Mezclando diferentes mecánicas del mundo rpg, King’s Bounty 2 funciona cuando se dedica a lo que mejor saber hacer: el vértigo de su estratégico combate.
Una problemática bastante frecuente que abundan en títulos AA – y algunos casos en propuestas de presupuesto más indie – es la ambición de querer abarcar un abanico de mecánicas y conceptos que terminan entorpeciendo toda la dinámica de la experiencia y opacando el verdadero brillo de un juego. Después de explorar, combatir, expedicionar, razonar y aventurarme en King’s Bounty II, esa sensación de “2 o 3 menos mecánicas y este juego trasciende” es inevitable.
King’s Bounty II es una ambicioso rpg de mundo abierto, que tiene su principal fuerte en el combate: estrategia por turnos al 100%, con la libertad de poder sumar a nuestras tropas a casi cualquier enemigo que se nos cruce, para terminar formando tropas híbridas entre soldados y criaturas elementales, que le dan un plus a cada decisión que tomemos en el campo de batalla. ¿Su talón de Aquiles? Que toma como norte, salvando las distancia, a exponentes consagrados como The Witcher 3, y todos sabemos que no sale un The Witcher 3 todos los años, y tomar algo así a la ligera pone en jaque todo el disfrute de este título.
King’s Bounty II se encuentra disponible para PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Series X|S y PC.
Abriéndonos paso entre combates y decisiones morales
La saga King’s Bounty tiene más de 30 años en el mercado gamer, con diferentes desarrolladoras y publishers que han tomado su universo a gusto y piacere para contextualizar la estrategia por turnos, común denominador de toda la franquicia. Es por esto que la historia de King’s Bounty II se puede disfrutar sin tener mucha noción de su mundo o sus reglas, básicamente gran parte de su lore y desarrollo lo podremos encontrar en diálogos y textos a lo largo de todo su mundo
Independientemente de cualquiera de los 3 personajes que elijamos – que varían en cuestiones de jugabilidad y diálogos -, tendremos que abrirnos paso en Nostria, un mundo que se encuentra al borde de un colapso exponencial. La corrupción de los monarcas, el libertinaje de grupos que no defienden ninguna bandera, la sed de poder y la utilización sin control de artes oscuras liberaron un mal sin precedentes en la región.
Aivar, Katarina y Elsa son los 3 personajes que podremos elegir al comienzo del juego. La elección no solo cambiará algunas cuestiones del relato y la personalidad del personaje, sino que también cuenta con características propias que se reflejan en el combate; Aivar es el equilibrio entre fuerza y magia, Katarina fortalece a sus ejercito con poder sobrenatural, mientras que Elsa inclina la balanza con fuerza y vehemencia.
Independientemente del personaje, la historia tiene un mismo eje. Encarcelados por el tras una conspiración que no salió del todo bien, el rey de turno nos propone un indulto para que comencemos a averiguar un extraño mal que se está esparciendo por la región. Una misión que, a priori, parece suicida, pero a medida que nos vamos adentrando en los diferentes reinos y conociendo los secretos detrás de este mal, empezamos a entender que solo somos un peón de algo mucho más grande y peligroso.
King’s Bounty II propone un enorme lore, ambicioso por momentos y medido cuando se enfoca en las decisiones cruciales de su relato. La cantidad de personajes, textos y diálogos que surgen a lo largo del relato conforman una narrativa bastante completa, quizás carente de fuerza propia e identidad. Muchos de los plot twist o “sorpresas”, no tienen fuerza sorprendente para cautivarnos, pero de todas formas, como un RPG de mundo abierto, cumple con esta arista y enriquece cada uno de las decisiones y combates que tomamos.
Durante el camino iremos resolviendo diferentes conflictos políticos, luchas ancestrales entre razas, enfrentamiento contra ancestrales demonios y todo esto mientras nuestra cabeza se mantiene en pie. King’s Bounty II no reboza de una narrativa profunda ni mucho menos de conceptos en relación a su historia que nos mantengan constantemente atrapados, pero las constantes decisiones que el juego permite tomar en sus misiones principales y sidequest son ese brillo que mantiene a flote la extensa cantidad de horas que dura su campaña principal (en una sola pasada).
La estructura del juego mantiene el abc de los rpg de mundo abierto: iremos explorando, de forma excesivamente lineal, diferentes territorios de Nostria mientras cumplimos misiones y nos abrimos levemente del camino principal – o volvemos sobre nuestros pasos – para completar algunas tareas secundarias para aumentar nuestros ejércitos, conseguir recursos, o sumar experiencia para potenciar a nuestro personaje.
La rejugabilidad, para tener en cuenta, no solo se limita al protagonista en cuestión: las diferentes decisiones y caminos que tomemos durante las quest irá delineando el rumbo de la narrativa y el destino de una buena cantidad de personajes, sumado a que muchas vidas estarán bajó nuestra moralidad.
Cada decisión que tomemos forjará no solo nuestra personalidad, sino también qué estima y apreciación tendrán los diferentes actores del juego, desde monarcas hasta criaturas del inframundo.
Sin siquiera llegar a hablar del combate y la progresión del personaje, la experiencia de usuario para explorar este mundo abierto exhibe todas las costuras y problemáticas de una mecánica metida a la fuerza: la exploración es tosca, los escenarios son frustrantes para explorar y para colmo, el uso del caballo (que nos acompaña durante el 90% de la aventura) es más engorroso todavía, ya que cada vez que veamos un item en el suelo tendremos que bajarnos para agarrarlos, de una forma que entorpece y ralentiza cualquier dinámica que queramos inyectarle.
