Hogwarts Legacy, uno de los lanzamientos más importantes del año, nos invita a adentrarnos en los rincones más profundos del mundo mágico.
Tras ser anunciado durante el PlayStation Showcase de 2020, Hogwarts Legacy finalmente está entre nosotros. El mundo mágico en su máximo esplendor nos abre las puertas a través de la propuesta de Avalanche Software (Disney Infinity) que no solo invita a recorrer la academia de magia más famosa, sino también otros lugares icónicos del universo creado por J.K. Rowling como Hogsmeade, El Bosque Prohibido y mucho más.
Lejos de las historias protagonizada por Harry Potter, Hogwarts Legacy opta por ubicarnos a finales del siglo XIX, durante “La Rebelión de los Duendes”, permitiéndose contar un relato que, aunque cargada de guiños y referencias, no deja de ser una aventura original embebida en el lore de un universo que desborda de mitología.
Bienvenidos a Hogwarts
Como toda buena historia dentro del mundo mágico, la aventura comienza con una carta y una lechuza. La invitación para unirnos al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería es todo lo que siempre soñamos cual muggle de 11 años, con la excepción de que en esta oportunidad, la epístola nos llega a los 16 años de edad invitándonos a sumarnos al quinto año de la cursada directamente.
Algo importante a entender de Hogwarts Legacy es que si querés vivir la experiencia completa del mundo mágico está bueno que entendamos que hay todo un ecosistema entorno al juego, y que no se trata de una aventura aislada. La misma puede ampliarse de la mano de Wizarding World, un sitio que muchos fanáticos de la saga conocerán, pero para quienes no, aquí pueden realizar una batería de quizzes para ver a que Casa pertenecen, cual sería su varita ideal, su mascota y su Patronus.
¿Por qué es importante esto? Antes de comenzar la historia podemos vincular nuestra cuenta con el juego y no solo nos otorgará items cosméticos exclusivos, sino que beberá de nuestro perfil para sugerirnos la Casa a la que pertenecemos así como todo lo anteriormente mencionado. Sí, un auténtico sombrero seleccionador 2.0.
A diferencia de las previas aventuras de este universo, en esta oportunidad vamos a manejar a nuestro propio mago o bruja, comenzando con un editor de personajes que si bien cumple su función, puede sentirse algo corto para aquellos que adoren la profundidad en este apartado. Para tener de referencia las formas de la cara son presets establecidos, nada que ver a los editores de juegos como Elden Ring o Cyberpunk 2077. Esto es algo que hace un poco de ruido porque pensamos que el uso de estructuras faciales pre-armadas obedecía a poder animar las expresiones de una forma más compleja y profunda, algo que no se siente así, ya que parece que todo el tiempo a nuestro personaje le cuesta expresar emociones.
Tras haber creado a nuestro personaje, y recibir la tan ansiada carta de Hogwarts, vamos a ver como nuestra estadía en el mundo mágico va a ser un camino más sinuoso del que esperábamos. Y sí, no todo son ranas de chocolate o golosinas de Honeydukes: somos uno de los pocos magos con la habilidad de ver trazos de magia antigua, la cual está detrás de muchísimos secretos.
Esta habilidad funciona como el disparador de nuestra aventura ya que permite desde la primera cinemática descubrir algunos misterios que nos pondrán en el bando opuesto de Ranrok, un duende que ejerce como líder de la rebelión entre el conflicto de su especie y los magos.
La elección de invitarnos a asistir a Hogwarts como un adolescente de 16 años en su quinto año no es ni caprichosa ni arbitraria. La idea es la de poder contar una historia más adulta de la que podríamos vivir con un chico de 11 años; además, el hecho de estar “atrasados” con respecto a nuestros compañeros, habilita a nuestros profesores a proveernos con lecciones particulares que sirven para que aprendamos los hechizos necesarios para avanzar en el juego.
Es que la historia, como también lo fue la de Harry Potter, tiene muchos tintes de madurez y oscuridad. Pese a que la aventura de El niño que vivió comenzó a sus 11 años, los momentos más oscuros y turbios de la franquicia llegan más adelante con Harry y ese lapso de 3/4 años es lo que desde Avalanche y Portkey decidieron saltearse de forma inteligente, disfrazándolo incluso en el aspecto narrativo, algo que cada jugador descubrirá a medida que avance en la historia gracias a los pensaderos, el recordado objeto utilizado por Albus Dumbledore.
