Pac-Man se fusiona con los metroidvania tradicionales en Shadow Labyrinth, una propuesta que mezcla mecánicas para lograr un híbrido atractivo.
Cuando Bandai Namco anunció Shadow Labyrinth para conmemorar los 45 años del emblemático Pac-Man, realmente era difícil adivinar que nuestro querido amigo glotón amarillo iba a terminar en un metroidvania de desplazamiento lateral, con una narrativa oscura y críptica. El resultado final es un metroidvania denso y atmosférico que sorprende por su ambición narrativa y su forma de romper con el legado arcade, deformándolo con respeto pero sin miedo.
Con Katsuhiro Harada como productor ejecutivo, Shadow Labyrinth no es un capricho nostálgico, sino una reimaginación completa que pone al jugador frente a una experiencia introspectiva, perturbadora y singular. En este marco, el propio juego busca conocer sus límites de forma constante, y sin reinventar la rueda, logra convivir los gags y elementos tradicionales Pac-Man con la columna vertebral de los Metroidvania (más en la línea de Metroid que de Castlevania), con un mash up cumplidor
Un protagonista con amnesia en busca de respuestas.
La historia de Shadow Labyrinth nos mete en la piel del Espadachín Nº8, quien despierta sin recuerdos tras estrellarse en un planeta desolado, plagado de estructuras alienígenas y ecos de una tecnología en decadencia. Su compañero de viaje es Puck, una esfera amarilla flotante de sonrisa siniestra, que tranquilamente la podemos bautizar como el alter ego maligno y macabro de Pac-Man. Lo que parece un viaje de supervivencia se convierte en una exploración simbólica sobre la identidad, la memoria y el ciclo eterno de devoradores y devorados. Ambos personajes se necesitan entre sí: el Espadachín N° 8 para entender más sobre su naturaleza y por qué está atrapado ahí, mientras que Puck es la pieza críptica de este relato, y del cual poco a poco conoceremos más.
En este sentido , la narrativa hermética y contada a través de fragmentos visuales, mensajes ocultos y una mitología ambiental exige al jugador tener un poco de atención a lo que sucede entre escenarios y a veces ese ritmo no se logra sostener ni tampoco estamos hablando de un juego que realmente se destaque por su parte argumental, haciendo que mucho de lo que descubrimos sea una “justificación” para explorar una nueva zona o derrotar a x jefe.
En cuanto a mecánicas, Shadow Labyrinth es un metroidvania tradicional, pero que no se asusta cuando tiene que incorporar sus propias mecánicas a la fórmula. A las clásicas herramientas de progreso y exploración no lineal se suman fases inspiradas en los circuitos de Pac-Man, donde controlamos a Puck en secciones rieladas que homenajean los clásicos niveles y juegos del personaje. Estas secciones, lejos de sentirse forzadas, sirven como respiro entre tanto combate y es, indirectamente, ese puente entre el clásico juego icónico de los ’80 y las propuestas modernas. El mapeado general está diseñado con inteligencia: zonas interconectadas, accesos que se abren con nuevas habilidades, secretos que están ahí desde el principio pero que no se pueden alcanzar hasta mucho después. Hay una lógica espacial coherente, y aunque a veces se puede volver laberíntico, siempre hay señales que permiten orientarse si prestás atención. Es un plus el amor que los desarrolladores le pusieron al mapa para que la progresión no se sienta pesada y al mismo tiempo dejar que los escenarios que exploramos con rieles tengan su merecido protagonismo.
Todo lo positivo que tiene su mapa interconectado choca por momentos con lo vacío que se sienten algunas zonas, no solo de enemigos, sino también de una escases en NPC con los que interactuar que a veces son necesarias para agregarle color a la aventura. Es una aventura también de una extensión más que generosa, pudiendo completar la aventura en aproximadamente 13 horas y un par de horas más para completar todo al 100%.