Algo que salva a medias toda la faceta de exploración son muchas de sus sidequest y mini acertijos que encontramos en el camino. Puzzles que realmente no tienen una complejidad abrumadora (activar botones, encontrar x cantidad de objetos clave, acertijos en forma de combinaciones) pero que de cierta forma disrumpen con el recorrido de sus escenarios.
Si dejamos de lado todas las ambiciones fallidas que tiene en la exploración y su estructura lineal, King’s Bounty II logra su climax cuando muestra lo que realmente sabe hacer; un detallado sistema de combate y progresión de personaje.
La evolución del héroe estará segmentada en 4 pilares: Astucia, Orden, Fuerza y Anarquía. Cada una de ella trae sus particulares ventajas en 2 ramas bien segmentadas; por un lado las decisiones narrativas y alianzas dentro de la aventura, y en segunda instancia los tipos de ejércitos que reclutamos y la afinidad que tenemos, tanto con ellos como entre sí.
En lo que respecta a nuestras tropas, casi estamos en condiciones de afirmar que podremos reclutar a todo tipo de soldados y criaturas que enfrentemos en el campo de batalla. Por combate, podremos sumar al comienzo 5 tipos de tropas, que varían en cantidades según su nivel o tipo. Por ejemplo, en un mismo slot podremos llevar un buen puñado de arqueros, y en otro casillero agrupar dos potentes golems.
La estrategia de los ejércitos que despleguemos en combate no solo tiene connotación en el estilo de sus ataques. Tendremos que combinar ataques a corta, larga distancia; magia para curar pero al mismo tiempo hechicería para conjurar desde lejos. La moral de nuestras tropas y su afinidad también es fundamental.
Alinearlos según la clase que correspondan (Astucia, Orden, Fuerza y Anarquía) es un plus que otorga bonificaciones siderales para los combates más complejos. Porque la curva de dificultad nos lleva de la mano en las primeras horas de la campaña, pero luego la cuestión se torna mucho más ajedrecista. El azar y el “atacar por atacar” se vuelve cada vez más ineficiente con el correr de las horas, y no aprovechar los recursos que tenemos y analizar las debilidades del rival es un puñal por la espalda.
La saga King’s Bounty nunca estuvo en la elite del género, pero esta entrega, salvando los problemas técnicos y lo engorroso de su exploración, propone uno de los sistemas de combate más profundos y estratégicos de los últimos años, y es indispensable si te encanta este tipo de propuestas. Las diferentes capas de profundidad que tiene su sistema de batalla y todas las posibilidades que ofrece en esta vertiente te van llevando de la mano durante las primeras horas para luego darte una libertad absoluta, ya sea para conformar tus tropas o definir el estilo de juego que queremos apuntar.
Y esa libertad que propone el juego es una carta ganadora. Cada batalla no es igual a la anterior, ya sea por los enemigos que enfrentamos, la disposición del terreno o las tropas que nosotros desplegamos. La verticalidad del terreno y los lugares para cubrirse de ataques a distancia cobran un factor fundamental al momento de mover las piezas en el mapa – que siempre tiene una disposición hexagonal-. Es curioso que, gran parte de su combate, se desarrolla en la antesala, porque una vez que la rueda comienza a girar y las piezas comienzan a moverse, todo se desarrolla en una cantidad de turnos concisa.
El título en casi todos sus batallas nos ofrece la posibilidad de observar cuáles son los rivales a derrotar y parte de su terreno; esto permite diagramar los soldados que saldrán al campo y cómo lo harán. En este aspecto, encontrar el equilibrio es vital: la balanza entre fuerza de choque, ataque a distancia (mágica y física) y tropas de soporte son el abc para salir aireoso de la mayoría de las enfrentamientos.
La calidad y cantidad de nuestros ejércitos no solo se verán delimitando por las clases que iremos encontrando para reclutar durante toda la campaña. El oro y la cantidad de liderazgo son 2 de los recursos más valiosos del juego y que tendremos que ir aumentando todo lo que podamos. Mientras que el oro es la moneda que permite comprar la mayoría de las tropas, el puntaje de liderazgo limita la cantidad de unidades que podremos comprar de cada una. Para esto será casi indispensable cumplir la mayoría de las sidequest para estar a tono cuando lleguemos a los enfrentamientos principales. Algo curioso esto, porque de “secundarias” solo tienen su nombre: King’s Bounty II se puede hacer cuesta arriba si no nos abrimos del camino principal para cumplir estos encargos extra.
Conclusión
King’s Bounty II expone de forma sideral las 2 caras de su propia moneda. Un combate bien construido, complejo y profundo, pero que ofrece toda la información y conceptos necesarios para meterte de lleno y hacer de la estrategia un arma implacable. Algunas batallas se ganan por decisiones milimétricas, y ese vértigo de hacer el movimiento o ataque correcto, marca las pulsaciones de la aventura.
La otra cara de la moneda no desluce todo lo que enaltece del género de estrategia por turnos, pero es una enorme piedra en el zapato. Una exploración tosca y frustrante con una exploración completamente lineal que termina sacándole ritmo a un juego ya de por sí bastante pausado debido al tiempo que invertimos en prepararnos para los combates. Si no tienen problemas de padecer el viaje entre combate y combate, King’s Bounty II los recompensará con batallas alucinantes.