A veces, un sencillo artilugio es premisa suficiente para un juego potente. Gunbrella combina una novedosa pistola/paraguas con una historia noir dejando excelentes resultados.
No todo en la vida son tanques. Muchos juegos muy valiosos no necesitan de gráficos ridículamente reales o historias interminables para darle al jugador unas buenas horas de diversión sin tanta pompa. Más aún, con la evolución visual, lo que antes era limitación ahora se llama pixel art, y hay grandes exponentes de juegos modernos con estética retro. Gunbrella es exactamente eso (y algunas cosas más, por qué no) en un mundo gamer con diversificada oferta que a veces solo se sostiene con poco pero bien pensado.
Creado por Doinksoft, un estudio indie en Oregon, EEUU, la pequeña realizadora fue fagocitada por Devolver Digital, renombrada distribuidora de juegos independientes que ha demostrado cierto ojo para la buena factura de juegos independientes (desde el reciente Gato Roboto a la sexta entrega del inmortal Monkey Island). Entre el metroidvania comprimido y el plataformero con inyección de historia, Gunbrella promete unas 7 horas de diversión con modestia y sencillez. Veamos cómo logra su cometido.
Disponible para Nintendo Switch y Steam, esta reseña fue realizada con la versión de la compañía de Mario.
La biblia y el calefón en el gaming: la jugabilidad de Gunbrella
Fanáticos de Los Simpson recordarán la icónica escena correspondiente al episodio en que Homero busca ser inventor como Thomas Edison. Entre las idioteces a las que el padre amarillo nos tiene acostumbrado se le suma combinar diferentes elementos supuestamente inconexos para crear nuevos artilugios. Entre el sillón inodoro y la escopeta maquilladora bien podría estar el gunbrella, este paraguas/pistola que motoriza la jugabilidad de esta aventura. El mix se mezcla como un potente mecanismo para hacer avanzar tanto la historia como la acción, convirtiéndose en un verdadero acierto por parte de Doinksoft.
De por sí, no hay nada nuevo en estos dos elementos combinados. Las acciones posibles con el arma son las lógicas, y el paraguas le da esa flexibilidad a la gravedad que ya se ha visto (al mejor estilo Mery Poppins), así como un escudo disfrazado de objeto para la lluvia. Esto no quita mérito a una ingeniosa mezcla que sostiene el juego con bastante dinamismo. A la vez, como ocurre con estos videojuegos, el gunbrella puede tunearse con mayor poder de ataque y defensa, un aditivo prodigioso para ir enfrentando la creciente dificultad.
En ese sentido, Gunbrella tiene su curva de aprendizaje. El movimiento y la acción no son la complejidad, mas sí los enemigos cada vez se tornan más poderosos. Desde el insecto molesto hasta la primer boss fight, los jugadores verán su temple desafiado con cada muerte, ya que, salvo que sean avezados speedrunners, es probable que mueran muchas veces. Esto no vuelve a Gunbrella una catarata de frustraciones, pero sí hay un nivel de desafío nada despreciable. Y si realmente lo suyo es la intensidad, existe un modo difícil solo para expertos. “Fácil” también es una opción, pero remueve al juego de cierta diversión. Como no todo lo que brilla es oro, y especialmente en las peleas con bosses, ocasionales glitches permiten vencer a un enemigo que te dio grandes dolores de cabeza con solo pararte en el rincón indicado, algo que contrasta con el enorme cuidado del diseño audiovisual (que veremos más adelante).
La historia, una novela negra con sus lugares comunes
Gunbrella sigue los confusos episodios de un llanero solitario de identidad incierta que busca justamente develar qué fue de él y cómo ésta exótica piesa armamentística terminó en sus manos. Esto lo obliga a recorrer una serie de pueblos cooptados por mafias sobrenaturales que aterrorizan los distintos poblados de la historia. Por consiguiente, un florido set de personajes típicos y no tanto enriquecen esta distopía entre lo cowboy y lo místico. Además, una buena cuota de violencia en la trama vuelve atractiva su crudeza para público adulto como quizás repele a una audiencia más joven. De todas formas, el apartado gráfico en 16 bits permite que lo cruento no se sienta tanto, morigerado por el inocentón pixel art.
La historia detrás de este juego es sencilla e interesante, pero no necesariamente atrapante. Quienes opten por saltar la catarata de diálogos que dispara cada conversación con nuevos personajes podrá disfrutar sin problemas de la buena cuota de acción de Gunbrella, obviando unos pequeños puzzles que no restan, pero tampoco suman demasiado a la trama. En sí, se trata de un típico plataformer sobre forajidos, pero con una capa black-noir que enriquece al juego, pero no se destaca particularmente. En el mismo tenor que Celeste o Katana Zero, dos videojuegos en con la misma base, pero con desarrollo narrativo más atractivo, la historia detrás de la última entrega de Devolver se sostiene más en la acción que en su relato, un balance positivo a fin de cuentas aun cuando hay lugar para la mejora.
Con 16 bits me hago alto juego: un audiovisual prolijo y bien pensado
Es tiempo de una confesión: quien escribe no es fanático del pixel art. Con crianza en épocas de Super Nintendo, a veces es difícil adaptarse a la idea de que lo que era una limitación entonces hoy es una estética de videojuegos. Hecha la aclaración, a Gunbrella le bastan y le sobran los 16 bits para hacer un buen plataformero. Sería poco criterioso afirmar que, con otra artística, el resultado sería superior, ya que los mapas, los personajes, y demás diseños son vistosos y aprovechan cada pixel de su limitado pero efectivo motor gráfico.
La música complementa perfectamente a la imagen y a la historia. Con componentes super narrativos, el deseado clima black-noir está más que logrado gracias a un excelente maridaje entre imagen y música. Sobre la última, además, las intervenciones de partituras tienen su grado interesante de discreción. Es decir, sabe incorporar el silencio para generar ambiente, algo que aporta fuertemente al tono distópico del juego.
Ante ocasionales silencios, se destacan los disparos y los efectos sonoros que también aportan a la acción. Especialmente, las boss fights se nutren de las interjecciones de los monstruos y demás enemigos extraños, demostrando que un buen plataformer se nutre del timing sonoro para que el jugador aseste en el momento preciso. En instantes como ese, Gunbrella alcanza su máximo esplendor, probando que una supuesta limitación audiovisual no impide hacer un buen juego.
El veredicto: ¿Desenfundamos un Gunbrella?
Sin lugar a dudas, cualquier amante de buenos plataformeros o de “metroidvanias lineales” (si existe tal cosa) puede darle una chance a Gunbrella. El precio en los stores y su cuota de acción ameritan jugarlo, aun cuando se limita a 7 horas aproximadas para completarlo. Superando el sesgo de que lo bueno es eterno y lo malo dura poco, Gunbrella es un original artilugio de aventura con correcta historia y potente diseño que desafiará al jugador y lo tendrá entretenido por un buen rato.
Lejos de ser perfecto, el videojuego de Doinksoft y Devolver Digital está a la altura del género, y sus pequeños errores no deslucen una ingeniosa jugabilidad en 16 bits. Lo dicho: no se puede vivir de tanques, y en la segunda gama hay juegos que valen la pena por su innegable diversión y alto grado de prolijidad. Memorable o no, Gunbrella bien vale la chance y cumple las expectativas de los amantes del género.
Gunbrella logra un potente plataformer mediante la combinación de un potente diseño audiovisual (con tan solo 16 bits) y un sencillo cruce entre un arma y un paraguas para desafiar al jugador. Su historia es correcta en tono y estilo sin ser cautivante, y permite disfrutar de la acción aun si no capta la interés del jugador.