El universo mágico continúa su prolífica expansión. En esta oportunidad, la revancha es deportiva, con Harry Potter: Quidditch Champions.

Lo prometido era deuda. Los fans más acérrimos de “El niño que vivió” pasaban horas y horas en la escuela de hechicería recreada con minuciosidad en el Hogwarts Legacy, pero al dirigirse al predio de Quidditch, una irritante voz les indicaba que no era momento de montar las escobas. Muchos bajaban la indignación con otra excursión por los pasadizos del castillo, pero otros ansiaban poder competir por los cielos para tener una experiencia fiel a los libros y películas que tanto amaban. Sabían que Warner Bros. Games se traía entre manos un plan digno de Dumbledore.

Un año después, las plegarias fueron escuchadas con Harry Potter: Quidditch Champions, un desprendimiento del Hogwarts Legacy dedicado exclusivamente a la competencia del mundo mágico. De la mano de Unbroken Studios, Warner optó por darle una identidad propia a su videojuego dedicado al quidditch, desarrollando un sensible e-sport digno de consolas de esta generación, intentando darle todo el realismo posible a este juego que vive en los sueños de aquellos quienes aman al niño que vivió. Así, esta caricaturesca entrega se propone brindarle al jugador la posibilidad de competir dentro y fuera de Hogwarts por la quaffle y la snitch mientras esquivan aquellas agresiva bludgers (y propinan golpes letales con ellas). La premisa es noble y el espíritu del quidditch son razón suficiente para darle autonomía al juego, pero ¿cuál es el resultado? Veamos si la versión de PlayStation 5 es un partido reñido o una victoria con snitch en mano.

¿El quidditch es un e-sport?

No nos vamos a poner papistas en este apartado. Quienes gozamos de un buen videojuego, más allá de su género, sabemos que cualquier evento bien construido en términos de jugabilidad puede transformarse en un e-sport. El quidditch ya gozaba de un complejo set de reglas propias de la imaginación de la autora de los libros, por lo que la base existía. El mundo de los videojuegos hace su aporte construyendo una física propia de las exigencias de cada consola y los hábitos a los que los jugadores estamos acostumbrados a la hora de abordar cualquier deporte a través de nuestros controles. En otras palabras, décadas de videojuegos sobre fútbol, tenis o el deporte que fuere establecen cánones de cómo funcionan los deportes en los videojuegos, y el quidditch no es la excepción.

Sería mentira decir que este es el primer juego dedicado a esta competencia de escobas. No podemos obviar las incontables versiones de la historia del chico de la cicatriz que incluían uno o varios episodios con él persiguiendo la snitch dorada con mayor o menos elegancia. Además, los memoriosos recordarán el Harry Potter: Quidditch World Cup, el primer intento de allá por 2003 de volver esto una realidad jugable. La novedad hizo que, por aquel entonces, el juego valiera un par de pasadas sin mucho desafío, pero con ese amor en forma de fanservice que mima las almas de los seguidores del universo. Harry Potter: Quidditch Champions es prácticamente un retruco de aquel primer intento, una modernización que se aprovecha del avance en jugabilidad de dos décadas para complejizar el deporte sin quitarle su encanto.

La historia es la justa y necesaria: diferentes torneos de quidditch, desde los escolares hasta los mundiales. Con creciente dificultad, entrenaremos un equipo de brujas y magos personalizables hasta conseguir la gloria y traer la copa a nuestra casa.

¿Cuántos botones se necesitan para jugar al quidditch?

Pilotear la escoba en busca de la quaffle, la bludger y la snitch tiene su pronunciada curva de aprendizaje. Como era de esperar, el jugador toma control de las cuatro posiciones posibles: los tres cazadores, los dos golpeadores, el guardián y el buscador. El juego destina un tutorial ni muy largo ni muy corto a aprender las básicas de cada posición. No es sencillo dominar el vuelo a la par que se esquiva, se atrapa o se lanza otro balón, pero el diseño de la jugabilidad logra un balance interesante. No es del todo práctico por instantes, con simultaneidad de botones poco ergonómicas para presionar a la vez, pero esto también dota de cierto desafío a ciertas posiciones. Notablemente, el cazador y los golpeadores requieren mucho más dominio del joystick que el guardián y el buscador, pero tiene sentido bajo la naturaleza de cada posición. Aplausos aparte para la recreación de la física detrás de siete personas sobre escobas voladoras, un verdadero esfuerzo del equipo desarrollador que se transluce en el mando sensible (responsive) del juego.

