Docenas de armas, múltiples estrategias y un solo objetivo: eliminar a todos. Bloodroots es tan simple como adictivo.
Después de probar las primeras misiones de Bloodroots, es imposible no pensar en títulos como Hotline Miami o más cercano en el tiempo, el brillante God’s Trigger, que tienen un estilo de juego bien definido: aventuras de acción vertiginosas, en donde un paso en falso nos cuesta volver a comenzar desde el último checkpoint.
Bajo esta premisa, el título desarrollado por la pequeña empresa Paper Cult no intenta disimular estas influencias, pero logra darle su toque, un estilo que lo diferencie y nos quedé en la memoria una vez consumado su contenido. ¿Cuáles son estas aristas? Una variedad de armas demencial, que van desde una zanahoria hasta un lightsaber, escenarios que mutan y van logrando una verticalidad estratégica, y una sección plataformera que termina jugándole en contra en determinados momentos.
Kill ‘em all
La premisa de Bloodroots se deja ver en los primeros minutos del juego. El personaje que controlaremos a lo largo (y alto) de esta historia será Mr. Wolf, el ex líder de una banda de forajidos que recibe una vendetta por parte de sus propios miembros. Milagrosamente sobrevive a la traición, emprendiendo un camino de venganza, eliminando a sus antiguos compañeros y buscando incansablemente al nuevo jerarca máximo de la manada, todo esto envuelto en una ambientación Wild Wild West, con algunos indicios que muestran que estamos en medio de los Estados Unidos durante el siglo XIX.
Mr. Wolf es la inexpresividad en su máxima expresión, y si bien la historia no logra destacarse en casi ningún momento, los personajes secundarios son los que van contando los hilos detrás de la traición y cómo todo desencadenó en ese fatídico momento.
¿Cómo se plasma esta narrativa en la jugabilidad? A través de 18 diferentes niveles (más algunos extras) en los que tendremos que ir recorriendo zona tras zona eliminando a todos los enemigos presentes en el area con el fin de avanzar y llegar hasta los cabecillas, en batallas de bosses tan diversas como pragmáticas.
La acción en directa y concisa, con un botón para agarrar el arma, uno para utilizar y un tercero para saltar. Con esa simpleza tendremos que ir matando a decenas de enemigos, donde la principal estrella de Bloodroots son las armas: un escandaloso arsenal en donde casi todo (por no decir realmente todo) se transforma en un elemento para matar.
Lo variado, y realmente la verdadera gracia del juego, es que a medida que vayamos avanzando, no tienden a repetirse de forma excesiva sino que amplía su abanico. Comenzaremos con espadas, barriles, ruedas de carruaje, pescados, para luego sumar armas de fuego, arpones, comida e incluso un lightsaber. La durabilidad de cada uno ronda entre uno y 3 usos, así como también su poder de eliminar a varios enemigos a la vez.
Una de las cosas copadas que tienen el repertorio de armas es que, cuando despachamos al último enemigos, aparece una cinemática ejecutándolo, que varía dependiendo el arma elegida
Otros de los elementos destacables dentro del repertorio de Bloodroots es el diseño de los níveles, apelando a la verticalidad, ya que Mr. Wolf puede saltar y no es una habilidad amorfa dentro de su funcionalidad. Tendremos casas, zonas elevadas, riscos y lugares en donde hay que saltar obligadamente para no caer en precipicios. Esto funciona de forma cuasi estratégica en muchas zonas donde nos vemos superados en cuantiosa numeración y tenemos que resguardecernos o pensar cómo proseguir con nuestra matanza, ya que, dato no menor, los enemigos son más rápidos que nosotros pero no pueden saltar.
Hay una cierta puesta en escena en los niveles, cuasi como una coreografía, que se combina con algunas armas depositadas en cada misión, ya que algunas de ellas funcionan con movilidad. Para ponerlo de forma más gráfica: podremos subirnos a barriles para pisar enemigos o empujar carruajes para hacer exactamente lo mismo. Dicho esto, podremos encadenar varias muertes utilizando sabiamente estos elementos; sin embargo, la estrategia a utilizar es completamente libre y aporta unos gramos de frescura a la prueba, gracias a que queda a cargo de nuestro propio ingenio y técnica la forma de superar cada zona
La dificultad va en un respetuoso ascenso, nunca es demasiado ni tampoco te suelta la mano en áreas imposibles. Los enemigos son bastante repetitivos pero en los últimos niveles aparecen algunos más poderosos que invitan a modificar la estrategia.
Ahora llegamos al punto más flojo de esta propuesta. Entre zona y zona de enemigos, tendremos que atravesar diferentes caminos en donde se implementa un sistema de plataformas, que en los primeros caminos solo supone caminar en linea recta, más adelante representa retos con saltos, trampas y pozos. Debido a la perspectiva isométrica de la cámara y que a veces no está bien delimitado las superficies, estos tramos cortan por completo el ritmo y no aportan mucha diversión a la propuesta que ya de por sí con todo lo que tiene, a pesar de tornarse un poco repetitiva, no deja de ser atractiva.
La rejugabilidad no quería faltar a la fiesta. En todo momento podremos rejugar los niveles completados, para mejorar el ranking (que se delimita por la variedad de armas, el combo de enemigos, el tiempo realizado y la cantidad de veces que morimos) y encontrar algunos coleccionables que están desparramados. La duración es relativa, ya que dependerá de nuestra habilidad para afrontar los níveles y lo que tardemos en completarnos. Podemos estar de 5 minutos a 1 hora si es que nos complica de sobremanera una determinada situación, pero la media general ronda entre las 7 y las 10 horas.
Audiovisualmente Bloodroots no se destaca por su calidad técnica ni por su nivel de detalle, pero esto no impide disfrutar de un estilo artístico bien marcado y fluido que va a tono con ese estilo western salvaje con ápices tarantinescos, donde la sangre y la violencia brotan de forma desmedida.
Conclusión
Menos a veces es más y Bloodroots lo entiende a la perfección. No se enrieda con cosas muy complejas, sino que tiene la mira bien ajustada, haciendo foco en lo que entretiene y divierte: muchas armas, niveles creativos y muchos enemigos para pasarlos por arriba. Una lastima esas zonas de plataformas que le cortan la emoción acumulada y la falta de inventiva en los enemigos, pero en lineas generales la balanza se inclina en las cosas positivas.
Es un título que se le puede sacar mucho jugo en la versión de Nintendo Switch, por la facilidad de jugarlo, pero que funciona muy bien en las versiones para las consolas de mesa.