La trilogía point and click estrenada durante la década pasada llega remasterizada en forma de aventura gráfica en 3D. Lee nuestro análisis de Black Mirror, una prolija historia de terror gótico.
Antes de comenzar el análisis, hay que explicar que Black Mirror no está basada en la famosa serie de culto y ciencia ficción que estrenará su cuarta temporada a finales de este año de la mano de Netflix, sino que tiene sus raíces asentadas de la trilogía point and click llamada The Black Mirror, que tuvo 3 entregas distintas (de la mano de varias desarrolladoras) y que ahora THQ Nordic ha decidido relanzar, en formato de aventura gráfica en 3d con desplazamiento y exploración libre.
La maldición de ser un Gordon
La historia, ambientada en la década de 1920, sitúa como protagonista a David Gordon, un hombre que, luego de enterarse que su padre falleció por motivos desconocidos, decide partir de la India a un pueblo de Escocia, para conocer el caserón que heredará tras este hecho.
Ni bien pisa un pie en ese terreno inhóspito, deberá desentrañar los misterios que oculta Sgathan Dubh, así como también los pocos huéspedes que la habitan, como su abuela, el mayordomo, la ama de llaves, el jardinero, y el abogado de la familia, entre otros.
Como ocurre con este tipo de narrativas, nada es lo que parece y rápidamente descubriremos que todos los personajes ocultan segundas intenciones y no nos dicen todo lo que necesitamos saber.
La narrativa es uno de los puntos más fuertes (como la gran mayoría de las aventuras gráficas), con un argumento sólido y progresivo, para llegar al climax en los dos capítulos finales. Siempre mantiene el suspenso y nos incita a seguir averiguando más sobre los misterios de la mansión y el legado familiar, lleno de rituales ancestrales y violencia.
Esta remake de Black Mirror tampoco es una fiel adaptación de la trilogía en la que se basa, sino que solo toma los principales puntos argumentales, para luego modificar todo el trasfondo. Está claro también que la duración y los acontecimientos están resumidos, pasando de contar con un relato de 30 horas a uno de 5, y quizás al ser tan fluido los interrogantes tienen pocas dificultades en ser resueltos. King Art Games, la desarrolladora responsable, pudo haber aprovechado todas las aristas que le ofrecia este universo para poder potenciado aún más la historia y así expandido la duración del juego.
Resolviendo los misterios, un puzzle a la vez
La jugabilidad en Black Mirror sienta sus bases en dos aristas: La exploración y la resolución de puzzles. A pesar de que abandonó el sistema point and click, el juego no nos ofrece demasiadas libertades al momento de recorrer la mansión y sus alrededores. Con su sistema de cámara fija limita bastante los movimientos de David Gordon. Los objetos y puntos de interés son resaltados cuando pasamos cerca, así que es muy difícil que se nos pasen las cosas por alto.
Durante gran parte del juego tendremos que ir yendo de un punto a otro, hablando con los distintos habitantes de la casa y recorriendo algún que otro lugar secreto. Además cuenta con una serie de quick time events, y toma de decisiones pero este último poco repercute en la historia y solo permite algún que otro dialogo distinto. Esto último está bastante desaprovechado, porque solo tenemos la posibilidad de interactuar con otros personajes cuando los objetivos que tenemos que cumplir necesitan de su participación. Esto limita bastante la aventura y, como consecuencia, también la exploración.
Si la intención de simplificar la jugabilidad era para dejar la dificultad asentada en los puzzles, también fallaron en esa parte. Black Mirror cuenta con aproximadamente entre 13 y 15 acertijos, que van desde claves numéricas, descifrar códigos simbólicos o la utilización de una llave maestra que tiene sus propias combinaciones. Cada uno de los distintos restos, salvo uno o dos, son bastantes simples y solo nos llevarán un rato descubrir cómo resolverlo.
Black Mirror, si encaramos todos los objetivos con celeridad (cosa que se complica en numerosas ocasiones por los excesivos tiempos de carga), tiene una duración que oscila las 5 horas, que tampoco tiene mucha expansión ya que sus coleccionables son muy pocos y además fáciles de conseguir.
Audiovisualmente aceptable, pero sin suficiente encanto
Al ser un título que roza lo indie, Black Mirror cumple a nivel gráfico. Las animaciones son prolijas y trata de detallar el entorno lo más posible. La apelación a la constante oscuridad permite lograr una ambientación de terror gótico bastante notable, aunque el sonido y la música no acompañen esta sensación de miedo, que utilizando otra pieza musical puede haber aumentado considerablemente. King Art Gams intentó no complicarse demasiado en la confección de los personajes, y ahí en donde destila su parte más floja, así como también los alrededores de la mansión, que no van de la mano del nivel de detalle que lograron con Sgathan Dubh.
Una experiencia con sabor a poco.
Black Mirror es una aventura gráfica que, salvo en su historia, no logra destacarse en ninguno de los otros puntos. Un título que pudo haber aprovechado mucho más las posibilidad que brinda una empresa como THQ Nordic (como pudimos disfrutar recientemente en Battle Chasers: Nightwar)
Si gustan de pasar una noche disfrutando de un relato interesante, Black Mirror es una oportunidad interesante, aunque su simpleza y poco contenido pueden resultar un poco decepcionantes.