Un híbrido entre plataformas y rpg con la dosis justa de nostalgia son los componentes que destacan a Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge.
Si siguen con frecuencia las reviews que solemos publicar en Geeky (principalmente las que suelo redactar con mucho amor), habrán visto que le damos notoriedad a una buena cantidad de títulos indie que salen en las diferentes regiones del mundo, por lo que me parece una muy buena idea arrancar el 2020 con un juego de estas características.
Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge es la opera prima de Last Chicken Games, una pequeña desarolladora radicada en España conformada por 5 personas y que apuestan con su primera IP una aventura pequeña, de ambiciones precisas pero que no por eso dista de tener su atractivo.
Esta aventura en 2d con pixel art logra mezclar los clásicos aspectos plataformeros de los ’90 una dosis de RPG, asentada en la progresión del protagonista y su armamento, que no duda en homenajear a sus influencias claras en el género con pequeños guiños y momentos que tienen su encanto propio.
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De basurero a héroe
Un denominador común en muchas de los plataformeros y aventuras de acción es que el héroe de turno no es un defensor nato de las causas nobles sino que se las circunstancias lo llevan a esto, y en esta historia creada por Last Chicken Games, hay mucho de eso.
Willy Jetman es un basurero espacial de la empresa AstroCorp que debe ir al planeta Gravos tras un requerimiento para limpiar los residuos de un accidente con una nave que chocó con un meteorito en la órbita de dicho cuerpo celeste. Con la ayuda de una IA llamada Gladys, tendremos que ir explorando la región encontrando las diferentes piezas de la nave para que dejen de contaminar al planeta.
Sin embargo, a medida que nos adentramos en estos territorios y comenzamos a interactuar con los habitantes del planeta comenzaremos a descubrir algunos secretos que pululan en las inmediaciones, algunos relacionados con la empresa para que trabajamos y otros con el tripulante que habitaba la nave que chocó con el asteroide.
Todo el relato no termina de tener un atractivo lo suficientemente poderoso para que la historia nos quede guardada en un lugar especial, en parte por un guion bastante chato y por otro lado porque tampoco el juego apunta a eso. La narrativa busca justificar nuestras acciones pero no ir más allá, pero le valoramos a Last Chicken Games los diálogos divertidos y las situaciones graciosas que le van surgiendo a Willy Jetman durante todo su periplo.
Explorando el planeta, un secreto a la vez
La metodología de Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge es completamente sencilla: el enorme planeta está dividido en zonas en las que tendremos que ir recolectando los diferentes residuos que encontramos y llevarlos a los contenedores estratégicamente colocados. ¿Cuál es el elemento distintivo que tiene el protagonista de turno? Pues el mismo título lo indica: el protagonista cuenta con un jetpack que le otorga al mapa una verticalidad constante, utilizando esta herramienta tanto para explorar como para dar una versatilidad en el combate.
Obviamente, a medida que vayamos adentrándonos en el planeta los escenarios se volverán más complejos, con trampas mortales como lava o maquinarias que nos matarán automáticamente, así como también situaciones más complejas para llevar los residuos, que nos darán suculentos “créditos” que funcionan como la principal y única economía del juego. Estos créditos permiten upgradear las diferentes armas y accesorios que encontramos en el juego.
Las armas no tienen un complemento meramente estético o se diferencian por tener un patrón de ataque y distancia diverso. Cada una tendrá una ventaja contra los enemigos que enfrentemos: los acuáticos, las máquinas, los terrestres, los voladores, y así. Las mejoras funcionan para aumentar su potencia y la cadencia de las mismas, por lo que el juego invita a que intentemos mejorar todas paulatinamente y no especializarnos en una sola, porque las criaturas que encontremos suelen variar en sus especialidades defensivas.
Si los enemigos logran tener una variedad acorde a lo que propone todo el arsenal con el que contamos, la parte de los bosses se queda un poco trunca: no solo tienen una constante repetición de diseños, sino que muchos de ellos se logran vencer repitiendo un mismo patrón de movimientos hasta vaciar la barra de vida por completo.
Las aristas RPG quedan a la vista cuando comenzamos a grindear al protagonista. Subir de nivel aumentará paulatinamente la vida y el combustible del jetpack, algo que al principio será bastante reducido pero una vez entrados en el juego tendremos una mayor durabilidad en el aire.
Esto se complementa obviamente con el ya mencionado upgrades de las armas, pero nada más que esto. Estas cuestiones roleras están sutilmente implementadas para que estemos completamente dedicados a la exploración de los escenarios y a disfrutar de todo este encanto plataformero, que no abusa de los easter eggs ni el fan service, pero cuenta con algunas situaciones que no voy a spoilear pero son preciosas.
Los diseños del mapeado son uno de los puntos más altos de Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge. El juego aprovecha la verticalidad que ofrece utilizar el jetpack para las situaciones plataformeras más complejas, que exigen por momentos un grado de precisión cuasi quirúrgicos para no perder. Por suerte, está “frustración” que puede generar perder una y otra vez en la misma zona se contrapone con los save points bien distribuidos en todo el mapa.
Llegado un punto, más allá de algunos desafíos extras que encontramos en el camino, la ecuación es siempre la misma: avanzar a una zona, detectar en el mapa los residuos a recolectar y llevarlos al punto de extracción. Esta repetición clara se ve tapada por la buena esquematización de los escenarios, logrando que Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge no entre en una monoto nía clara.
Todo el planeta puede ser revisitado por completo las veces que queramos. Además, cuando lleguemos a determinada instancia se activará unos teletransportadores para llegar más fácil a la zona que querramos. Tendremos una buena dosis de secretos en los escenarios para encontrar mejoras de vida, jetpack y créditos; y unos ídolos dorados que funcionan como el único coleccionable (aunque tienen su valiosa recompensa hallarlos). Me hubiese gustado que el juego te proponga encontrar más objetos, o quizás alguna sidequest por fuera de lo que es juntar la basura espacial.
Conclusión
Es un debut más que interesante para Last Chicken Games. Willy Jetman: Astromonkey’s Revenge no le sobra absolutamente nada, pero tampoco le falta. Logra un equilibrio constante de sus propuestas en las casi 8 horas que puede durar completar la primera partida (hay un reto para speedrunners que invita a completarlo en menos de 3).
Con un estilo ya conocido hasta el hartazgo, el juego logra destacarse desde pequeñas aristas que le dan una cierta frescura a la aventura. En donde le falta ambición, lo solventa con una jugabilidad sólida, controles precisos y una dinámica de los escenarios brillante.