Una aventura que se toma su tiempo
Hogwarts Legacy llegó como ÉL mundo abierto de la franquicia que todos los Potterhead esperábamos, pero lo cierto es que si bien podemos recorrer gran parte del mapa desde el vamos, lo real es que la exploración compleja y profunda comienza una vez que conseguimos la escoba y la verdad es que para eso ya tendremos unas cuantas horas ya avanzadas en el juego.
La curva de aprendizaje es bastante marcada y progresiva, al punto que durante las primeras 7 u 8 horas sentimos en todo momento que estamos en un tutorial muy muy largo, casi que sobrecompensando los años perdidos de colegio por parte de nuestro protagonista. Ojo, no deja de ser hermoso realizar estas misiones y conocer algunos de los rincones del castillo, pero el juego te lleva tan de la mano en un comienzo que puede sentirse un poco lento.
Y ese es otro tema que acompañará a Hogwarts Legacy en toda su dimensión: la dinámica. Por un lado tenemos una historia recontra viva, un castillo hermoso así como un Hogsmeade sumamente logrado, que lleva a sentirnos dentro del mundo mágico. Para quienes hayan podido ir alguna vez a Universal Studios, caminar los distintos ambientes de Hogwarts Legacy es la misma sensación que te genera cruzar por primera vez la entrada al Callejón Diagon. Así de vivo se siente.
Por otro lado el juego se apoya mucho en la Guía de Campo, un libro mágico que sirve como tracker de las quests, mapas, objetos, items, elementos cosméticos, guía de personajes y monstruos., entre otros. Y debido a cómo está armado el juego pasaremos muchísimo tiempo navegando entre menús, lo cual quieran o no, corta con esa sensación de vivir el mundo mágico.
Con respecto a las misiones el juego ofrece una enorme variedad de contenido y desafíos para conocer no solo a personajes y lugares, sino también profundizar sobre la mitología y lore que rodea al Wizarding World. Las misiones principales son aquellas que obviamente hacen que avance la historia, pero para poder realizarlas en muchísimas ocasiones vamos a tener que hacer una pausa y realizar misiones secundarias ya que vamos a encontrar un un level-cap que no permite avanzar, y para poder subir de nivel la única forma de “grindear” es a través de quests.
Estas quests pueden ser de relaciones, las cuales van casi a la par que las misiones principales en cuanto a profundidad narrativa, y se llevan adelante junto a algunos personajes secundarios, algo que tiene mucho sentido ya que gran parte de la experiencia Hogwarts es la de las relaciones interpersonales y no solo en el juego sino en todo lo que alguna vez ha explorado el universo Potter.
También tenemos misiones otorgadas por NPC’s, que si bien pueden resultar muy similares entre sí, sirven para desbloquear algún que otro objeto cosmético o elemento necesario para preparar pociones. Por último, hay varios desafíos como Las Pruebas de Merlín o completar las páginas faltantes de la Guía de Campo que, a través de ciertos puzzles, irán ahondando en los misterios del mundo mágico.
En toda esta construcción de misiones es importante que entendamos que inevitablemente el juego termina cayendo en una repetición de mecánicas. Sí, en una misión nos van a mandar a recoger flores azules, mientras que en otra ramas naranjas. Aquí es cuando depende de cada jugador balancear entre los desafíos para no quemarse al repetir lo mismo una y otra vez.
Una escuela de Magia y Hechicería
Ahora, esto no podía ser un juego del mundo mágico sin que hablemos de la magia en sí. Hogwarts Legacy construye todo un espectro enorme entorno a la hechicería y no solo en pos del combate.
Con más de una decena y media de hechizos en el arsenal (desbloqueables a medida que avanzamos en la historia) existe una gran capa de personalización en base a que tipo de juego queramos encarar. Hay hechizos netamente de lucha, otros de transformación y transfiguración, los hay también funcionales como los icónicos Alohomora, Wingardium Leviosa y Lumos, todos estos necesarios en distintos momentos del juego.