En la misma línea, somos los artífices de nuestro propio equipo. Esto es cierto por partida doble. En primer lugar, por el grado de personalización que tenemos sobre nuestros personajes. No importa si jugamos para Gryffindor, Bulgaria, o el equipo que fuere, podemos customizar la apariencia de nuestro septeto a gusto y piacere, un detalle amable para quienes gustan de este tipo de complementos. A su vez, las victorias traen, además de la gloria, dinero mágico para seguir mejorando nuestros vestuarios, equipamiento y otras yerbas para afinar nuestro juego. Somos responsables por nuestros jugadores además porque deberemos alternar durante las cuatro posiciones durante todo el partido. Esta elección, sensata por el lado de la jugabilidad, puede frustrar durante curva de aprendizaje, dado que la inteligencia artificial de nuestro equipo desaparece luego del tutorial. Está claro que esto no es necesariamente un problema, pero sí un pequeño pedido de paciencia para dominar los controles. Existe una opción cooperativa a nivel local como para compartir responsabilidades con algún amigo/familiar, pero no es de los elementos más acabados de esta entrega.

Párrafo aparte merece el acto de justicia sobre los puntajes y la snitch. Las reglas consignadas en la literatura original suponían la ridiculez de otorgarle 150 puntos al equipo que atrapara la pequeña bola alada. Ahora, la misma puede aparecer más de una vez durante el partido, pero su captura solo otorga algunos puntos. La premisa sigue desbalanceando la cancha, pero corrige una injusticia que es parte del relato y no del video juego per se.

Un estilo caricaturesco frente a un público adolescente

Si bien los pottheards de cemento ya peinamos algún que otra cana, la franquicia sigue viva y captando público juvenil. En esa tónica, la estética de Harry Potter: Quidditch Champions grita a todas luces una audiencia predominantemente adolescente. No hay limitaciones de edad para este juego absolutamente familiar, pero la amigable oscuridad de Hogwarts Legacy contrasta con la inocencia caricaturesca de esta nueva entrega. Veremos así a nuestros personajes favoritos como Harry, la señora Weasley o Hermione rediseñados en tono cartoon, así como una innumerable cantidad de atributos físicos para que el usuario personalice a sus personajes. La superficies de los personajes no siempre son de lo más acabadas, pero el hiperrealismo no se extraña durante los partidos.

A diseños animados se le suman un doblaje de voz bien implementado y la música acorde. Casi como si fuese un subgénero propio, las melodías orquestales con tintes mágicos que no son exclusivas al niño mago acompañan cada competencia de quidditch, buscando la inmersión que los fanáticos esperan a la hora de reencontrarse con una de sus franquicias preferidas. Se nota el tratamiento de tanque en el apartado audiovisual, proporcionándole al Harry Potter: Quidditch Champions una identidad propia y definida, una apuesta a largo plazo a este tipo de videojuegos centrados en los elementos más ricos y quizás menos explorados del universo mágico.

¿Qué tan alto vuela Harry Potter: Quidditch Champions?

Conclusión

El fanservice bien hecho nunca está mal. Harry Potter: Quidditch Champions explota con minuciosidad e ingeniería la competencia mágica, diseñando al detalle el funcionamiento de todos los engranajes de este divertido deporte. La experiencia es, de a momentos, verdaderamente inmersiva, y no es de extrañar que muchos fanáticos se suban a la emoción de un deporte dinámico y cargado de giros inesperados. Con partidos que se pueden dar vuelta en el útlimo minuto y la cuota justa de agresividad competitiva, la invitación a desarrollar tu pequeña selección para levantar la copa es más que atractiva.

Pero, aún en la alto del estadio existe un techo mágico para Harry Potter: Quidditch Champions. Como es de esperar, quienes ignoran el encanto de Harry Potter probablemente pasen de esta experiencia. Con el caudal de fandom del niño mago, ese número no debe desvelar a los ejecutivos de Warner, pero no cabe duda que se trata de un juego concebido para fans. Las extrañas reglas del deporte tienen de por sí un interés limitado. A su vez, si bien la dificultad es creciente, el modo historia puede tornarse repetitivo después de algunos partidos. Resta ver cómo crece la comunidad de jugadores online y si esta gozará de la salud en el tiempo. La obligación de contar con una cuenta de WB Games también puede desmotivar a los fóbicos de este tipo de requisitos.

De todas maneras, Harry Potter: Quidditch Champions es un tanque y se nota. Aún con sus tropezones, el juego tiene todas las de ganar, desde una audiencia masiva y ávida de este tipo de entregas, una comunidad enorme dispuesta a conectarse en torno al deporte mágico. Es otro soplo de vida al universo de Harry Potter, una franquicia que goza de buena salud y un futuro promisorio en el mundo de los videojuegos.

7.0

Harry Potter: Quidditch Champions es un tanque de Warner Bros. Games que logra darle cierta dimensión de e-sport a este particular deporte. Si bien los ajenos a la franquicia dificilmente se sientan atraídos, los fanáticos seguro encontrarán el disfrute en esta simulación sofisticada con su propia curva de aprendizaje y dinámica inmersiva. Hay trabajo y amor detrás del producto, y ningún Potterhead debería dejar pasar la oportunidad de montar su escoba y levantar la copa de quidditch.

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