Kratos y Atreus se sumergen en una aventura cimentada en la unión, el honor y la familia. God of War es el reboot de una historia que deslumbra en todas sus aristas.
Estoy escribiendo este análisis luego de dedicarle más de 45 horas al juego y procesando después de varios minutos lo que fue el final de esta aventura. Cabe destacar que en este análisis no encontrarán ni medio spoiler del juego más allá de lo que ya se dio a conocer durante los 5 años que llevó el desarrollo de este título, liderado por Cory Barlog y SCE Santa Monica Studio.
God of War es sinónimo de reinvención. En su historia, la jugabilidad e incluso Kratos, este reboot tiene a sus espaldas un relato basado en una guerra divina ambientada en la mitología griega, pero ahora estamos muy lejos de esas tierras y lo peligros que enfrentaremos son distintos pero no por eso igual o mayor que peligrosos.
Redefiniendo al Dios de la Guerra
La historia de God of War nos presenta desde el vamos a un Kratos completamente distinto a lo que disfrutamos en la saga original. A pesar de que siempre fue de pocas palabras, su rostro ahora lo dice todo; lo que percibe, siente u oculta pasa a través de su rostro, ahora cubierta de una barba bastante tupida, quizás para estar a tono con el estilo vikingo que se maneja por esas tierras.
El comienzo de esta odisea tiene una premisa muy terrenal: Kratos debe llevar, con su hijo Atreus, las cenizas de Faye, su difunta esposa, al pico de la montaña más alta. Un deseo que mujer dejó muy claro antes de morir y que les hizo prometer a ambos que la llevarían a cabo, juntos.

Cory Barlog quiso dejar muy en claro en los primeros minutos de juego que Kratos y Atreus no mantienen una relación del todo funcional, más bien todo lo contrario. Un padre frío con poca empatía, priorizando más la supervivencia y el entrenamiento, mientras que el “chico” (la manera que tiene Kratos para nombrarlo durante gran parte de GoW), busca la constante aprobación de su padre al mismo tiempo que necesita de su cariño, ahora más que nunca tras la perdida de su mamá.
Antes de comenzar el largo viaje, un desconocido toca la puerta. Haciendo preguntas extrañas y trayendo a los pies de Kratos un pasado que ha querido mantener lejos de su hijo y su nueva vida. Pero es inevitable, el legado del Dios de la Guerra griego parece ser bastante popular, aunque eso solo es la punta del iceberg. Detrás de esto se esconde una trama que involucra una batalla milenaria entre los dioses nórdicos, los gigantes y las distintas razas que habitan los nueve mundos de está rica mitología.
Si bien lo más recomendable es haber jugado las anteriores entregas (o al menos conocer su argumento, más que nada por los guiños y referencias que hay presentes), God of War utiliza a Atreus como el gancho de aprendizaje, no solo de las anteriores aventuras de Kratos, sino de todo el contexto de la mitología nórdica, que tiene una importante injerencia en el desarrollo de la historia y también de los futuros juegos de la franquicia que van a llegar.
Los valores de los dioses vuelven a estar en tela de juicio. La franquicia siempre se ha destacado en poner a estas deidades en el plano de los grises (aunque a veces más gris oscuro), no siempre obrando para el bien y en muchas ocasiones pecando de arrogancia y soberbia, por sus poderes divinos y superiores. Bueno, en God of War el reflejo se mantiene intacto, además de hacerse presente en el puñado de dioses que conocemos, los distintos materiales de lectura que vamos encontrando, y que solo Atreus sabe leer porque su madre le enseño, ofrecen una mayor descripción del contexto y los líderes de estar tierras. A pesar de que esperaba un mayor repertorio de personajes en pantalla, queda claro que solo es un primer vistazo a lo que la mitología nórdica tiene para ofrecer
Si toda la historia es muy atrapante, muy cuidada y siempre manteniendo el climax en los momentos más tensos, el final duplica todo lo mostrado en todo el juego. No por ser una deslumbre de artilugios visuales, sino por la sutilesa que deja asentado, en los diálogos finales, que esto es solo el primer capítulo de una saga que promete varias secuelas.
Y si mencionamos el cuidado que tiene la historia, también es para destacar lo bien llevada y representada que está los valores y personajes de la mitologia nórdica, desde los dioses Aesir y Vanir, hasta la importancia de los enanos y la imponencia de la comunidad de los Jotun (gigantes)
Una nueva jugabilidad, bajo la misma esencia
El cambio más radical de God of War es la propuesta que ofrece en su jugabilidad. Las anteriores entregas habían exprimido hasta la última gota de sangre la mecánica hack n’ slash con escenarios lineales. Atravesar diversas zonas, enfrentar a decenas de enemigos, encontrar uno o dos secretos, resolver cómo abrir una puerta y continuar.
Salvo algunas excepciones, los viejos GoW repitieron este modus operandi y si este reboot mantenía dicho sistema la sensación era que cambiaban el escenario pero la idea era idéntica. Este reboot cambia directamente todo el molde. El combate, la exploración, la inclusión de la impronta RPG y los distintos objetivos han cambiado de manera radical, pero en el aire se percibe que es God of War, por los pequeños elementos característicos que siempre lo han distinguido: La espectacularidad de sus cinemáticas, la brutalidad de sus combates y la sensación de poder que deprende Kratos en los momentos más cruciales.
