Tomas Sala nos trae un precioso mundo abierto que se contrapone con un diseño de misiones exageradamente pobre, que perjudica una aventura que podría haber sido más.
Casi como uno de los títulos presentación de la nueva generación de consolas, aunque nosotros lo hemos jugado en PC, aparece The Falconeer. El juego de Little Chicken Game Company, distribuido por Wired Productions y desarrollado íntegramente por Tomas Sala nos sumerge en un mundo dominado por enormes océanos que podremos recorrer sobre los lomos de gigantes halcones con el fin de resolver los conflictos políticos que han acabado con la paz. Una aventura de acción con toques de RPG que podría haber sido más, si tan solo hubiesen profundizado en sus mecánicas principales.
Llevando la paz a Ursee
The Falconeer nos lleva al mundo de The Great Ursee, un escenario protagonizado por enormes océanos y pequeñas islas habitadas por diferentes facciones. El problema yace en que cada uno de estos bandos tienen puntos de vista completamente diferentes y sus políticas de progreso los llevan a enfrentarse en un conflicto bélico que podría acaba para siempre con la paz que predomina en el lugar. En ese contexto nos toca entrar en acción a nosotros, subiéndonos a bordo de enormes halcones armados y formando parte de las fuerzas militares de las diferentes agrupaciones.
La historia de la obra de Tomas Sala comienza de una forma algo enrevesada, siendo bastante difícil seguirle el hilo durante los primeros compases. Para cuando la cosa se aclara el relato empieza a perder fuerza y cada vez se vuelve menos predominante conforme nos acercamos al final, tanto así que perdemos cualquier tipo de empatía que hayamos generado por los protagonistas y terminamos completando el juego sin involucrarnos demasiado. Lo más interesante resulta del hecho de poder controlar a las diferentes facciones, pudiendo conocer sus ideales y así formar parte de todo un conflicto, sacando nuestras propias conclusiones.
Fuego en los aires
The Falconeer claramente bebe de la fórmula de los grandes arcades de combate aéreo, como puede ser la saga de Ace Combat, solo que en lugar de veloces jets en este caso nos subimos a bordo de halcones gigantes equipados con armas en sus lomos. El problema es que, justamente, el juego no sabe aprovechar la versatilidad que supone estar al control del animal y al final terminamos sintiendo que también montamos alguna especie de máquina, pudiendo reclamarle cierta falta de posibilidades como la de quedarnos parados en el aire o usar las extremidades del ave para atacar.
En sí la jugabilidad de la obra no acaba de funcionar. Los combates son muy básicos, en gran parte gracias a que solo contamos con un ataque primario y a que la IA enemiga no colabora demasiado, pudiéndonos librar fácilmente de los enemigos alejándonos cuando nos encontramos en algún apuro. Todos los combates se resumen, entonces, en enfrentar a otros jinetes o fuerzas armadas en tiroteos incesantes que terminan cuando el último queda en pie. Tampoco disponemos de un variado arsenal para dar dinámica a los enfrentamientos, por lo que lo único atractivo terminar siendo cómo se ven todas esas explosiones y disparos en los aires.
Y por si la acción de The Falconeer no fuese lo suficientemente monótona, el diseño de misiones no ayuda en nada. Ya sean primarios o secundarios, los objetivos siempre nos invitan a transportar objetos, defender barcos o atacar bases enemigas. Así a lo largo de unas 12 horas que nos llevó terminar el juego, habiéndonos cansado en realidad cuando íbamos por la mitad. Claro que siempre tendremos la posibilidad de volver a nuestra base para encontrarnos con la chance de mejorar o personalizar a nuestra ave o a nuestro jinete, con un abanico de opciones (también) bastante pobre.
Sin embargo hay una luz en este oscuro mar de agua que estamos describiendo en este análisis, porque The Falconeer es precioso a nivel visual. Recorrer el mundo de Ursee con sus enormes océanos, su variedad de islas, sus escenario especiales y, sobre todo, con el sol o la luna reflejando en el agua a las diferentes horas del día es todo un placer. Es cierto que cuando tenemos que viajar largas distancias podemos reclamarle la imposibilidad de viajar rápido por una estamina que se acaba demasiado pronto, pero pocos se animarán a quejarse cuando los paisajes a recorrer son tan bellos.
Enormes halcones – Apartado técnico
Aunque con altibajos, en el apartado técnico yace uno de los puntos más fuertes de la obra de Tomas Sala. Como dijimos antes, The Falconeer es un juego precioso, con su juego de luces y sombras, con su buen diseño de escenarios, con los climas reflejados en la inmensidad de los océanos y con lo bien que se ve todo ese conjunto desde las alturas. Este diseño de gran gusto además es acompañado por unos gráficos, aunque con pocos polígonos, que hacen justicia a lo que su creador imaginó.
Sin embargo debemos decir que en lo que a sonido refiere la experiencia no pasa por el mismo lado. Nosotros hemos optado por tocar todas las opciones sonoras desde el menú de configuración, para evitar que las voces (que suenan como dentro de una caja) nos aturdan y para conseguir que su discreta banda musical cobre algo de protagonismo cuando decide aparecer. En cuanto al rendimiento no podemos quejarnos, más allá de algunos tiempos de carga algo exagerados para el tamaño del propio juego.
The Falconeer, el veredicto final
Está claro que Tomas Sala tiene un gran talento y que ha imaginado un mundo precioso, en el que se puede disfrutar el solo hecho de volar por sus preciosos mundos. Sin embargo, no se trata de un fly simulator y por eso tenemos que poner en tela de juicio el resto de sus mecánicas, a las que realmente es muy difícil encontrarles demasiados atractivos sobre todo después de la primer mitad del juego.
The Falconeer nos regala un asombroso mundo abierto en el que es fácil perderse sobre el lomo de nuestro halcón, pero a su vez nos propone una serie de misiones exageradamente repetitivas, unos combates demasiado básicos y muy pocas posibilidades a la hora de personalizar al ave. Claramente hay potencial en esta aventura, pero si están buscando acción en los aires, hay opciones mucho mejores.