Tras 15 años de ausencia, Mario Strikers regresa con Battle League Football, la tercera entrega de la franquicia futbolera.
Su anuncio nos tomó por sorpresa a todos cuando, tras una década y media, Nintendo confirmaba el regreso de Mario Strikers: Battle League Football, la tercera entrega de su franquicia futbolera, y pese a que el juego ofrece una divertidísima y entretenida premisa, peca de lo mismo que los últimos títulos deportivos de la compañía: escasez de contenido.
Mario y otros miembros del Mushroom Kingdom vuelven a competir en una canchita al mejor estilo futsal, aunque vale la pena aclarar que las reglas son un poco más flexibles que en el deporte indoor. Barridas a todo trapo, uso de objetos a lo Mario Kart, hiperchutazos y mucho más se hacen presentes en esta entrega que no falla a la hora de entretener, sino más bien a la hora de sostenerse en el tiempo.
Una propuesta divertida
La jugabilidad es el punto más alto de Mario Strikers: Battle League Football. La primera sensación que te da jugar un partido es la de “uf, listo esto es una bomba“, ¡y está perfecto! Este arcade con tintes futboleros es una de las apuestas más pulidas en cuanto a jugabilidad dentro de las aventuras deportivas que ha dejado Nintendo en los últimos años.
La introducción al juego se hace a través de un tutorial bastante extenso, aproximadamente de una hora, pero que la verdad no podría ser más útil. ¿Pero cómo, si quiero jugar con un amigo tiene que hacer una hora de entrenamiento? No, para nada, el juego lo vas a entender rapidísimo y es que las mecánicas son súper intuitivas, pero familiarizarse con todas las funciones te da una gran ventaja a la hora de competir y esa es la función de dicho prólogo. Por ejemplo, ya sobre el final de dicha introducción comienzan a explicar mecánicas avanzadas como pases en profundidad, golpes perfectos y otros añadidos que van un paso más allá de los movimientos básicos del juego.
Obviamente estamos ante un juego de fútbol, pero las similitudes con el deporte más popular del mundo llegan hasta cierto límite. Jugadores de campo que agarran la pelota con la mano, cajas con objetos, movimientos especiales y la nula existencia de faltas añaden ese elemento fantástico tan clásico de los juegos de Mario que elevan a esta propuesta por sobre otros juegos similares. Por ejemplo, se siente en parte como lo que debería haber sido el juego de Capitán Tsubasa, lanzado en agosto de 2020.
En los partidos se enfrentan equipos de 5v5 donde tenemos el control de hasta 4 personajes, dejando siempre al arquero en manos de la IA. Dentro de nuestra alineación conformamos una escuadra compuesta con personajes como Bowser, Peach, Mario y otros miembros de la saga, y lo interesante es que cada uno de ellos maneja “características” distintas. Algunos son más fuertes, otros ágiles o veloces, y es aquí, en conjunto con el apartado de customización de los personajes, que liberamos todo nuestro ingenio para armar una plantilla competitiva.
Un detalle a tener en cuenta en la parte de personalización es que cada equipamiento que compremos va a boostear un skill y downgradear otro. Por ejemplo, si compramos un casco que suba la fuerza, probablemente baje la velocidad , y esto lleva a que no haya un personaje capaz de realizar todo por su cuenta. Además después de varias horas y partidos encima descubrimos que los jugadores equilibrados son paradójicamente los que menos mueven la aguja. Conviene tener un Bowser con la fuerza y el remate al máximo, aunque tengamos que sacrificar la velocidad y regate y dejarle esas características a otro compañero, sino terminamos perdiéndonos en la intrascendencia misma.
Los partidos en sí son una batalla dinámica y frenética con la pelota en el centro de la escena. Los consumibles ingame en formato de cajas son uno de los disparadores para convertir el partido en una batalla campal, pero si de elementos dentro del partido estamos hablando el más importante es sin lugar a dudas el hiperchutazo. A través de un boost que aparece en el campo y dura 20 segundos a favor del equipo que obtenga el orbe mágico, nuestros personajes podrán activar un remate especial que cuenta con una vibrante animación y, en el caso de aplicar correctamente el timming a la báscula que carga el tiro, tendremos en nuestros pies (o incluso manos si usamos a Donkey Kong) un remate a gol que vale x2 en el caso de concretarse.
