Puzles y una aventura absurda se combinan en Maize, el juego de Finish Line Games que ahora llegó a PlayStation 4 y Xbox One.
Si dos científicos interpretan mal una orden del gobierno de los Estados Unidos las cosas pueden salir muy mal. Así lo demuestra Maize, un juego en el que la orden fue crear maíz sensible y el resultado fue literal: los maíces cobraron vida y por ende consiguieron sentimientos.
Ese es el contexto que envuelve a esta aventura en primera persona, en la que controlamos a un ser que muy adelante revelará su identidad. Y así ocurre con casi todo en el título independiente de Finish Line Games, con intriga e información que se revela poco a poco, paso a paso, puzle a puzle.
Sin demasiada explicación aparecemos en el medio del campo y comenzaremos a resolver rompecabezas para poder avanzar. Los rompecabezas son el eje central de los niveles y resultan bastante entretenidos a pesar de ser el único recurso. Su complejidad es la justa y pondrán a prueba nuestro ingenio, tanto lineal como lateralmente.
Para hacerlo nos moveremos en un ambiente muy logrado. No solo estéticamente, con el diseño de los niveles y ese sentimiento de desolación que nos aborda constantemente, sino con una selección musical que -a pesar de tan solo contar con dos o tres piezas- resulta muy acertada e inmersirva.
Lamentablemente en esta inmersión no ayudan para nada los gráficos. Maize se sustenta con el motor gráfico Unreal Engine 4 que para los tiempos que corren ya quedó demasiado viejo. No solo visualmente está muy poco pulido, sino que en la mayoría de los casos se nota un pobre trabajo en los detalles.
Tampoco es que ayude demasiado a la hora de sumergirnos en esta absurda aventura la personalidad del protagonista. Como un recurso en el que muchos juegos erran, el personaje que controlamos no habla en todo el juego y esto impide que sintamos algún tipo de empatía con él.
Sin embargo, sí tienen mucha personalidad el resto de los personajes. Vladi, el oso que es nuestro ¿fiel? compañero es un ruso cascarrabias que no para de quejarse pero que a fin de cuentas se gana nuestro cariño. Los maíces, con sus chistes ingeniosos también tienen su encanto. Respecto a todos ellos, se agradecen sus voces en inglés europeo que le dan un toque diferente a las clásicas estadounidenses a las que nos tienen acostumbrados.
Eso sí, no tendremos demasiado tiempo para encariñarnos con ninguno de ellos. Maize no supera las 5 horas de duración, a menos que nos enredemos inevitablemente con algunos puzles que pueden llegar a ser un tanto complejos.
Teniendo todo esto en cuenta, Finish Line Games ha hecho su mayor apuesta a la historia y esto, sabemos, es una jugada muy arriesgada. No es que esté mal realmente, pero tampoco es una obra maestra. Es verdad que consigue intrigarnos cómo para saber cuál es trasfondo de todo, pero al final termina siendo bastante plana y los resultados pueden ser divertidos, pero solo horas después de terminarlo quedarán en el olvido.
Para atravesar esta trama afortunadamente tenemos una jugabilidad bastante cómoda. Sería preocupante no encontrarla así ya que las acciones son más bien pocas, aunque suficientes teniendo en cuenta que el juego consiste en encontrar, agarrar y utilizar objetos de forma adecuada.
Realmente no hay demasiados aspectos que analizar en Maize. Es una aventura excéntrica con tintes de humor que resulta entretenida principalmente por el ambiente que crea, con unos niveles en los que se respira desolación y esa música que acompaña perfectamente durante todos nuestros pasos.
Es recomendable para quienes gusten de utilizar el ingenio a la hora de resolver puzles y quienes quieran gastar poco para disfrutar de una historia que sabe diferenciarse de cualquier cosa que se haya visto, aunque esto no necesariamente quiere decir que sea buena. Los maíces vivientes pueden terminar siendo su mayor atractivo y casi lo único memorable.