Nintendo no quiso quedarse atrás de la fiebre de Fall Guys y lanzó Kirby’s Dream Buffet, un intento para competir que nos deja con gusto a poco.
La bola rosada es una de las grandes franquicias de Nintendo, de hecho este año hizo su debut en el formado 3D de la mano de Kirby’s Forgotten Land, con resultados increíbles. Es por esto que el anuncio de un segundo juego del personaje para este año sorprendió a los fans, más cuando se reveló que Kirby’s Dream Buffet sería un arcade similar a Fall Guys, uno de los juegos más populares de los últimos años.
Por desgracia, el gran banquete rosado que busca darnos el personaje termina siendo un desayuno más, uno que te llena rápido y te deja sin ganas de repetir la porción. Pese a contar con un apartado estético muy bien logrado, la cantidad de desafíos que se ofrecen en Kirby’s Dream Buffet cansan rápido. Si a esto le sumamos que la personalización del personaje deja mucho que desear, arroja como resultado un juego del montón. Pero adentrémonos en lo bueno y lo malo de este título para no sonar tan categóricos.
Una apuesta simple
Kirby’s Dream Buffet va al hueso de forma rápida, veloz y certera con tres opciones de juego: single player, multiplayer local y online. Cualquiera de estas tres opciones nos va a encausar en el mismo desafío: manejar nuestro avatar a lo largo de una serie de tres contiendas donde no ganará quien cruce primero la meta, sino el que coma más frutillas (¿o serán frambuesas?).
El primer challenge es el mismo en cada partida: una carrera de obstáculos la cual combina elementos de Fall Guys con Mario Kart. El objetivo, como el de cualquier carrera, es llegar al final de la línea de meta, aunque llegar segundo no significa perder el desafío ya que si por tomarte un poco más de tiempo lograste recolectar más frutas a lo largo del trayecto podrías llegar a consagrarte ganador del juego pese a haber sido un cebollita más.
Estas carreras cuentan con objetos aleatorios que podemos conseguir al mejor estilo Mario Kart, es decir chocando unas cajas misteriosas que habilitan un poder especial. Estos habilidades son boosts como un remolino que absorbe las frutillas más próximas a nosotros o la rueda que permite llevarnos por delante al mundo a una velocidad aumentada y sin descarrilarnos de la pista, y así algunos items más que se hacen presentes, pero cuya trascendencia no llega a ser la suficiente como para generar un diferencial.
La poca variedad de habilidades hace que casi siempre veamos a nuestros rivales activar los mismos poderes que nosotros, lo cual una ventaja per se, ya que si todos van a aumentar su velocidad, nadie hace la diferencia.
En los siguientes desafíos podemos encontrarnos con repeticiones en su modus operandi donde el objetivo es el mismo: comer frutillas como si las hubiésemos comprado en promo en la verdulería y quisiéramos conseguir más porque la oferta se acaba. Por ejemplo, en una segunda contienda podemos encontrarnos con una recreación de “las tazas locas“, donde las bolitas rosadas (o del color que hayamos elegido) deberán empujarse e ir cambiando de tazas a medida que llueven frutas. A esta altura, y como habrán deducido para este momento, estamos ante un poco más de lo mismo.
Como cierre, el tercer y último desafío que compone a una partida, es una suerte de Battle Royale donde todos se enfrentan con todos a empujones. El problema con este formato es la poca, o mejor dicho nula, oferta de movimientos presentes en Kirby’s Dream Buffet, ya que las acciones posibles son correr, activar las cajas con habilidades utilizando los gatillos superiores o saltar. Sí, nada más, y así el Battle Royale es básicamente desplazarse en una pista sumamente reducida, persiguiendo frutas que caen del cielo mientras colisionamos con nuestros oponentes, quienes pueden regresar a la pista flotando en caso de caer fuera de la arena.
En resumidas cuentas, el juego no ofrece mucha recompensa a nivel lúdico para sentarse y dedicarle horas, mientras que lo más divertido termina siendo realizar partidas locales con amigos en una reunión ya que el componente de diversión pasa a ser la interacción, dado que mucho no hace para ofrecerlo por sí mismo.
La personalización a medias
Cualquiera que haya jugado Fall Guys sabe bien que más allá de su jugabilidad y facilidad para atraparnos en un loop de partidas, uno de los elementos clave es la personalización de nuestro avatar. Skins, sombreros y muchas… muchísimas partnerships con sagas icónicas de otros videojuegos y personajes populares de la cultura pop han dado una cantidad abrumadoramente positiva de skins, algo de lo que hasta el momento peca Dream Buffet.
La customización de nuestro personaje pasa por cambiarle el color y agregarle un sombrero, elementos que en ambos casos desbloqueamos a medida que ganemos más y más partidas, pero que nunca terminan de darnos un skins único, algo que queramos desbloquear o que nos incentive a jugar otra y otra vez para tener ESE trajecito que nos vuela la cabeza.
Además de estos items cosméticos, podremos hacernos con algunas interacciones para usar en el lobby o festejos que se activan al salir vencedores de un minijuego, pero la verdad que no tuvimos la suerte de toparnos con alguno que resulte memorable, y es que casi todo en Kirby’s Dream Buffet sufre del mismo mal: no es malo, es simplemente un rotundo meh.
La estética: su gran salvavidas
El mejor apartado de Kirby’s Dream Buffet es por escándalo el valor de su diseño. El mundillo que han creado para la nueva aventura de la bolita rosada es simplemente lo que Pinterest definiría como aesthetic. Los colores pastel, los grandes muffins en el horizonte, las pistas encremadas, nos lleva a comprar este juego por los ojos y tomarle cariño por lo que nos quiere vender más allá de que después tenga ese sabor desabrido de sus partidas.
La música es otro elemento clave de estas partidas ya que logra aportar un dinamismo y una rítmica clave y funcional al frenesí que intenta instalar la aventura. La banda sonora sabe acompañar y guiar cada minijuego, así como también dotarlo del ritmo necesario para que podamos sobrellevarlo de la mejor manera.
Conclusión
A diferencia de quien claramente fue su fuente de inspiración, Fall Guys, Kirby’s Dream Buffet se queda corto en su apuesta. El resumen perfecto es que estamos ante esa torta hermosa que vimos en una vidriera de una reconocida panadería, que decidimos comprarla y llevarla a casa, pero que al momento de probarla nos dimos cuenta que era una más. No, no tiene ese sabor que te prometía cuando la viste en el escaparate, ni se compara con aquella que probaste en un cumpleaños hace tanto tiempo, ojo, tampoco es una torta fea, pero simplemente termina siendo eso, aquello que queríamos que no fuese… una torta más.