Bienvenidos a Manga Plus en Geeky cuarentena. Semana de grandes novedades y sorpresivos finales. Pasen y lean.
Este domingo 22 de marzo, primero de la cuarentena obligatoria a raíz de la pandemia global del coronavirus, la app y sitio web de Manga Plus por suerte no para su prensa virtual y nos trae material para amenizar el distanciamiento social. Las novedades corresponden al número 17 del año 2020 de la revista Weekly Shōnen Jump, así como una selección de lo editado en Japón en la app Shōnen Jump+. La tapa, que de por sí es un spoiler para quien no esté al día con The Promised Neverland de Kaiu Shirai y Posuka Demizu, pone a unas Emma y Abuela Isabella, bien sororas y guerreras, en primera plana. Su sorpresivo alineamiento capítulos atrás a desencadenado definitivamente la conclusión de la serie, que se siente no puede demorar más de algunos ejemplares más.
Este número 17 trajo consigo, además la habitual veintena de capítulos nuevos, dos noticias más bien grandes. La primera de ellas lo tiene a Tite Kubo como protagonista. El tan mentado y postergado anuncio en relación al vigésimo aniversario de manga best seller Bleach resultó ser un uno-dos contundente: uno, el arco final nunca animado del Bleach, modestamente titulado el arco de la “Guerra de Sangre de los Mil Años”, tendrá su adaptación nueve años después de la finalización del anime original, en 2021; dos, el one-shot publicado por Kubo en la Jump en 2018 será expandido en una serialización este verano boreal/invierno nuestro, y tres meses después llegará a pantallas niponas de la mando de Studio Colorido y el director Tatsuro Kawano. El mensaje del autor parte del anuncio da a entender que la serie será limitada y corta, mencionando que espera tenerla dibujada por completo para cuando aparezca más tarde en este año. Como era de prever, la reacción del fandom a las noticias varió acorde a su cariño general hacia Kubo, quien gastó mucha de la buena voluntad de sus fans justamente con el prolongado y universalmente poco querido arco final de su shōnen insignia. Ambos frentes abiertos proveen al mangaka con la posibilidad de redimirse ante su base y seducir a los exceptios de siempre. Veremos cómo lo va.
Lo cierto es que volver de un éxito nunca es fácil, y mucho menos en el mundo de la Jump. Sino pregúntele a Kishimoto-sensei, quien vio en este ejemplar cancelado su triunfal regreso a la serialización: Samurai 8 no va más. La serie se da por concluida con su capítulo número 42, y será recopilada finalmente en cinco tomos recopilatorios. Cualquiera que lea semanalmente esta gacetilla sabrá que la cancelación me toma por sorpresa. Si bien la prisa en el desarrollo de la trama era dejaba en claro que algunas alarmas se estaban encendiendo, estaba confiado que una vez superado el habitual periodo de prueba de medio año, Shueshia iba a esperar por lo menos hasta el capítulo 100, punto en que anunciarse la adaptación a anime de la serie. Sin embargo, la pésima recepción de los lectores japoneses, que condenaron sin falta al manga al fondo del “ranking” cada semana, y las malas ventas de los tomos (que decrecieron con cada volumen que salió a la calle), convencieron a los editores de que era hora de sacar a Hachimaru de su miseria. Finalmente, ante la cruenta meritocracia que caracteriza a la WSJ, ni la fama de su primo ninja, el manga más exitoso de todos los tiempos en Occidente en general y en USA en particular, alcanzó.
El tiempo dirá si Kishimoto es lo suficiente terco para volver al ruedo una vez más, o tomá este final como señal de un semi-retiro temprano. De una u otra manera, habrá que esperar un par de años para saberlo por seguro, ya que los plazos de desarrollo en la Jump son más bien largos (más con esta derrota en la mochila). En cuanto a Akira Ōkubo, quien con sus excelentes dibujos aportó de lo mejor de la historia, será también cuestión de ver si se lo empareja con otro guionista, o si se anima a largarse solo.
Samurai 8 #43: “La caja de Pandora” (capítulo final)
Así, sin una mísera página extra, terminó Samurai 8, el que prometía ser el retorno triunfante a las ligas mayores del creador del éxito internacional Naruto.