Los combates han bajado unas cuantas revoluciones, priorizando un sistema más táctico que atacar frenéticamente. Si bien hay más de un arma para elegir, el Hacha de Leviatán será nuestra mejor amiga durante la mayor parte de la aventura y aprender a usarla correctamente puede ser la llave de la supervivencia dentro de los escenarios más complicados. SCE Santa Monica Studio apeló a reducir la cantidad de enemigos presentes en simultáneo para dar camino a combates visualmente más memoriosos, que la pantalla no termine siendo un desenfreno de explosiones y luces. La utilización del escudo no significa que apelemos constantemente a estrategias defensivas, pero ante nuevos enemigos o rivales poderosos conocer sus ataques (no sus patrones de ataques, porque casi nunca se repiten gracias a la buena IA que tienen).
La estrategia en estos combates también es posible gracias al cambio de cámara, que ahora pasó a ser en tercera persona por sobre los hombros (la que aprendió a utilizar correctamente Resident Evil 4). Para estar alerta de lo que sucede en todo momento, el HUD y los gritos de Atreus permiten detectar por donde provienen los ataques que pueden llegar a suceder a nuestras espaldas. Sin embargo, todos estos cambios no implican que el juego no tenga altas dosis de acción: Kratos sigue teniendo el mismo don para eliminar criaturas y dioses de las maneras más espectaculares posibles, ahora dotado con habilidades tan técnicas como visualmente impactantes.
Desde que se confirmó la presencia de Atreus, mucho se habló sobre cómo influiría en la jugabilidad y realmente es un gran acierto su inclusión. Además de permitir conocer mucho más sobre Kratos, se transforma en sidekick ideal en el combate. Si bien casi en ningún momento tendremos que estar pendiente de él porque no sufre daño de los golpes enemigos, ayuda mucho con su arco para enfrentar a rivales poderosos. Sus golpes no influyen mucho daño, pero es una herramienta de distracción que invita a darnos tiempo para infundir nuestros movimientos más letales.
Los bosses son el punto más flaco del combate. Si bien están muy logrados y son entretenidos, le falta esa dosis épica que tuvieron las entregas originales. Es probable que, al ser parte de una saga, esta primera parte tenga que pagar el precio de que los combates más relevantes vendrán en futuras entregas.
El mundo semi abierto es una de las nuevas características que tiene este nuevo God of War. Nuestro periplo para llegar hasta el pico de la montaña nos llevará por un montón de otros rincones, cumpliendo misiones secundarias, encontrando coleccionables, y fortaleciendo tanto el poder de los protagonistas como la relación entre ambos. La exploración del juego es tan extensa que triplica la vida útil del juego, superando cómodamente las 40 horas de juego. Hay mucho para hacer, y la posibilidad de ir cambiando entre mundos logra que el juego mantenga frescura, impidiendo que las misiones terminen siendo monótonas y estén siempre es el mismo lugar, solo cambiando el momento de los objetivos.
Esta dosis de RPG también se impone en GoW. El juego cuenta con un gran repertorio de armaduras, que varían tanto en apariencia, habilidades, beneficios y cantidad de runas que se le pueden colocar, que funcionan como potenciadores. Kratos no sube de nivel matando enemigos sino que esto se logra equipando objetos y mejorándolos, por lo que la práctica en combate funciona para conseguir dinero para comprar y fabricar nuevas armaduras, y mejorar nuestras armas.
Un escenario maravilloso detrás de otro
Si pudieron ver los tráilers o algún que otro gameplay, poco hay que describir sobre el pedazo de obra de arte en movimiento que es God of War. Bajo la tutela del infinito presupuesto que brinda Sony, SCE Santa Monica Studio y Cory Barlog hacen de Escandinavia uno de los escenarios más hermosos que hemos podido disfrutar con PlayStation 4, un hardware que poco a poco está mostrando sus últimos compases pero que sigue sorprendiendo por toda la potencia técnica que puede desplegar.
El nivel de detalles que podemos ver no solo en Kratos y Atreus sino también en los distintos escenarios del juego son monstruosos. Visitar distintos mundos logra que el panorama visual cambie constantemente, matizando desde fríos bosques a un volcán en inminente erupción.
La banda sonora va de la mano con el freno que se le puso al frenetismos clásico de God of War. Las melodías en muchos tramos son mucho más armoniosas y van acorde a lo que va sucediendo en pantalla.
Conclusión
God of War es, hasta la fecha, el mejor exclusivo de PlayStation 4 y apunta a ser el gran lanzamiento del 2018. Que este regreso de Kratos con todo su esplendor sea la bandera de los títulos para un jugador, en un presente gamer en donde los títulos online están recibiendo cada vez mayor atención. Atreus hace su debut de gran manera, intentando hacerse un lugar en esta franquicia en la que lo tendrá con un mayor protagonismo en el futuro.
Inmersivo, alucinante y épico, son los principales adjetivos que describen a este juego, una joya que si le sumamos todo el contenido extra le agregan algún DLC interesante, nos deja aseguradas muchas pero muchas horas de diversión, cazando dioses y demonios a hachazos limpios.