El combate comienza de manera simple pero crece con el tiempo. La espada es nuestra herramienta principal, pero a medida que ganamos movimientos como el dash aéreo, el parry o ataques especiales que consumen energía, el repertorio se vuelve más variado. El juego obliga a aprender el patrón de los enemigos, que no siempre son muchos pero están bien distribuidos. Hay variedad de criaturas, desde drones biomecánicos hasta entidades que parecen salidas de una pesadilla digital. Los jefes, sin embargo, son un punto más irregular: hay algunos combates memorables, pero también otros poco inspirados, con patrones fáciles o arenas poco trabajadas.
Sin embargo, esta arista no termina siendo su punto más fuerte y por momentos termina como un recurso más dentro del abanico de mecánicas. En ese sentido, la capilardidad de movimientos y técnica no es tan profundo como en otros juegos del género, lo que reduce la espectacularidad de los enfrentamientos y por consecuencia, no hay batallas tan memorables aunque sí hay zonas plagadas de enemigos muy exigentes, que obligan a una estrategia exigente de “esquivar + atacar”
Uno de los aspectos donde más brilla Shadow Labyrinth es en la sensación de control. El protagonista responde con soltura, los saltos tienen peso y precisión, y las habilidades nuevas se integran de forma natural al loop jugable. El manejo de Puck en las fases de riel también está bien resuelto: fluido, desafiante pero nunca injusto. La dificultad está medida: empieza muy simple y accesible pero sube de forma progresiva, aunque hay picos desbalanceados en zonas opcionales que podrían molestar a quienes no disfrutan del ensayo y error.
Gráficamente es un juego que cumple más por lo que proponen los escenarios que por el diseño de los personajes y enemigos. Hay zonas muy bien logradas y también muy diversas; desde una fábrica con hologramas a un bosque de neón donde la luz se comporta como un depredador pasando por ruinas donde se escucha un eco de risa digital.
Shadow Labyrinth pelea con fuerza para defender su identidad y buscar ser una propuesta diferente en el género. No es Hollow Knight, ni busca serlo. Su ritmo es más pausado, su narrativa menos directa, y su enfoque está puesto en la atmósfera. No es para quienes quieren avanzar sin pensar o saltar todo el texto: acá hay que habitar el espacio, leer el entorno, reconstruir lo que pasó. El juego no te da respuestas: te invita a buscarlas. Y si bien no hay una narrativa realmente espectacular, hay un esmero constante en que no te olvides de Shadow Labyrinth por la suma de todos sus factores.
Conclusión
Shadow Labyrinth es uno de esos títulos que no entran en el radar mainstream y que puede correr el riesgo de pasar desapercibido. Es una reinvención arriesgada, un experimento que mezcla lo retro con lo moderno, lo lúdico con lo simbólico. Y si bien no todos sus elementos brillan por igual, la suma de sus factores terminan entregando un producto a la altura de las circunstancias y que merece una chance de ser jugada.
Shadow Labyrinth, a pesar de todas sus referencias al pasado, se siente como un juego que mira hacia adelante. No busca ser un homenaje literal, sino una reinterpretación. Toma la esencia de Pac-Man (el laberinto, la persecución, la acumulación de puntos) y la transforma en una experiencia narrativa, introspectiva y desafiantemente distinta. Una propuesta ideal para los que buscan añadir un metroidvania más a su catálogo y que no te va a defraudar.
Shadow Labyrinth es uno de esos títulos que no entran en el radar mainstream y que puede correr el riesgo de pasar desapercibido. Es una reinvención arriesgada, un experimento que mezcla lo retro con lo moderno, lo lúdico con lo simbólico. Y si bien no todos sus elementos brillan por igual, la suma de sus factores terminan entregando un producto a la altura de las circunstancias y que merece una chance de ser jugada.
Shadow Labyrinth, a pesar de todas sus referencias al pasado, se siente como un juego que mira hacia adelante. No busca ser un homenaje literal, sino una reinterpretación. Toma la esencia de Pac-Man (el laberinto, la persecución, la acumulación de puntos) y la transforma en una experiencia narrativa, introspectiva y desafiantemente distinta. Una propuesta ideal para los que buscan añadir un metroidvania más a su catálogo y que no te va a defraudar.