El capítulo final de una serialización cancelada por anticipado es un género en sí mismo dentro del manga shōnen. Se caracteriza por un ritmo afiebrado y grandes explicaciones atadas por alambre, y toda la empresa destila un leve hedor a desesperación, como él que caracteriza a estudiantes que intentan aprender un semestre entero de contenido en una solitaria noche de estudio. En este sentido, ninguna imagen captura mejor el final del manga que la página doble que ilustra estas líneas: una galería de retratos de personajes secundarios (algunos que ni recuerdo), un testamento de todas las historias cortadas antes de tiempo, de las posibilidades marchitadas por el fin de la serialización.
Para empeorar la cosa, la necesidad de transmitir grandes cantidades de información pendiente en un capítulo final no hace más que echar nafta al fuego de una serie ya de por sí caracterizada por apostar con demasiadas ganas a elaborados (y medio crudos) conceptos de ciencia ficción. Kishimoto, quien nunca ocultó su deseo de seguir su historieta de ninjas con una de sci-fi, apareció en las páginas de Samurai 8 demasiado enamorado de grandes ideas (llaves, partículas H, una suerte de nirvana samurái donde reside Fudo Myo-o) que nunca terminaron de madurar en el marco del desarrollo de la aventura de Hachimaru. En principio, la idea de mezclar ciencia ficción a lo Moebius con conceptos del budismo esotérico suena como una idea intrigante, pero si en la ejecución esta voluntad se reduce a solo largas exposiciones que aparecen desencajadas del desarrollo de los personajes, no va a funcionar. En este respecto, la presión editorial ante la mala recepción que tuvo la serie no hizo más que empeorar este problema, obligando a Kishimoto a comprimir cada vez más mitología con más velocidad en vistas de un horizonte que llegó mucho antes de lo planeado. Tanto así que, en este capítulo final, brillan los globos de diálogos cargados de información y subrayan la ausencia de siquiera un panel doble con un golpe final (Ata muere, o pierde, fuera de página).
Como escribí en mi reseña anterior de Samurai 8, a mi gusto el principal fallo de la serie fue que, borracho con sus ínfulas de ciencia ficción, el autor se olvidó de hacer lo que sabe hacer mejor: crear personajes memorables. No se Uds. pero yo no leía Naruto porque me intrigara conocer la compleja historia de la Aldea de la Hoja, sino para compartir más tiempo con un elenco de personajes secundarios que superó el appeal de los (un tanto insufribles) protagonistas. Pero acá no hubo ni la sombra de un Rock Lee, un Gaara o un Jiraiya, ni la organización de los villanos les llegó a los talones al Akatsuki. Hachimaru es un protagonista pobre para montar un universo a su alrededor, y esto se nota más porque no hay otros personajes que ayuden a alivianar la carga de la atención del lector. Por lo menos en las últimas páginas Ōkubo se puede dar el lujo de rediseñar algunos personajes, incluyendo un Hachimaru y una Ann pos timeskip cósmico.
En un balance final, diría que Samurai 8 fracasó por no aportar nada nuevo. Incluso en sus ideas más ambiciosas, la serie falló en salir de la sombra de la obra éxito del autor. Apareciendo en su lugar como una reversión de conceptos y caracterizaciones que sus lectores ya vieron, mezcladas y remodeladas con una mano de pintura futurista. Queda por ver si Kishimoto realmente tiene más historias dentro por contar, o será uno más de esos mangaka que nunca pueden escapar de la inercia que ejerce ese gran éxito por el cual son conocidos.
One Piece #975: “El Plan de Kin’emon”
Después de un largo flashback, el más largo de la serie hasta la fecha con catorce capítulos (del 960 al 974), por fin hemos vuelto al tiempo presente. La semana pasada, la suerte de los samuráis, que tocó fondo con la revelación que el traidor fue todo el tiempo Kanjuro, parecía empezar a cambiar con el arribo de Luffy, Law y Kid. Quienes a su vez se reencontraron en un panel por primera vez desde hace más de cuatrocientos capítulos, en el primer viaje al archipiélago Sabaody. La tendencia favorable al plan de los herederos de la voluntad de Oden continúa, descubriéndose no solo que Kyoshiro/Denjiro ha venido al rescate con 1200 yakuza y samurais liberados, sino que Kin’emon, sospechando que la traición provenía del circulo interno, había ordenado a los hombres juntarse en el muelle y NO en el puerto Habu, por lo que las fuerzas de la rebelión Kozuki están intactas.
