Toadman Interactive nos presenta su versión futurista de Dark Souls con Inmortal: Unchained, un action rpg que destila más errores que aciertos, a pesar de sus nobles intenciones.
Lo creado por From Software con la saga Souls marcó un precedente en cierto estilo de juego que predominó durante la última década. Hablamos de action rpg con un fuerte componente en la exploración y una elevada dificultad, con la parte narrativa contada de a migajas y un combate donde predomina la táctica, la perseverancia y la paciencia, por sobre todas las cosas.
Con todo este marco introductorio, los suecos de Toadman Interactive, presentan Inmortal: Unchained, una aventura que le copia casi prácticamente todas sus cualidades a Dark Souls. Salvando las grandes diferencias técnicas, el título tiene como gran particularidad que no está ambientada en un mundo medieval de fantasía, sino que apuesta por un futuro cuasi apocalíptico, el cual tendremos que salvar de su destrucción.
Luego de crear a nuestro personaje, customizando su apariencia física y eligiendo un estilo de combate, Inmortal: Unchained se mete de lleno en la acción del juego, en la que encarnamos a un ser diseñado por entes superiores, con el único propósito de salvar a los diferentes planetas que componen al universo de su destrucción.
La principal cualidad de este juego es que el 90% de su combate está asentado en armas de fuego de diverso calibre. Pistolas, escopetas, rifles, lanzagranadas o fusiles; dependiendo el estilo de nuestro personaje, nos equiparemos con el arsenal adecuado. Si le subimos mucho a Fuerza, por ejemplo, tendremos un mayor poder en combate a corta distancia, mientras que si elegimos Percepción como cualidad predilecta, sacaremos ventaja con armas a distancia, usando rifles de francotirador.
El repertorio de tácticas que utilizaremos para abrirnos paso es bastante simple. Contamos con una barra de energía, que es la que permite que podamos correr y esquivar, dos cualidades que serán vitales en nuestra supervivencia. Como contrapartida estratégica dentro de los combates está la cuestión de recargar las armas, que en algunos tipos pueden ser astronómicamente eternas, dejándonos bastante desprevenidos ya que hasta que no se completó el ciclo de recarga no podemos hacer ninguna acción salvo caminar, sino queda interrumpido y hay que realizar la acción de vuelta.
A medida que vayamos explorando el primer planeta, nos toparemos rápidamente con otras de las características de Inmortal: Unchained, que es la buena cantidad de caminos y cofres cerrados. Para abrirlos necesitaremos Decretos de Cerio, uno de los objetos más importantes del juego, que funcionan como llaves que se van acumulando. Las mismas permiten acceder a nuevos planetas (la mayoría opcionales, pero que permiten conseguir bastante experiencia y poderosas armas) y cofres que guardan un montón de objetos consumibles y armamentístico.
Los lugares más importantes necesitan además de esas llaves otros decretos, que se consiguen en su mayoría derrotando a los bosses diseminados en toda la aventura. En cuanto a los jefes, están bien logrados, con una correcta diversidad, tanto de fisionomía como de patrones de ataque.
El común denominador de enemigos que enfrentamos son un híbrido de criaturas y robots, y son todo lo contrario a los bosses, ya que hay muy pocas variedades y la mayoría solo cambian de color y el tipo de disparo. Si la intención de Toadman Interactiveb era la de emular la sensación de Dark Souls, en esta arista no se puede fallar, porque el bestiario de la franquicia de From Software está a la altura de las circunstancias. Con tantos planetas que visitamos, que mutan considerablemente los ecosistemas, los enemigos podrían ser tranquilamente de diversas fisionomías, pero lamentablemente esto no es así.
No hay a disposición armaduras para equiparnos y reducir nuestro margen de daño ante los golpes recibidos, lo que asciende su curva de dificultad. Para lograr eso tendremos que subir puntos de habilidad a cualidades como Resistencia, por lo que es un juego en el que tenés que distribuir los puntos sabiamente ya que una vez que superamos el nivel 50 o 60, la demanda de bits es bastante elevada
Suele ser común que comparemos cuestiones de jugabilidad y estética entre diversos títulos, pero no exageramos cuando decimos que Inmortal: Unchained se asemeja en casi toda su estructura a Dark Souls, siempre teniendo en cuenta la diferencia estética. En vez de recolectar almas para subir de nivel y mejorar las armar, hay bits; los checkpoints no son hogueras sino obeliscos, y estos reviven a todos los enemigos que hayamos eliminado; en vez de los famosos Frascos de Estus contamos con unas inyecciones que reponen nuestra vitalidad, etc. Podemos estar todas las similitudes como entendibles si tomamos en cuenta que estamos ante la primera producción de peso de Toadman Interactive, aunque tampoco lo exime de este copy-paste con tintes robo futuristas.
Cuando nos desplazamos a los aspectos técnicos, Inmortal: Unchained se desploma abrúptamente. Bajadas repentinas de fps, imágenes que se congelan por segundos y ni hablar del sonido, que sufre los mismos inconvenientes, así que si los juegan con los auriculares prepárense para más de un disgusto auditivo.
Sin embargo, a pesar de estos percances, la atmósfera que mezcla los distintos ecosistemas con el paso avanzado de la tecnología se siente muy logrados, con escenarios al aire libre como templos y cuevas claustrofóbicas. En este punto no falla, y en las más de 20 horas que dura toda la epopeya visitaremos más de 8 escenarios completamente diversos aunque, como dijimos antes, los enemigos no acompañen en esta variedad.
Inmortal: Unchained es un título que disfrutarán principalmente aquellos apasionados por los títulos souls-like que anhelan probar una nueva aventura de este género, con una temática distinta y una acción apuntada más a un shooter en tercera persona. Sin embargo, las limitaciones técnicas y la repetición de muchos elementos termina saliendo perdiendo, ya que pierde por goleada contra otras aventuras similares.