Shadow of the Tomb Raider es el cierre de la trilogía que marcó el reboot de Lara Croft, contando su historia de origen, ¿el final está a la altura de las circunstancias? Enterate todo en este análisis.
El camino de descubrimiento personal para la joven Lara Croft llega a su fin. Shadow of the Tomb Raider es el tercer capítulo de la saga que reinició el origen de la exploradora, allá por el año 2013. Eidos Montreal, junto a Square Enix, tenía la difícil tarea de presentar una historia que marque una conclusión aceptable a toda la lucha contra la Trinidad y el resultado es una narrativa que gana muchos puntos cuando muestra las debilidades y superaciones de la protagonista y merma cuando intenta contar un contexto y un por qué de lo que sucede a nuestro alrededor.
Como contrapartida, tenemos el mapa más extenso de toda la saga, con una ambientación que cobra vida a cada paso gracias a un apartado audiovisual alucinante. Las innovaciones han pasado a un segundo plano, sin embargo, los que han llegado hasta acá, luego de jugar Tomb Raider y Rise, encontrarán en Shadow of the Tomb Raider la aventura que estaban buscando.
Shadow of the Tomb Raider se ubica 60 días después de los eventos de Rise of the Tomb Raider, y alejándonos de los parajes fríos de Siberia, Lara se encuentra persiguiendo a la Trinidad en México. Su perseverancia por destruir a la secta se ha transformado en una obsesión y esto la llevará a tomar una decisión errónea que traerá la peor de las consecuencias posibles: el comienzo del apocalípsis.
Esto desencadenará una carrera contra el tiempo que la trasladará hacia la ciudad oculta de Paititi, en Perú. Ahí tendrá que unir fuerzas con una facción de la tribu que habita la región para enmendar su error y al mismo tiempo erradicar para siempre los propósitos de la Trinidad, que lleva el apellido Croft marcado a fuego.
Square Enix logra una interesante dicotomía en su argumento. Solo hay un año y dos meses de diferencia con la primera aventura, y ver cómo ha cambiado Lara en el transcurso de los 3 juegos es bastante peculiar. Mientras que en Tomb Raider la vimos dar sus pasos iniciales, errando de todas las maneras posibles pero con una determinación que le permitió salir con vida de Yamatai, la sed de venganza e ira consumida por la secta milenaria la lleva a cometer errores que ni en su inexperiencia hizo. Todo el periplo que transitamos en Shadow es producto de los errores de la protagonista, y esta enmienda que intenta hacer la llevará a redefinir su propósito como aventurera y exploradora de tumbas.
No voy a entrar en el terreno innecesario de los spoilers, pero en cuanto a solidez de su narrativa es el que menos ha impactado de toda la trilogía. Los plot twist con los que intenta sorprender al jugador no terminan de tener el suficiente empuje y casi en todo momento es más determinante las intenciones agresivas de Lara que lo que termina sucediendo alrededor de ella.
Y si hablamos de agresividad, estamos ante la versión más badass de toda la saga. La mirada inocente y caritativa de la primera entrega termina enterrada ante una vehemencia intempestiva que arrasa ante los soldados de la Trinidad, la fauna de la región y alguna que otra criatura misteriosa. Esta claro que es una versión más desconocida de la exploradora, pero es también la que termina generando todo el caos en el que se ve envuelta.
Donde esperábamos novedades era en las habilidades que Lara obtendría con el paso de la aventura y lamentablemente ese factor queda bastante corto. Salvo algunas innovaciones, como la posibilidad de hacer rappel o un sistema de nado más copado para que todas las incursiones acuáticas sean menos tediosas, pocas son las cosas nuevas que presenta Shadow of the Tomb Raider. Si bien ya empieza con un buen puñado de skills, hace bastante ruido que tengamos que aprender ciertas técnicas que ya estaban incorporadas en Rise (más aún si reiteramos que solo hay dos meses de diferencia entre la historia de cada juego).
