Nuevos jefazos, nuevas sub misiones, nuevo personaje, la misma magia de siempre. Cuphead: The Delicious Last Course es una expansión que redondea una propuesta inolvidable.
Cuphead va a cumplir en septiembre su 5to aniversario, y hace 4 años que el fandom de este juego venía esperando The Delicious Last Course, una expansión que traiga a la mesa más del mismo menú: un popurrí de nuevos jefes, espectacularmente diseñados, a enfrentar, poneindo a prueba los reflejos y habilidades en este shoot ‘em up tan exigente como inolvidable.
Tras esta larga espera, The Delicious Last Course viene a cumplir con lo que prometió Studio MDHR: media docena de jefes listos para ser enfrentados, varios secretos en esta zona que se añade en la isla, Ms Chalice como personaje jugable y con ella nuevas mecánicas, pero por suerte el mismo encanto de su propuesta original.
En mi caso, jugué Cuphead por primera vez con esta expansión, y lejos de sentirse como un añadido sin cohesión, The Delicious Last Course se mimetiza con la curva de dificultad del juego original, pero quiero recalcar que la inclusión de Ms Chalice no es meramente estética, sino que también llega con algunos comandos diferentes a los que tienen tanto Cuphead como Mugman, permitiendo más posibilidades para tener éxito.
Ms Chalice y esa frescura en los controles
Podemos acceder a The Delicious Last Course desde el Mundo 1 del juego original. En cada una de las fases encontraremos un barquero en el muelle que propone llevarnos a una nueva región de la isla.
En este lugar, hará su aparición Ms Chalice, quien es victima de una maldición y no tiene cuerpo físico. Para ayudarla, un cocinero de la isla nos pedirá ingredientes para una receta y para que los hermanos Cuphead y Mugman tengan esta “ayuda” extra, les ofrece una galleta mágica que, al equiparla como accesorio, permite jugar con este nuevo personaje.
Ahora bien, la utilización de este amuleto nos anula la posbilidad de equipar otro accesorio valioso, como el teletransporte, los corazones extra o el autoparry al saltar. Como reemplazo, Ms Chailce cuenta con varias habilidades diferentes que cambian sideralmente la estrategia contra los jefes, y de paso 3 súper especiales diversos.
Para empezar, Ms Chalice cuenta con doble salto, un elemento bisagra contra todos los jefazos, incluso los del juego principal tienen una forma de enfretarlos ahora mucho más dinámica. También, tiene el parry/esquive que se activa de forma automática al usar el esquive – que también se pude hacer tanto en el aire como agachados.
De esta forma, la inclusión de este tercer personaje no baja la dificultad del juego, pero si equilibra la balanza contra el nivel de desafío que ofrecen los nuevos y viejos jefes.
En lo que respecta al contenido, The Delicious Last Course se siente como un agregado natural al contenido general de Cuphead porque la ecuación es la misma: un mapa con diferentes puntos de interacción, y cada uno de ellos es la invitación a un épico enfrentamiento. Y resalto lo de épico, porque Studio MDHR se las ingenió para regalarnos 6 enfrentamientos completamente nuevos, apalancados a un tremendo diseño de enemigos fusionados con el escenario, que no duda en cobrar para llenar la pantalla de proyectiles a evitar.
Un punto diferencial de estos enfrentamientos (salvo los 2 que pilotamos el avión), es que estos bosses adicionales están mucho más apoyados en su vertiente plataformera, no así tanto como la de disparar. Los escenarios tienen, valga la redundancia, más plataformas, gracias a las habilidades de Ms Chalice, y los combates son mucho más vertiginosos y trepidantes. Esto no quiere decir que podamos usar a Cuphead/Mugman para ganarlos, pero hay una cuota extra de desafío, principalmente por no contar con el doble salto incorporado.
Los “níveles” run n’ gun que jugamos en las 3 zonas de la Isla Tintero ahora se reemplazan con los desafíos “Enroque del Rey”, un intento de encontrarle una vuelta de tuerca a su estructura original, donde pregona tanto los reflejos como el ingenio. En estos desafíos, tenemos el objetivo de derrotar a una serie de jefes sin la posibilidad de disparar, utilizando el parry como única opción. Acá es donde la injerencia de Ms Chalice vuelve a emerger como el personaje ideal para este DLC, ya que al tener el desvío automático haciendo el esquive, la ecuación de estos de estos combates son más fáciles de resolver. No tienen un nivel de dificultad elevadísimo, pero la originalidad de estos encuentros son completamente atractivos. Lo único malo es que hay muy poquitos y te quedas con ganas de más.
Uno de los que realmente me encantó fue el combate contra un caballo (emulando la pieza del ajedrez), en el que te obliga a tomar una postura completamente defensiva y evasiva, esperando el ataque del jefazo para luego atacarlo en su cresta.
A los 6 jefes disponibles para acceder se le suma uno completamente secreto, y al cual no pretendo spoilear. Un cierre a esta aventura con un boss completamente espectacular y que realmente hizo valer la espera de todos aquellos que desde hace años querían más del mundo Cuphead.
Conclusión.
The Delicious Last Course es una más que tangible expansión para Cuphead. Con una duración que puede variar entre las 3 a 6 horas – dependiendo obviamente de la destreza con el joystick -, también se añade esa capa de rejugabilidad con la opción de dificultad experta una vez que venzamos a todos los bosses de la zona.
Se tomaron su tiempo, pero valió la pena. Con este “cierre” definitivo de contenidos, Cuphead: The Delicious Last Course redondea más de 25 jefes, un popurri de zonas adicionales y los desafíos de “Enroque del Rey”, con una experiencia impecable de principio a fin, principalmente descartando de forma sideral cualquier tipo de reciclado en esta expansión: cada jefe y encuentro tiene un nivel de amor y detalle que, a pesar de su difiultad, te invita a seguir intentándolo una y otra vez.
A nivel jugabilidad, Ms. Chalice llega como ese baño de frescura y a nivel personal también lo siento como un poco de equilibrio en la balanza ante tanta exigencia por parte del enemigo. El doble salto era ese feature que no sabíamos que necesitábamos, y funciona de forma orgánica sin romper un ápice de su ecuación original.