We Happy Few ya está entre nosotros, con una aventura de supervivencia que obnubila con su ambientación pero, ¿la jugabilidad está a la altura de la ambición de Compulsion Games?
Si hacemos una lista de los títulos que mayor hype venían arrastrando durante el último año, We Happy Few puede posicionarse tranquilamente en las ubicaciones más altas. Compulsion Games viene trabajando en esta aventura desde hace varios años y en su recorrido fue incorporando a importantes desarrolladores para completar la labor de este ambicioso universo ambientado en la ficticia Wellington Wells.
We Happy Few es un título que deleita con lo que te muestra, escenarios increíblemente diseñados englobados en una Inglaterra sesentosa que termina siendo un híbrido entre el color de hippismo y la industrialización futurista (un mundo en el que Austin Powers encajaría perfectamente), pero también brilla cuando presenta sus emociones de manera tácita, con diálogos muy bien llevados y situaciones que nos dejan palpar los matices de una sociedad regida por una dictadura que obliga a sus ciudadanos a consumir una droga para olvidar su pasado y ser felices, mientras los que se abstienen a este sistema de facto tiene que vivir marginados en asentamientos completamente en ruinas.
La estructura madre del juego ha mutado a lo largo de todo su desarrollo, presentando en su lanzamiento oficial una idea un tanto distinta a la concepción que Compulsion Games tenía preestablecida para We Happy Few. Sin embargo, este rpg de supervivencia logra florecer en grandes momentos, aunque hace agua en puntos muy relevantes de su jugabilidad.
Recuperando el pasado, persiguiendo el futuro
We Happy Few divide su campaña en 3 actos, protagonizados por personajes completamente distintos que comparten, además de historias cruzadas, un mismo objetivo: escapar de Wellington Wells.
La historia está ambientada en la década del ’60, varios años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, conflicto bélico que tuvo un desenlace distinto al que lo conocemos: Estados Unidos no se involucró, Alemania ganó la guerra y terminó invadiendo Gran Bretaña.
Dentro de todo esto se erige Wellington Wells, una ciudad que tomó una decisión brutal (no hay ningún spoiler en este análisis así que tranquilos) para lograr que los alemanes abandonen el territorio. Para aplacar el nivel de angustia y tristeza, consecuencia directa de este hecho, el Gobierno de la región dictaminó como ley obligatoria el consumo de una droga llamada Joy (júbilo), que borra nuestro pasado y nos mantiene en un constante estado de éxtasis y felicidad plena.
Pero, ¿qué pasa cuando el pasado es tan fuerte que no se puede olvidar? esta es una de las premisas que conectan a los 3 protagonistas de We Happy Few: Arthur Hastings, Sally Boyle y Ollie Starkey. A pesar de que tienen una conexión entre ellos, cada uno tiene sus propias motivaciones, deseos, miedos y frustaciones, y es también donde matiza la historia, desde las distintas perspectivas conocemos otros enfoques de Wellington Wells.
Arthur es quien tiene la historia más extensa de todo WHF y será también con el que más detalles argumentales descubramos sobre la ciudad. Con el paso de las horas descubriremos cómo viven los parias en las afueras de urbe y varios secretos que hacen de este relato un vaivén de emociones constantes. A pesar de ser un juego en primera persona, logramos empatizar mucho con los protagonistas gracias al excelente trabajo de voz que Compulsion Games le impuso.
De la tristeza al humor, de la melancolía al absurdo lisérgico. We Happy Few es una montaña rusa de emociones y es, junto a su ambientación, el pilar fundamental por el cual es un título para recomendar a posteriori, si obviamos varias de sus falencias.
Wellington Wells, una ciudad demasiado grande
Como mencioné más arriba, WHF es un rpg de supervivencia, en el que tendremos que ir completando misiones, explorar y mientras hacemos todo eso juntar recursos, ya que cada elemento es clave en la aventura. Desde vestirnos apropiadamente para pasar en determinadas zonas hasta conseguir cantimploras para juntar agua cuando tenemos recorridos extensos, la estructura del juego está planteada para que nos abramos paso en los diferentes escenarios con los objetos que vayamos obteniendo. Si bien en algunos casos necesitamos objetos excluyentes para avanzar, en otros la manera en la que decidamos proseguir queda a nuestro criterio.