No hace falta más que revisar los comentarios en Manga Plus para notar que no todos encontraron este giro verosímil, sobre todo por un Kin’emon que pareció engañarse a sí mismo con su propio plan, pero los conversos sabemos que Oda es adepto a los grandes golpes de efectos, incluso cuando estos piden una especialmente fuerte suspensión de la incredulidad por parte de los lectores. Esto ha sido especialmente cierto en el arco de Wano, que ha estado empapado desde un comienzo con un tono de fantasía y magia prestado de las leyendas niponas en que muchos personajes y situaciones están basados
De criticar el capítulo en el vacío, habría que decir que la necesidad de poner en movimiento el ataque en Onigashima con celeridad luego de un flashback tan grande hace que estas páginas cedan ante el peso de la exposición serpentina planes y contraplanes. Por suerte, la pluma de Oda (y sus ayudantes) siempre viene al rescate y nos regala varias vistas alucinantes. En especial, un paneo general de las fuerzas aliadas en que se destacan los Sombrero de Paja en sus respectivas armaduras de combate (ya quiero ver a ese Usopp samurái en acción).
Algo que no puedo dejar de pensar ahora que la batalla ya está en camino, es como Oda va a resolver este conflicto masivo que está montando y montando desde hace sesenta capítulos (que en realidad son trecientos, si tenemos en cuenta que Kin’emon y Momosuke aparecieron allá lejos y hace tiempo en Punk Hazard). Podría decirse que en esta segunda parte luego del timeskip, la serie ha jugado con ecos de la primera parte (como evidencian las portadas de los volúmenes 1 y 61). En ese orden de cosas, la confrontación en Onigashima se aparece como un nuevo Marineford, solo que más grande y épico. Pero ¿Qué tan épico? ¿Cuántas páginas serán necesarias para resolver una guerra que tiene de un lado a Kaido, Big Mom y las fuerzas de Orochi contra la alianza entre piratas, samurái, ninjas y Minks (y yakuzas)? Con el capítulo 1000 a la vuelta de la esquina, no se si el conflicto se llegará a resolver a tiempo para coincidir con ese hito. Un poco más allá, faltan treinta y cinco capítulos para que Wanko supere a Dressrosa como el arco más largo de la serie ¿Y después? ¿Cuándo nos enteraremos que pasó en la Reverie antes del final del arco? Con el One Piece ya en el horizonte, los próximos meses prometen ser más emocionantes que nuca.
Ah, y la historia de la portada finalmente revela que a quien rescató Gotti no es Chiffon, sino Lola, por fin avanzando la búsqueda de la hermana gemela perdida.
Ahora, el “ranking”. La cima permanence inmutable, con Kimetsu no Yaiba y One Piece como los líderes indisputados (aunque esto podría cambiar en el futuro cercano si Gotōge finaliza su manga sensación al finalizar la batalla con Muzan). Con Guardian of the Witch de Asahi Sakano debutando en la tabla por fuera del fondo (por encima de Chainsaw Man y Act-age), todo parece indicar que la cohorte 2020 ha sido particularmente exitosa. Tanto Undead Unluck de Yoshifumi Tozuka y Mashle de Hajime Kōmoto también se asientan sin problemas en el medio del índice.
Con Samurai 8 inesperadamente fuera de la carrera, la lucha por el descenso (hacia la discontinuación) tiene cuatro candidatos plausibles: ZIPMAN!!! y Agravity Boys como los más creíbles, mientras que la finalización de Mitama Secu-Ri-ty, o Mission: Yozakura Family sería una decisión más inesperada. Sobre todo porque la venta de sus tomos recopilatorios parece ser saludabe. No nos quedaremos con la intriga demasiado tiempo, ya que las cancelaciones en la Jump suelen venir de a pares (o trios).
La semana que viene en Manga Plus, correspondiente al número 18 del año 2020 de la WSJ vendrá con portada de Kimetsu no Yaiba, justo a tiempo para el capítulo 200 y lo que parece la muerte definitiva del antagonista principal. Y sin One Piece, señalizando que Oda vuelve al cronograma habitual de ausencias ¡Nos leemos entonces!