Una nueva entrega de la versión festiva de Mario y sus amigos intenta un equilibrio delicado entre los nuevo y lo viejo con relativo éxito. Aun así, el objetivo principal de la diversión entre familia y amigos está asegurado con Super Mario Party Jamboree.
Hay franquicias que no quizás no terminen jamás. Independientemente de la opinión que tengamos de cada una de ellas, es difícil pensar un mundo un mundo sin otra temporada de Los Simpsons, una historia de Star Wars o un videojuego de Mario Party. Es que nuestro amigo plomero sí que sabe cómo picantear una noche entre seres queridos con minijuegos, tableros de acción y giros inesperados que pueden poner primeros a los últimos y viceversa. Próximo a peinar las tres décadas, esta saga de consagración temprana y continuidad obligada ha dado ya una gran cantidad de entregas ineludibles como intrascendentes y el criterio para caer en una u en otra categoría siempre ha sido el mismo: ¿cuánto hay que renovar la fórmula?
Guiados por esta eterna pregunta, Nintendo quiso darle a la Switch una tercera entrega del videojuego luego de Super Mario Party, la apuesta por lo nuevo, y Super Mario Party Superstars, un compilado de lo viejo con nueva chapa y pintura. Estos dos capítulos no especialmente recordas de la saga, pero razonablemente exitosos como para envalentonar a la compañía de la N dieron paso a Super Mario Party Jamboree, un intento de balance entre sus dos predecesores. Los diferentes análisis previos al lanzamiento dieron un veredicto dividido. Nada nuevo bajo el sol. Por eso, aquí vamos a evaluar los (no tan) nuevos tableros de la mascota de Nintendo intentando poner luz sobre qué de lo viejo está bien rescatado y qué de lo nuevo vale la pena continuar.
¿Por qué un Jamboree?
En la línea temporal de Mario Party, Jamboree se ubica como décimo tercera entrada dentro de la saga (sin contar pequeñas variantes de consolas portátiles y otras yerbas). Si tu último recuerdo de estos videojuegos son las divertidas partidas por estrellas de Nintendo 64, es importante aclarar que la franquicia se ha expandido más allá. Ahora, la fiesta cuenta con diferentes modos alternativos como para potenciar la diversión con tus amigos. Sin reinventar la rueda, las opciones varían entre juegos rítmicos, dinámicas que aprovechan los sensores de movimiento de la consola y variaciones posibles de centenares de videojuegos.
Retomando, hace un par de años que Nintendo considera “poco sexy” numrerar cada nuevo Mario Party. Jamboree vendría a sugerir un nivel de fiesta supino, lo que se corrobora en sus múltiples modos de juego:
- Mario Party: el viejo y querido tablero que alterna monedas, minijuegos y estrellas.
- Puerto de minijuegos: saltearse los dados y competir en los característicos minijuegos (nuevos y clásicos).
- Bowseratlón: una variación del modo tablero + minijuegos en el que un falso Bowser insiste en interrumpir la partida para desbalancear la cancha.
- Brigada anti-bowser: el estreno de esta entrega, un cooperativo asimétrico contra el malvado Koopa que también incluye minijuegos.
- En alas de la aventura: un curioso rescate emotivo del mario de sombrero alado que invita a dos jugadores a competir por los aires entre sí o aliarse en un pseudo Crazy Taxi aéreo.
- Fábrica Toad: otro cooperativo basado en puzles de movimiento al mejor estilo Mario Vs. Donkey Kong o Snipperclips.
- Cocina rítmica: los típicos juegos al compás de la música que ya son parte del Party hace ya un par de entregas.
Además, alternativamente, para los jugadores solitarios existe el Paseo servicial, un recuachutado de las opciones de arriba convertidos en “modo historia”, con minijuegos devenidos en boss fights o misiones secundarias. En última instancia, todos estas posibilidades permiten acumular puntos intercambiables por postales, reacciones y demás coleccionables. La varierdad de modos se completa con 22 personajes para elegir, un verdadero combo que explica por qué esto ya es un jamboree.
Navegando un mar de posibilidades
El hub central del Super Mario Party Jamboree es una isla donde podemos elegir qué tipo de competencia queremos celebrar. Abruma en un primer lugar la variedad así como el sinfín de tutoriales muchas veces imposibles de saltear. En el afán de hacer el juego lo más claro posible, los inicios son un poco torpes y podemos pasar buena parte de nuestro tiempo entrenandónos en modalidades suficientemente autoexplicativas que no requieren tanto entrenamiento. La idea es que cualquier pueda jugar, premisa que de a momento funciona con eficacia y, por otros, demora la acción más de lo necesario.
