The Game Kitchen presenta un híbrido entre soulslike y metroidvania con Blasphemous, una aventura cargada de una premisa argumental y ambientación no exenta de polémicas.
The Game Kitchen es una pequeña desarrolladora española que cuenta con The Last Door, una aventura gráfica de suspenso y terror (que recibió bastantes críticas positivas), como único título dentro de su catálogo. Ahora, y tras 3 años de desarrollo y una exitosa financiación en Kickstarter, nos llega Blasphemous, una interesantisima propuesta en 2D y un logrado pixel art que logra fusionar la progresión y la acción de los metroidvania con la dificultad y la imposición de los enemigos de los Soulslike.
Esta premisa es solo la punta del iceberg cuando se trata de describir un juego como Blasphemous, que cuenta con un lore narrativo fuertemente cargado de aspectos religiosos, que se ven plasmados no solo en los escenarios, sino en los enemigos y el gore que empapan cada unas de las locaciones que exploramos.
Salvando a Custodia de El Milagro
Si tomamos para empezar el nombre del título (Blasfemos significa ofender a Dios), Blasphemous cuenta con un universo y un imaginario completamente relacionado a cuestiones religiones. Por si el nombre no es suficiente, el primer isologo que aparece en la aventura es la de un hombre crucificado y eso es solo una pequeña sutileza de todo lo que veremos en las horas siguientes dentro del juego, por lo que es bastante probable que el lore argumental y los enemigos que enfrentes puedan ofenderte si tenés un vínculo real con la religión.
Blasphemous nos ubica en la ficticia región de Custodia, pueblo que se ve azotado por una terrible maldición llamada El Milagro, en el que las penitencias, los pecados y las abominaciones han transformado la región en un estado de sitio, con demonios pululando a diestra y siniestra, poseyendo a los habitantes y desatando una ira divina sobre aquellos que todavía sobreviven. En este sacro marco, encarnamos al último miembro de la Hermandad del Lamento Mudo, el Penitente, que tendrá que blandir su espada llamada Mea Culpa para ir purgando las diferentes locaciones dentro de Custodia y enfrentar a un mal mayor, que irá mostrando sus cartas a medida que avanzamos en la historia.
Si tiene cosas de soulslike, eso se denota claramente en la manera de distribuir su lore; de a migajas y con frases confusas y enigmáticas, así que no te preocupes si al comienzo de Blasphemous notás una cierta incertidumbre ya que poco a poco iremos armando las piezas de este rompecabezas para entender nuestro propósito, que cuenta con 2 finales diferentes dependiendo algunas acciones que podremos ejecutar. El juego no cuenta con archivos o textos para encontrar, sino que nos vamos embebiendo de su trama con las interacción de los npc secundarios que vamos conociendo (varios de ellos son la fuente de sidequest) y también podremos, encontrando un objeto previo, tener un breve díalogo con los espíritus de las personas fallecidas en Custodia, que ofrecen pistas de lo que podremos enfrentar en los alrededores o un breve contexto del lugar que estamos investigando en ese momento.
Sin embargo, la decisión de mostrar el lore de esta manera termina dejando una sensación ambigua, porque el mundo de Custodia es increíble y todo ese trasfondo, junto a los personajes, termina dejando con ganas de más porque le falta una capa de profundidad que podría haberse nutrido de archivos para leer o más diálogos con los personajes. Esto no significa que la historia tenga fallas ni que su resolución sea simplista, sino que la inmersión narrativa tiene un tema bastante interesante y The Game Kitchen podría haber explotado mucho más esta faceta.
Un camino lleno de muerte y peligros
Blasphemous en una primera mirada comparte muchos de los aspectos que los metroidvania fueron consolidando durante las últimas 2 décadas, pero que a esto se le suma un conjunto de características y cualidades que son propias de los soulslike, este sub género propio que viene sumando adeptos desde hace casi una década.
Entonces, ¿cómo le inyectamos a un título 2D matices de Dark Souls y Bloodborne, por ejemplo? Muy sencillo, agregando una capa de dificultad y aspectos plataformeros que requieren de una habilidad y una paciencia para la prueba y error que se irá acrecentando con el paso de las horas, pero que lo hace de forma muy natural y, sin mucha innovación dentro de su contenido, logra una aventura fluida y desafiante.