Las mecánicas en exploración y el combate son casi un calco de lo que venimos disfrutando de las anteriores entregas, por lo que los veteranos de la saga se adaptarán con facilidad. Hay ciertos modificadores nuevos en las balas y las flechas que servirán para combatir a los enemigos más pesados, así como también nuevas técnicas de infiltración, como llenarse de fango (al mejor estilo Arnold en Predator) y pasar desapercibido si estamos pegados ante una pared.
Shadow aprovecha el cierre de la saga para incorporar dos aspectos con los que coqueteó en la entrega anterior: las misiones secundarias y las tiendas para comerciar. En el caso de las sidequest, son un puñado de recados que se encuentran en los puntos de civilización dentro del juego y realmente no aportan mucho, salvo estirar la vida útil del juego. En su gran mayoría se tratan de recados que nos llevarán a buscar un objeto o hablar con determinadas personas.
La parte de las tiendas es la que ofrece al jugador la posibilidad de ahorrar tiempo en busca de recursos y armas. ¿No tenés ganas de buscar determinada piel de animal para mejorar un arma? Por una cantidad de monedas podés hacerte de este item. No solo materia prima encontraremos en estos lugares, sino que además habrá la posibilidad de adquirir algunas armas, accesorios y vestimentas.
Si Square Enix decidió no apostar en presentar una propuesta diferente en su jugabilidad, es porque hizo foco en la ambientación. Shadow of the Tomb Raider nos deleita con uno de los escenarios más vistosos en lo que va del 2018. Claramente la flora y fauna sudamericana le sienta mucho mejor al juego que los parajes fríos de Siberia, o la turbulenta región de Yamatai.
Los parajes selváticos, las urbes incrustadas en medio de la nada y la oscuridad de sus tumbas y parajes son un verdadero deleite visual, que se refuerza por el increíble sonido ambiente que envuelve cada uno de nuestros pasos. Podemos escuchar el ruido de los animales que se perturban con nuestro andar, el sonido del agua que pasa por debajo de nosotros o la brisa que mueve la copas de los árboles. Ese nivel de detalle hace que se aprecie mucho más el trabajo que ha realizado Square Enix con una de las franquicias más emblemáticas del mundo gamer.
Del colorido de la selva, pasamos a la oscuridad y la rusticidad de las cuevas y tumbas. Las estructuras arquitectónicas de la cultura Maya que exploramos con tanto ahínco en Shadow of the Tomb Raider se fusionan con ese mix de suspenso y terror, ante las trampas colocadas, el olor a muerte que se percibe en el aire y las misteriosas criaturas que nos observan a la distancia.
La iluminación juega un factor clave en este aspecto, ya que logra resaltar cada uno de los detalles que conforman los escenarios, principalmente los de interior, donde podemos apreciar que cada tumba que visitamos es muy diferente a la anterior.
Con la posibilidad de ajustar el nivel de dificultad tanto del combate como de los puzzles, Shadow presenta los puzzles más complejos de toda la trilogía. Si bien la gran mayoría se resuelven activando determinados mecanismos, la curva de dificultad va de menor a mayor, y en el tramo final son bastante interesantes en cuanto a su resolución.
La duración de todo el arco principal del juego ronda las 12 horas, aunque la aventura cuenta con una buena cantidad de desafíos, coleccionables y objetos para conseguir. Estas acciones secundarias, que convergen en un mapa gigante, permiten que la vida útil se extienda una buena cantidad de tiempo más, y si además le sumamos todo lo que trae jugar una segunda partida más los DLC que llegarán en los meses venideros, tendremos varios meses para disfrutar de nuestra querida Lara Croft.
Shadow of the Tomb Raider es un cierre más que aceptable de este hermoso regreso de Lara Croft. A nivel argumental, termina perdiendo solidez en la resolución de las tramas y sub tramas, pero en el compendio total de lo que ofrece el juego estamos con un título que está a la altura de las circunstancias exigidas. ¿Tendremos más historias en el camino? Más tarde que temprano, pero claramente este no es el adiós definitivo de nuestra exploradora favorita.