Mucho potencial, poco presente
Tristemente todas las bondades que el juego presenta durante los partidos terminan siendo opacadas por una cortísima y pobre oferta de contenidos. Comenzando por los modos de juego, Mario Strikers: Battle League Football ofrece tres tipos de contienda: Partido libre, Copa y Club Strikers.
El primero, como el nombre lo indica, es una suerte de partido amistoso de FIFA y podemos hacerlo de forma single-player, co-op local, vs local o vs online. Por el lado de las Copas, esta es la única opción para hacer algo realmente de forma single player, y las pocas copas presentes, sumado a la escasa cantidad de personajes hace que nos enfrentemos una y otra vez a los mismos equipos en lo que bien podría ser una sola competición de eliminación directa. Lo que sí tiene este modo es que es el responsable de darnos monedas para comprar los items de mejora para nuestros personajes.
Por último está el modo Club Strikers, donde podemos crear un club o unirnos a uno de hasta 20 jugadores para competir de forma online por recompensas. De momento y hasta la fecha de este análisis solo está disponible la opción de amistoso aquí ya que la temporada no empezó. La gran contra del modo online es que solo permite 4 consolas en simultáneo, por lo que estamos ante un 2v2 en vez de un 4v4, algo que realmente es una decepción ya que no se puede terminar de explotar todo su potencial.
En consonancia, la poca variedad no se la atribuímos únicamente a los modos de juego. El roster completo de personajes es pobre, contando tan solo con 10 opciones para elegir lo que se traduce en equipos muy similares durante los partidos. Para colmo tampoco es que la personalización estética o de equipos (potenciadores) sea tan variada, lo que lleva a que con suerte distingamos a nuestros rivales por el color de la camiseta nada más, y es muy factible que tanto en personajes como gadgets nos encontremos con un espejo constante.
Esta situación es algo que se viene dando de forma recurrente en los últimos años dentro de las propuestas de Nintendo, con una oferta inicial un tanto escasa y que con el correr de los meses recibe actualizaciones gratuitas que, o bien agregan personajes, modos de juego o algún que otro elemento. Como consecuencia, la impresión inicial sigue siendo la misma: muy poco contenido desde el día cero.
Un estilo vibrante
Volviendo un poco a las bondades que ofrece el título, la estética de Mario Strikers es algo para destacar. Desde la animación y todos los detalles durante los encuentros a las transiciones cinematográficas de los hiperchutazos, todo tiene un estilo único que atrapa y cautiva. Lo único que termina quedando en el debe es lo que ya mencionamos: la pobre paleta de personalización estética.
La música es otro compás que acompaña los partidos de forma acorde. Con la mayor parte de la banda de sonido siento temas originales muy rockeros y explosivos, tenemos la sensación de que todo el tiempo está pasando algo vibrante en la cancha y eso es fantástico ya que te genera una sensación absoluta de inmersión con el frenesí que son los partidos.
Conclusión
Mario Strikers: Battle League Football es un regreso, en cuanto a lo jugable, más que a la altura de lo esperado. Partidos vibrantes, animaciones únicas y mucha diversión a la hora de entrar a la cancha. Los elementos que añaden ese tonito de arcade suman muchísimo a que todo lo que pasa en el campo tenga aún más locura y nos termine sumergiendo en un frenesí de patadas y tiros especiales.
Por desgracia la oferta de lo que hay para hacer no acompaña bajo ningún punto lo que podría haber sido esta entrega. Desde un pobre modo single-player a una casi nula cantidad de personajes disponibles, este juego se siente vacío, como si fuese una demo a la que hay que comprarle el modo completo si nos gustó, y eso definitivamente no está para nada bueno.