Vale destacar que en We Happy Few el sigilo se destaca por el resto de nuestra acciones. Entrar en casas para saquear o pasar desapercibidos durante los toque de queda que hay por las noches cotiza mucho más que embarcarnos en situaciones de pelea con armas, en su gran mayoría cuerpo a cuerpo, contra nutridos enemigos, porque no solo tendremos que evitar a la policía y a varios grupos sectarios, sino a toda la población si nos consideran “aguafiestas”, que significa no estar bajo el efecto del júbilo.
Drogarse en el juego también termina teniendo efectos contraproducentes. Tenemos a disposición la posibilidad de consumir las pastillas de Joy, pero si abusamos de consumo puede traernos consecuencias negativas, como reducción de vida o resistencia, al igual que la resaca cuando el efecto se termina.
Si bien tenemos que comer, beber y dormir para estar en condiciones óptimas, no moriremos por una de estas aristas, mucho menos por falta de sueño. Más adelante desde Compulsion Games confirmaron que agregaran un Modo Supervivencia, pero actualmente las penalizaciones por sed, hambre o poco descanso se traducen a una reducción en la vitalidad o en la resistencia para correr.
El inventario termina siendo algo caótico por momentos, ya que en más de una ocasión terminaremos con nuestros bolsillos llenos y tendremos que ir resignando objetos hasta que llegamos hasta alguno de las zonas seguras para depositar lo que hemos juntado para confeccionar items.
Los 3 personajes cuenta con su propio árbol de habilidad bien diferencias antes las principales características de cada uno, por ejemplo, mientras que Sally es una experta en todo lo relacionado con la química y el sigilo, Arthur es más ducho en el combate cuerpo a cuerpo y pasar desapercibido gracias a su buena labia para conversar.
Hay algunas cuestiones que no se pueden obviar en este tipo de juegos y que hacen de We Happy Few una experiencia frustrante en determinados momentos. Para empezar, un mapa demasiado grande para el contenido que ofrece. He recorrido un campo durante cientos de metros para no encontrar absolutamente nada, solo árboles y arbustos; ni tampoco son el punto de objetivos para las misiones, otro de los puntos flacos de este título.
Luego de haber completado las primeras misiones queda bastante en evidencia que los recados secundarios cumplen la única función de estirar la vida útil del juego (que intentando completarlo en su totalidad, supera las 22 horas), cuestión que termina siendo contraproducente, porque si bien son la via por la que obtenemos puntos de habilidad, terminan alejándonos de la historia principal del juego, ya que además de tener poco peso argumental, son muy repetitivas, en las que nos recibimos de cadete en la mayoría de ellas.
Paciencia es algo que perderemos en varios momentos del juego, más específicamente cuando transitemos por las regiones controladas por el Gobierno. Las políticas que un ciudadano debe cumplir a rajatabla para no alterar la paz van desde, evidentemente, no robar en casas ajenas ni golpearte con personas en la calle. Pero si a eso le agregamos que correr, saltar y andar agachado está prohibido, algunos pasajes del juego resultan interminables, principalmente al comienzo, cuando no tenemos desarrolladas algunas habilidades que omiten este tipo de penalizaciones
Los bugs dicen presente también, y en cantidades abundates. Si bien es algo que seguramente corregirán en futuros parches, me ha sucedido que no pude completar una misión porque el juego no me lo permitía, o también objetos y personas que desaparecen por arte de magia y casas que se parten a la mitad, debido a los molestos problemas de renderizado que sufre el juego en deteminados momentos
Audiovisualmente, un culto a la época sesentista
Si la historia e universo de We Happy Few son notables, la arista audiovisual que compone el juego tiene una injerencia fundamental.
Todo el expresionismo de los años ’60, sumado a movimientos de la época, como el Pop-Art y Happening, se fusionan con un aspecto retrofuturista que logra deleitarnos con el inmenso trabajo realizado por Compulsion Games. Las personas que nos cruzamos durante el juego no terminan teniendo ese nivel de detalle que si podemos apreciar en las casas o en las calles de la ciudad, pero aún así la dirección artística es notable, logrando contraponer la felicidad de las urbes con la realidad de los habitantes que viven marginados, intentando vivir con su pasado a cuestas, sumidos en la pobreza.
Conclusión
We Happy Few tiene una similitud bastante grande, salvando las distancias, con Vampyr, que tuvo una buena recepción a principios de junio. A pesar de tener una jugabilidad bastante trunca (producto quizás de proyectos muy ambiciosos a manos de pequeñas desarrolladoras), su ambientación e historia son motivo suficiente para involucrarse de lleno en esta aventura.
Si dejás de lado ciertas cuestiones técnicas y el tedio de chiclosas misiones secundarias, We Happy Few merece que le des una oportunidad.