero es una propuesta intensa, vertiginosa, con una jugabilidad que a veces nos hace perder el control de nuestros movimientos con complicidad de una cámara que hace lo que quiere. Si la cuestión se nos hace un poco cuesta arriba, desde Aggro Crab prepararon un modo asistido que se puede activar antes de comenzar la partida (o retomar un save). El mismo nos ofrece mayor vida, menos resistencia de los enemigos, mayor duración de las armas, entre otros.
La agilidad de nuestros movimientos, la excesiva cantidad de armas (que duran un soplido) y las desventajas de una cámara irregular transforman por momento la experiencia del juego en un caos lleno de golpes explosiones y enemigos que se desarman. En nuestras primeras incursiones a los subsuelos tendremos que pagar el precio de acostumbrarnos a este descalabro de situaciones, ya que también las habitaciones que conforman los mapas son en su mayoría de proporciones pequeñas, que contienen a veces hasta 5 o 6 enemigos al mismo tiempo.
Como explicaba en el inicio del análisis, la magia de Going Under reside en su ambientación, sátira exacerbada del mundo empresarial que se refleja en cada uno de los rincones de la aventura. El hub principal es una enorme oficina, constantemente tendremos reuniones de equipo en el que conoceremos las diferentes personalidades que trabajan en la empresa, las demandas constantes de nuestro jefe que nos asigna tareas cada vez más explotadoras.
El juego no duda en mostrarnos las 2 caras del apabullante paso de la tecnología en el mundo capitalista, el abuso de las aplicaciones y la exigencia de las empresas a aggionarnse cada vez más, corriendo todos los riesgos que sean necesarios.
Los diálogos y las interacciones que manejamos con los otros empleados también mantienen esa línea fina de humor, ironía y crítica que hace muy amena cada una de las situaciones. Los compañeros de trabajo de nuestra enérgica protagonista también son reflejos y caras del contexto laboral que se vive hoy en día, un ambiente alimentado por ambiciones, celos, horas extras de trabajo, adicción a la cafeína, anhelos de ascensos jerárquico y megalomanía.
La ambientación y diseño de las mazmorras mantienen el tono y son condicionantes a lo que nos reflejan durante la historia. Por mencionar un ejemplo, Styxcoin, uno de los escenarios a explorar, nos refleja el fracaso de una empresa emergente que ambicionó de forma desmedida por los bitcoin y terminó sucumbiendo. Pero su descripción no solo se nota en los que nos cuenta, el diseño de las mazmorras son unas minas en donde enfrentaremos a esqueletos y otras criaturas que excavaban para obtener las cripto monedas. Ese juego entre la literaldad de las cosas y la fantasía funcionan como un híbrido hermoso.
Conclusión
Si están buscando un roguelike que nos atrape por su jugabilidad y contenidos, Going Under puede que se quede a medio camino. Pero en la suma de sus partes, estamos ante una más que atractiva aventura y un debut prometedor para Aggro Crab.
Un título que nos compra desde sus primeros compases, y si bien tiene una dificultad exigente desde el comienzo, a medida que sumemos habilidades y las mejoremos, podremos ir cada vez más hacia lo profundo de este subsuelo plagado de empresas destruidas y plagadas de monstruos.