Los primeros pasillos del juego funcionan como un breve tutorial donde nos explicarán las acciones principales que podemos realizar con el Petinente: un ataque simple, parry, saltar y deslizarse. Si bien más adelante iremos aprendiendo algunas técnicas nuevas, con un árbol de habilidades en el que podremos sumar skills utilizando puntos que se obtienen matando enemigos y cumpliendo sidequest, este cuarteto es el abc de Blasphemous y con el que tendremos que familiarizarnos de memoria para poder sortear todos los peligros que atravesaremos en nuestra epopeya por Custodia.
Después de llegar al primer punto de interacción, el mapa comienza a mostrar sus primeras bifurcaciones, y acá es donde muchos de los metroidvania y los soulslike comparten criterios: caminos en los que necesitaremos habilidades especiales para avanzar, o lugares a los que se antepone la presencia de un boss como barrera obligatoria como continuar, todo dentro de una suma de escenarios que se entrelazan entre sí y que al final se transforman en un solo bodoque todo interconectado, mediante ascensores, puertas y atajos.
A medida que completamos los objetivos centrales del juego (la mayoría se limitan a encontrar determinadas “llaves” para avanzar a una nueva zona), irán apareciendo diferentes npc que nos pedirán objetos específicos o que derrotemos a determinado boss para obtener mejoras de vida o fervor (mana) o puntos para adquirir habilidades o comprar objetos al mercader. Estos puntos, como si fuesen las almas de Dark Souls, no se pierden al morir, algo que podía resultar lógico en este tipo de juegos, sino que la muerte trae penalizaciones no tan rigurosas a lo que uno podría pensar.
El combate de Blasphemous es de lo más gratificante dentro de todo lo que propone el juego. Cada enemigo no solo tiene un diseño alucinante (que se apega a este lore religioso surrealista), sino que cada uno cuenta con su propio patrón de ataque y no todo se resuelve haciendo parry y contraatacando. Como suele suceder con este tipo de propuesta, enfrentar mano a mano un rival no será una ecuación díficil de resolver, más cuando llevamos varias horas en el lomo y conocemos al enemigo en cuestión. El problema se acompleja cuando tenemos que enfrenarlos de a grupo y si bien el Petinente es un hábil guerrero, la situación puede resultar bastante complicada si a eso también le sumamos las cuantiosas trampas que abundan en Custodia.
La brutalidad constante que ofrece el juego se refleja en lo visceral de los combates y en la manera que podemos despachar a los enemigos, ya que si logramos aturdirlos, algo que sucede cuando están a punto de morir, podremos activar una animación en la que nuestro protagonista los extermina de una manera tan brutal como exquisita.
Cuando somos derrotados, ya sea por un enemigo o por una trampa, dejaremos un “fragmento de culpa”, que tendremos que ir a recuperar al mismo lugar donde fallecimos y si morimos nuevamente antes de obtenerlo habrá un nuevo “fragmento de culpa” a conseguir, siendo algo acumulativo. Esto trae como resultado una reducción de la barra de energía, así como también que los enemigos nos den menos puntos al matarlos. Si se complica recuperar estos fragmentos (porque justo es en un boss o en una zona plagada de criaturas) habrán algunos lugares específicos en el mapa en el que podremos expiar todas nuestras culpas a cambio de esta economía del juego que presenta Blasphemous.
La exploración en Blasphemous tiene su ramificación bien clara. Por un lado, tendremos que lidiar con escenarios plagados de trampas, desde sencillos pinches que nos matarán con tanto solo caer en ellos (inevitable recordar a nuestro querido Prince of Persia en muchos pasajes), así como también guadañas, ollas que vuelcan lava, nubes tóxicas o un traicionero viento que nos mueve al personaje hacia los precipicios. Saltar, trepar, agacharse y esquivar serán cuestiones que tendremos que tener completamente aceitadas para no tener que leer el gigane Exemplaris Excomunicationis que aparecerá cada vez que el Petinente muere en acción. Esta dosis plataformera es el gancho ideal para que el componente soulslike no solo se vea reflejado en la dificultad de los enemigos, sino que esta cuestión de evitar las trampas y explorar con cuidado es el gancho ideal para que prestemos mucha atención en cada uno de nuestros movimientos.
