Beholder, un peculiar juego de estrategia indie, llega finalmente a consolas, ¿estás dispuesto a servir al gobierno totalitario o a salvar a los oprimidos?
Es muy común en estos tiempos que muchos títulos primero arriben a Pc, para tener un relanzamiento en consolas. Beholder es un título estrenado a finales de 2016 que, a pesar de haber ganado varios premios, pasó sin pena ni gloria por el común denominador del mundo gamer. Desarrollado por Warm Lamp Games, vuelve a tener revancha por su lanzamiento en consolas.
Toma de decisiones, administración y un trasfondo político social (con mucho humor negro) son las bases en las que se asienta Beholder, un juego de desplazamiento 2D con gráficos en 3D que puede resultar limitado para un paladar bastante reducido y a priori corto de buenas a primeras, pero su enorme rejugabilidad ofrece un atractivo más que interesante.
Encargado de edificio y espía, bajo un mismo sueldo.
Beholder nos pone en la piel de Carl, un hombre al que el Gobierno totalitario de mando ha puesto como el nuevo encargado de un edificio. ¿Su trabajo? simple, cuidar las instalaciones, pagar los impuestos y asegurarse de que los habitantes de los departamentos se comporten bajo las leyes impuestas.
Las reglas son muy claras; o acatamos las órdenes a rajatabla o terminamos en la calle (con consecuencias un tanto más grave). En ese marco, tendremos que espiar y vigilar a los distintos inquilinos, averiguando cuáles son sus pasatiempos, vínculos sociales y si les gusta cometer irregularidades (y delitos).
A medida que los días pasen, recibiremos noticias sobre nuevas leyes sancionadas por el Gobierno. Al principio, cuestiones dentro de todo lógicas en lo que respecta históricamente un régimen autoritario, como posesión de drogas, armas y propaganda política, pero luego; comienza la rigurosidad en marcha, junto a un absurdo divino: desde prohibir la ingesta de manzanas, hasta el no dejar usar corbata azul.
Bajo estas normas, Carl deberá acatar órdenes (y atender el teléfono siempre, sino game over) y vigilar a todos los vecinos de los 6 departamentos del edificio las 24 horas del día. ¿Nunca duerme? No, nunca, ya que al comienzo de la historia somos inyectados con una droga experimental que inhibe el sueño y el cansancio.
Blanco o negro, sin medias tintas.
La gracia de Beholder pasa por las decisiones que tomemos. El juego no tiene punto medio, y cada elección tiene una consecuencia, tanto en los inquilinos como en nosotros. Quedará en nosotros ser unos fieles subordinarios del Estado que gobierna bajo puño de hierro, o ayudar a los oprimidos, en una lucha desigual que están muy lejos de ganar, o eso parece al principio. Delatar a quien sea realmente una amenaza o formar parte de la resistencia dependerá siempre de los caminos que tomemos, pero si nuestro trabajo no satisface a los superiores, tendremos los días contados.
Como si esto no fuera poco, Carl vive junto a su esposa y dos hijos en el sotano del mismo edificio. Además de convivir con las constantes presiones del trabajo, tiene el deber de ser un buen esposo y mejor padre, superando las distintas adversidades que se presentan. Lo interesante es que, para algunas de las misiones que provengan del lado familiar, muchas de ellas pueden ser resueltas por los vecinos que vayan habitando los distintos departamentos. Esto suma un nuevo factor a la jugabilidad de Beholder, que siempre nos dejará con la duda e incertidumbre acerca de que si tomamos realmente la decisión correcta.
Una constante rejugabilidad.
La aventura completa de Beholder puede completarse en 5 o 6 horas, si llegamos a lograr los objetivos principales. Sin embargo, la diversa variedad de ramificaciones que tiene el juego durante el nudo de la historia permiten una constante rejugabilidad. Ni hablar de los finales, que dependiendo que aspectos contamos superan la decena. Desde morir asesinado por un inquilino, hasta ser despedido por no poder solventar las deudas que nuestro hijo adolescente trajo a casa.
Beholder tiene una profundidad narrativa brillante, y es la relación entre los huéspedes del edificio en donde llega a su climax. Cada misión tiene distintas alternativas y por ende varias resoluciones, y cada una de esas piezas termina formando un rompecabezas distintos. Quizás la primera hora, hora y media sea bastante igual y hasta un poco cansador pasar por lo mismo más de dos o tres veces, pero una vez que la rueda comienza es difícil que no te termines atrapando.
La posibilidad de influir no solo en la vida de Carl y su familia, sino que también de cierta manera controlamos el destino de los inquilinos que vayan pasando, y desde tu pequeño lugar comenzar a gestar un movimiento en contra del Gobierno, genera una enorme dinámica en Beholder que da ganas de jugarlo para ver cómo podría cambiar la historia con una sola modificación en nuestras decisiones.
Para un público reducido
Quizás la principal contra de Beholder resida en que está destinado, indirectamente, a un nicho bastante reducido y probablemente sea ese el motivo por el cual esta hermosa obra indie pase tan indiscreta. Sus largas conversaciones, complementados con una jugabilidad bastante simple, en donde lo que más se destaca es nuestra habilidad de espiar y obtener información, puede que terminé siendo un juego díficil de sobrellevar. Más aún si el inglés no es lo de ustedes, ya que no hay una versión con diálogos en español.
Algunos problemas con la portabilidad
Como la mayoría del los juegos de estrategia o point and click, el uso del mouse falicita y mucho la dinámica del juego. La versión en consolas de Beholder, (esta reseña fue realizada con una key para PlayStation 4) tiene algunos problemas con el manejo de los items, así como también para inspeccionar los objetos dentro de las habitaciones. No de una gravedad que lo vuelve injugable, pero por momentos necesitamos velocidad y el uso de los sticks nos juega en contra.
Conclusión
Con unos gráficos en su mayoría monocromáticos, y una banda sonora que podría ser un poco más rutilante para acompañar la tensión en el juego, Beholder es un juego de estrategia que, si permitís por un momento no dejarte llevar por los prejuicios, es una gran aventura que de diálogos excelentes y una ironía social y política brillante.
Si te dejás atrapar por su historia y la dinámica de las misiones, estás ante un título que tiene muchisimas horas de jugabilidad, gracias a su variadísimas posibilidades de desarrollar los caminos que toma Carl.