No todo es matar zombies, esquivar lickers y destruir a Umbrella. Resident Evil también nos enseño a organizar nuestros recursos para sobrevivir.
La franquicia de Resident Evil está plagado de momentos de acción memorables, escenas de tensión in crescendo y sustos constantes en cada habitación desconocida a la que entrábamos.
Sin embargo, las primeras entregas tuvieron un elemento característico que luego se transformó en un emblema icónico: los baúles de inventario, algo que las entregas a posteriori de Resident Evil Zero lo eliminaron pero con Resident Evil 7 y las remakes de RE 2 y RE 3 volvieron a tomar protagonismo.
Generalmente cada vez que se nos aparecía un baúl, ya sea en la Mansion Spencer, la comisaría de Raccoon City o las calles de la arrasada ciudad, entre otras locaciones, este viene acompañado de una máquina de escribir, transformando la habitación automáticamente en un lugar seguro.
Estos puntos neurálgicos, estratégicamente colocados, son un freno de mano con el que el juego nos invita a tomar un respiro y pensar un poco de dónde venimos y hacia dónde vamos, para reorganizar items y optimizar nuestras incursiones.
Resident Evil nos enseño tácitamente a aprender a gestionar nuestros recursos para sobrevivir y, si bien no es una mecánica inventada propiamente por esta franquicia, es un elemento bisagra en el género y con el que tuvimos que aprender a convivir. La mochila de items de los protagonistas varió siempre entre los 6 y los 10 slots (salvo en Resident Evil 4 que la ecuación era distinta), por lo que la escases de espacio fue un factor más al momento de explorar y avanzar en la aventura.
¿Me conviene llevar la pistola y un arma más poderosa con la llave que necesito avanzar?, ¿voy armado hasta los dientes con varias hierbas y sprays por si se viene un enfrentamiento importante?, ¿si voy medio ligero para agarrar todo lo que haya en el camino? Con la experiencia uno fue intuyendo cuándo más o menos calculaba que un peligro importante acechaba en la puerta siguiente, pero títulos como Resident Evil 3 o el lado B de Resident Evil 2 nos puso en jaque con combates durísimos que surgían de la nada misma.
Nemesis y Mr. X complejizaron esta ecuación en sus respectivas entregas, con un factor sorpresa que nos obligaba a estar en modo alerta en todo momento. Obvio, la posibilidad de utilizar ink ribbon y guardar la partida era un recurso que funcionaba como prueba y error, pero no es un bien que abunde en las primeras entregas – más aún en las dificultades más elevadas -.
La valentía y la exploración también van de la mano al momento de gestionar los recursos. Llevar solo la pistola con un puñado de balas ante un área inexplorada supone un riesgo prometedor, pero también la posibilidad de agarrar muchos items valiosos de una sola pasada.
Resident Evil tácitamente fue enseñándonos a cómo ser estrategas con los recursos y poner la capacidad limite de objetos como una capa mayor de dificultad que complementa el survival horror. No son muchos lo juegos que utilizaron este recurso para potenciar la tensión y la supervivencia.
Un dato curioso sobre esto es que Shinji Mikami, uno de los creadores de la saga, había evaluado para el primer Resident Evil que los objetos de los baúles no se transporten entre sí. Esto significa que si yo dejaba una determinada cantidad de items en un lugar A, no los iba a tener en un Safe Room B. En Resident Evil HD Remastered, una vez que completamos el juego por primera vez tenemos esta opción habilitada. Un verdadero game changer que aumenta exponencialmente la dificultad del juego y realmente pone a prueba al máximo nuestra habilidad para gestionar los recursos.
No sabemos si los baúles seguirán en las futuras entregas, pero esta gestión de recursos estratégica es un maridaje perfecto para el suspenso, la acción y el terror que abundan en Resident Evil.