En la práctica, un excelente componente de justicia se hace patente en el tradicional modo de tablero. Un jugador hábil en minijuegos puede perder toda ventaja frente a otro con suerte en los dados, transformando la partida en un cabeza-a-cabeza hasta el último minuto. Ahora, modos como la cocina rítmica o el de En alas de la aventura parecen más minijuegos levemente expandidos, variaciones que uno puede dominar luego de un par de partidas y que pierden la novedad luego de ellas. El mar de posibilidades naufraga cuando intenta dar más opciones a jugadores que quizás no esperaban más que la vieja y querida fórmula. Para colmo, algunas modalidades de juego solo permiten la multijugabilidad a través de modo online o múltiples consolas, una limitación que desluce parte del trabajo para hacer Jamboree una entrada innovadora dentro de la saga.
Es, por ejemplo, el caso de la brigada anti-bowser, la gran novedad que tampoco se destaca especialmente. Sin exhibir grandes innovaciones, este microjuego disfrazado de modalidad, si bien dotado de su encanto y dinámicas entretenidas, es muy pequeño para ser considerado una modalidad en sí misma y muy expandido para ser un minijuego. Como tal, difícilmente trascienda al próximo Mario Party en las condiciones en las que está. En última instancia, los distintos tipos de juego de Super Mario Party Jamboree esbozan la pregunta eterna de si menos es más.
Colorido = Cadencioso = Competitivo
Otro acierto de Super Mario Party Jamboree se halla sin duda en su apartado audiovisual. En el fragor de la batalla por las estrellas, es muy fácil obviar todo lo que está ocurriendo de fondo. Los tableros son dinámicos, llenos detalles coloridos, personajes ocultos, sonidos nostálgicos del universo Mario. Todo esto genera un clima ideal para la competencia, un entorno que favorece esa sensación de excitación cuando el contador corre y estamos apretando botones a más no poder. En otras palabras, Mario Party domina hace rato el concepto de ambiente, y Jamboree no se queda corto en potenciar la inmersión total, el sentimiento de audacia con cada estrella ganada y ese súblime y efímero instante de liderar el podio, que puede esfumarse en un instante.
Este no sería posible sin el funcionamiento fluido del videojuego. Nobleza obliga, el desempeño se ve levemente afectado en el modo online, y una mala conexión puede frustrar a muchos jugadores, pero se nota la evolución a lo largo de cada entrega, con Jamboree superando a sus predecesores con creces. En definitiva, se trata de preservar la dinámica, y Super Mario Party Jamboree no solo lo entiende a la perfección sino que lo logra con eficacia.
El veredicto: ¿confirmar asistencia a Super Mario Party Jamboree?
Es hora de volver a la reflexión inicial. Nintendo no quiero soltar a la versión festiva de Mario, por lo que tendremos esta franquicia para rato. Siempre habrá un grupo de nostálgicos que le habrán soltado la saga en Nintendo 64, pero aquellos que no ven con malos ojos cada nueva entrega deben preguntarse para qué vuelven a jugar Mario Party. Si la respuesta es su emocionante dinámica de juego de mesa combinado con frenéticos minijuegos para compartir con amigos, entonces, Super Mario Party Jamboree es de visita obligada. Su capacidad de tomar lo que funcionó de sus precedesores y su aprovechamiento de los controles de movimiento en general hacen de este un excelente juego de (no tan) amistosa competencia.
Ahora, si se espera la novedad, no es por acá. La hay, solo que no goza de un peso memorable. Como mencionamos, las nuevas modalidades no son malas, pero no llegan ni a los talones del modo clásico. En toda justicia, esto es sin duda la maldición de cualquier franquicia bien establecida. Ni el inefable hermano mayor y tuerca de Mario Party, Mario Kart, está exento de este desafío, y es probable que la gran mayoría de los jugadores, anitguos y nuevos, se acercan a estos clásicos por lo que los hizo brillar desde el día cero. Sin embargo, nada quita que Super Mario Party Jamboree es simplemente uno más de la saga, lo cual no es poco decir, pero tampoco es suficiente. Sea como fuere, nadie puede negar lo placentero que es competir con seres queridos en una tarde/noche, ya sea online o en el sillón, y Super Mario Party Jamobree es garantía de diversión asegurada, honrando una fórmula imbatible que no ha envejecido en lo más mínimo.
Super Mario Party Jamboree funciona con precisión suiza en la mecánica bien calibrada de tableros y minijuegos. Son sus intentos por innovar los que destiñen un poco esta nueva entrega que, sin echar por tierra los esfuerzos de Nintendo de insuflarle nueva vida a la saga, no alcanzan para atraer por su novedad.