Para evitar recorrer grandes pasajes de territorio una y otra vez y tornar el juego de una innecesaria frustración, Blasphemous cuenta con unos checkpoints (cual hoguera en Dark Souls), que están emplazados estratégicamente para no tener que recorrer grandes distancias. Lo que sí no me gusto realmente es la poca cantidad de puntos de transporte que hay, que permiten hacer viajes rápidos entre diferentes puntos. El mapa del juego no es excesivamente extenso, pero ciertas zonas queda bastante inconexas y no le vendrían mal estos atajos para su reexploración. En cuanto a esta arista, Blasphemous tiene una sensación de obligarnos a recorrer cada centímetro cuadrado del juego en búsqueda de secretos, objetos y mejoras porque cada ayuda, si bien no garantiza el éxito asegurado, inclina la balanza a nuestro favor.
Tendremos la posibilidad de equiparnos reliquias, diferentes técnicas y amuletos que nos otorgarán desde una mayor defensa a determinados elementos (ataques de rayo, fuego, mágicos, etc) a bonificaciones en el desplazamiento o la capacidad para curarnos), por lo que es importante cumplir las diferentes misiones secundarias y volver a recorrer los escenarios con las habilidades aprendidas para encontrar todo lo que tiene para ofrecer Blasphemous.
En el apartado de la jugabildad, opte por dejar al final los bosses, porque es otro de los grandes aciertos de Blasphemous y en esto se nota claramente esa sensación soulslike que respiramos en grandes momentos del juego. Cada enfrentamiento con estos jefes es un ritual en el que tendremos que cumplir muchas pautas para salir victoriosos, que van desde aprender patrones de ataque hasta aprender cuál es el momento justo para atacar. Ninguno me ha parecido excesivamente imposible, pero algunos demandarán varios intentos para seguir adelante.
Los diseños de los bosses están bárbaros y nunca enfrentaremos a 2 iguales, eso es una ponderación muy gratificante y mantienen esa sensación de apretar el puño y festejar cada vez que los derrotamos. Por ser un juego que no es excesivamente extenso (su duración ronda entre las 10 y las 13 horas dependiendo la intensidad de exploración que manejemos y nuestra habilidad en el combate) hay una buena cantidad de enfrentamientos, que entran por los ojos pero que no terminan siendo un impedimento excesivamente complejo.
Un juego que entra por los ojos
Cuando alguien te diga que los juegos con estilo pixel art no son lindos, invitalos a jugar Blasphemous. The Game Kitchen logra un resultado increíble con este universo de Custodia, con una intención de mostrar un mundo corrompido y plagado de matices religiosos, que van desde los escenarios, los personajes que conocemos y los enemigos que enfrentamos. No hay absolutamente nada librado al azar y cada detalle del trabajo muestra el empeño que puso la pequeña desarrolladora es presentar un título tan ambicioso como el presupuesto que manejaban, sin intentar abarcar más de lo que las posibilidades que tenían al momento de llevar a cabo esta propuesta.
En cuanto a la banda sonora, no desentona e intenta ser tan opresora como su apartado visual, pero le falta esa sensación de epicidad para cautivar y transformarse en algo memorable
Conclusión
Si estabas un poco saturado de jugar siempre a los mismos Metroidvania, Blasphemous es lo que estás necesitando. Un juego que evita las contemplaciones y no tendrá la gracia divina de perdonar errores tanto en el combate como en la exploración. La inclusión de elemenos soulslike y plataformeros le otorga un matiz diferente, sin ser una aventura excesivamente difícil o frustrante
Con una ambientación brutal y visceral, The Game Kitchen logra un paso acertado dentro de su curriculum. Me hubiese gustado un poco más de lore dentro del juego porque Custodia tiene una magia muy particular, dentro de su bestiario y los escenarios que vamos recorriendo, pero sin dudas es uno de los grandes lanzamientos de este 2019.