Rockstar nos sumergía hace 10 años en el Salvaje Oeste con Red Dead Redemption, uno de los sandbox más emblemáticos de la historia.
Si algo viene demostrando Rockstar desde hace 20 años es su amplia versatilidad para el universo de los Sandbox y su ambición al momento de crear universos. Este 18 de mayo es una fecha especial dentro de la marca y también dentro de la industria de los videjouegos, ya que hace 10 años fue el lanzamiento de Red Dead Redemption, una aventura en tercera persona con la que la desarrolladora marcó un punto de inflexión dentro de su propia metodología y al mismo tiempo en la estructura del género, que tomó esta IP para cimentar nuevas bases a futuro.
Red Dead Redemption nos lleva a explorar, a nuestra libertad y antojo, el mundo del Salvaje Oeste bajo los pies de John Marston, un ex forajido que debe colaborar con los Federales para encontrar y cazar a sus antiguos compañeros, los miembros de la banda de Dutch (que conocemos con mayor profundidad en RDR 2) para obtener la paz que tanto anhela, no solo para él sino para su esposa y su hijo.
El argumento transcurre principalmente durante 1911, en una época de los Estados Unidos en la que civilización ya había colonizado gran parte del territorio y la vida de los forajidos estaba completamente arrinconada, no solo por el accionar policial sino por una sociedad que buscaba aires de cambio. Que el argumento nos lleve a transitar las fronteras de dicho país con México no es un dato menor, ya que muchos de estos bandidos del sur de Norteamérica buscaban refugio en la nación vecina, donde las leyes todavía eran un tanto más flexibles y no padecían el acechamiento del Gobierno.
Gran parte del éxito del juego y la manera afectuosa en que se lo recuerda reside en la forma que Rockstar decidió contar la historia, con varios giros en la narrativa como nunca antes lo había hecho. Si bien la traición es un tema recurrente dentro de su franquicia insignia, Grand Theft Auto, Red Dead Redemption se amparó en la esencia del Salvaje Oeste, el cine Spaghetti Western y un mundo tan peligroso como desolador.
RDR tendría ese hermoso recuerdo entre sus fanáticos si no fuese por la forma en la que logramos empatizar con John Marston, un protagonista parco, de modales poco ortodoxos, pero con un sentido de ética y justicia que se refleja a lo largo de toda la narrativa. Él recuerda su pasado en todo momento y lo usa como motor para intentar comenzar una nueva vida y darle un futuro digno a su familia. La paz que tanto anhela se verá constantemente interrumpida por los fantasmas del pasados y los hilos del Gobierno, que buscarán constantemente utilizarlo para limpiar a toda la escoria restante de los Estados Unidos.
No puedo escribir esta nota sin hacer mención de su final, uno de los más dramáticos y fuertes dentro de la historia actual de los videojuegos y con la que Rockstar también supo dejar su marca, con un crudo cierre que todavía es difícil de olvidar.
La exploración de sus escenarios y su nivel de detalle para la época en que salió también fueron unas de sus aristas más llamativas. Curiosamente el juego nunca desembarcó en PC, pero sus versiones de PS3 y Xbox 360 nos ofrecieron un extenso mapa, con amplias regiones para explorar en las que el jugador se veía atraído por explorar las desérticas áreas arriba del caballo, con más de una sorpresa en el horizonte.
Su jugabilidad, por su parte, mantenía muchas de las bases asentadas en Red Dead Revolver, la aventura de acción que Rockstar lanzó en 2004, principalmente el modo Dead Eye, la acción que ralentizaba el tiempo y permitía apuntar a varios enemigos en simultáneo, una fórmula que también tuvo su repetición en Red Dead Redemption 2.
La franquicia tuvo su profundización y maximización en su siguiente entrega. RDR 2, que si bien en mi opinión no tuvo la suficiente ambición para mostrar cosas nuevas en su jugabilidad y mantuvo la misma estructura, de forma abrumadora este universo, ofreciendo no solo un mapa mucho más extenso y complejo para explorar, si no un sin fin de actividades potenciadas por una ambientación alucinante, con un nivel de realismo pocas veces visto en un juego.
Es probable que el paso del tiempo le haya pasado factura a Red Dead Redemption (especialmente en sus mecánicas), pero con 10 años sobre los hombros sigue siendo unas de las grandes aventuras dentro de los Sandbox y un proyecto ambicioso de Rockstar que lo mantuvo como el rey dentro del género.