¿Cómo manejamos entonces tanta variedad? Nuestro andar está compuesto de un set de hasta cuatro hechizos activables a través de la combinación de R2 + triángulo, cuadrado, circulo o cruz (para el caso de la versión de PlayStation 5). A esto hay que sumarle los dos hechizos que no ocupan espacio: Revelio, que permite encontrar cofres y secretos en cualquier lugar que estemos explorando y Protego, un encantamiento protector que activado en el momento exacto funciona también como parry en el combate.
Sin embargo, esta no es toda la magia que se hace presente. Como no podía ser de otra forma también podemos acceder a los maleficios imperdonables: Avada Kedavra, Crucio e Imperio, y con ellos encarar la transformación hacia un mago tenebroso.
Por último se hace presente el elemento característico de nuestro héroe: La magia antigua. Los retazos de magia ancestral que nuestro personaje puede ver se convierten en algo más que pistas con el correr de las misiones, ofreciéndose como técnicas de combate extremadamente poderosas en nuestro arsenal. Obvio, su barra de recarga se acumula sustancialmente más lenta que la de la magia común, por lo cual decidir cuando vamos a necesitarla pasa a ser una cuestión estratégica.
Así como pasa en la evolución de la historia, la misma sensación de progresión lenta puede sentirse en los combates. Al principio se tiene la sensación de que los podemos manejar de taquito, pero al avanzar y añadir armas a nuestro arsenal ahí se tomando otro matiz todo el sistema de luchas. Si bien al combate le cuesta un poco arrancar, en el momento que empieza a dinamizarse, los encuentros se vuelven encarnizados combates llenos de destellos y luces relampagueantes por doquier, algo digno de aparecer en una pantalla de cine.
Un mundo por descubrir
Y si de pantallas de cine hablamos hay que hacer una mención destacadísima a lo que armaron en Avalanche. Jamás en la historia, y no solo hablo de juegos, sino también del cine, Hogwarts se sintió tan pero tan vivo. Recorrer el castillo toma otro sabor cuando se hace revisando cada torre, mazmorra, pasillo o aula.
No solo los lugares que ya conocíamos por las películas son una puesta en escena impresionante, sino cada mínimo resquicio del casillo invita a la exploración con una minuciosa atención (ni que hablar de usar Revelio cada dos pasos). El gran salón, la sala común de cada casa, la torre de Defensa contra las artes oscuras, el campo de Quidditch (que lastimosamente no se puede jugar en el juego) o el jardín botánico son tan solo algunos de los lugares que destacan de entre los miles de espacios presentes en el castillo.
Sin embargo, y como bien marcado quedó en este análisis, La escuela de Magia y Hechicería no es el único lugar explorable. Las afueras del castillo son un ambiente por sí mismo inundado de criaturas mágicas únicas, acceso al Bosque Prohibido que no está tan prohibido, El Gran Lago (Black Lake) y ni que hablar de Hogsmeade con lugares icónicos como The Three Broomsticks o incluso una sucursal de Olivander, lugar donde conseguiremos la varita.
Conclusión
Hogwarts Legacy no es el juego perfecto, ni tampoco apunta a serlo. Le cuesta bastantes horas salir de ese estopor que lo asemeja más a un tutorial que a una aventura de mundo abierto, pero cuando lo hace: bienvenidos al Mundo mágico. Claramente su foco está puesto en atrapar a los amantes de la saga más que en el de llamar la atención de los fans de los RPG, y está bien porque al público que busca atrapar podemos asegurar con total confianza que lo va a capturar como si lanzaramos Riddikulus en un Boggart.
Recorrer cada metro cuadrado de Hogwarts, Hogsmeade, The Highlands o incluso visitar Azkaban es excusa suficiente para perderse durante horas en la aventura de Avalanche que, por suerte, está bien acompañada por una narrativa adulta que invita a querer progresar para ver como se desarrolla la historia.
No caben dudas de que Hogwarts Legacy es el juego definitivo del Mundo mágico, una experiencia que ningún mago, bruja o muggle debería perderse si se considera un Potterhead.