Monster Boy and the Cursed Kingdom es el regreso de una de las franquicias plataformeras más emblemáticas, que se moderniza con algunos elementos del mundo Metroidvania.
Todos, sí todos, hemos jugado alguna vez a Wonder Boy o al menos (apelo a los más jóvenes) escuchamos hablar de él. El pequeño aventurero que recorría parte de sus niveles en patineta es una de las grandes reliquias que nos regaló el mundo gamer de la década del ’80 y, como muchas franquicias, se fueron diluyendo con el paso de los años por el poco afán de saber reinventarse y utilizar constantemente los mismos recursos.
Monster Boy and the Cursed Kingdom no es un reboot sino que más bien funciona como una secuela que parte de los conceptos originales y los adapta a las nuevas mecánicas que se manejan en estos días. Metroidvania, exploración, secretos y variedad de armamentos son algunas de las aristas que brillan en esta aventura, aunque la gran protagonista de turno es la posibilidad de transformarnos en animales, algo que pudimos disfrutar en un título no muy lejano como Wonder Boy: The Dragon’s Trap.
Este título es traído a nuestras manos gracias al trabajo de FDG Entertainment, pero averiguando un poco más sobre la cuestión descubrí que tanto Ryuchu Nishizawa, creador de Wonder Boy y SEGA, participaron en la producción de Monster Boy and the Cursed Kingdom, un juego que no le es esquivo a los homenajes de su pasado pero que brilla con luz propia, gracias a una fusión de mecánicas y una dificultad que amerita en más de una ocasión altos niveles de concentración.
Salvando el reino de Lupia
La premisa argumental es una mera excusa para dar una justificación a todo lo que sucede después. Por un motivo que desconocemos al inicio, nuestro tío se vuelve absolutamente loco y realiza una maldición a todo el reino de Lupia, transformando a todos los habitantes (incluido Jin, el protagonista) en animales.
Este será el comienzo de una mágica aventura que nos llevará a explorar una buena cantidad de escenarios bien diversos, con un trasfondo en el relato más atado a la fantasía y la lucha entre el bien y el mal. Pero como mencionamos más arriba, es solamente una excusa y no una arista del juego que destile en profundidad y originalidad.
Como si fuese una variación de Dragon’s Trap, Monster Boy and the Cursed Kingdom nos ofrece la posibilidad de ir adoptando la forma de distintos animales, cada una con sus habilidades especiales, que funciona en cierta manera para ir abriéndonos paso por todo el mapa. La primera forma que incursionaremos, de manera obligada, es la de un chancho, que tiene como poder especial un súper olfato, capaz de descubrir puertas y secretos. Después el abanico se irá abriendo, con variadas opciones como la serpiente, que puede meterse en lugarse estrechos y pegarse a distintas superficies, o el dragón que puede volar y lanzar bolas de fuego.
La mecánica que utiliza para ir adquiriendo estas transformaciones apela enfáticamente a la lógica de los metroidvania: explorar toda una zona, llegar al boss de turno y al derrotarlo obtener una orbe, que no solo es uno de los elementos clave del juego sino que es la llave para adquirir una nueva metamorfosis animal. De paso, estas habilidades únicas que se incluyen dentro de cada criatura permiten ir llegando a nuevas áreas y seguir progresando en el juego. En los tramos finales, tendremos que ir intercalando todas estas skills para atravesar zonas donde un error es retornar al checkpoint o necesitamos resolver determinados puzzles. En cuanto a esta última arista que mencionamos, hay y en cantidades diversas e interesantes por igual ya que no abusan de la repetición sino a la combinación de habilidades. Por otra parte, Monster Boy and the Cursed Kingdom no es esquivo a los secretos, y tenemos varios que nos obligarán a pensar bastante para poder completar el 100% del juego, meta que puede llevarnos más de 22 horas, una cifra bastante ambiciosa para un juego de plataformas.
Al ser una franquicia con 3 décadas en el hombro, es imposible no pensar que el juego sea un homenaje constante a las pasadas entregas. Por suerte, todo lo que se incluye en Monster Boy está introducido de manera natural, principalmente los enemigos más clásicos, que aparecen en zonas puntuales del mapa y no están presentes en todo momento parar recalcarnos que es un descendiente de Wonder Boy. Más adelante, hay otras menciones más específicas pero ya entran dentro de los spoilers del argumento, pero que tiene una connotación importante para los jugadores nostálgicos.
No hay un leveleo del personaje ni estadísticas, pero hay un pequeño aspecto rolero que dice presente en Monster Boy and the Cursed Kingdom, ya que tenemos la posibilidad de equiparnos distintas armas, armaduras y accesorios, cada una con la posibilidad de mejorarse en el herrero si encontramos piedras de poder que le otorgan beneficios permanentes. Además, el juego nos incita desde el comienzo a buscar un set de armadura y espada legendaria, con todas sus piezas fragmentadas y dispersas por todo el mapa, esperando para ser encontradas.
Para coronar una de las grandes sorpresas de finales de año, Monster Boy and the Cursed Kingdom nos regala una dirección de arte dibujada completamente a mano que nos voló la cabeza. Los escenarios cobran vida y al mismo tiempo nos recuerdan a las grandes aventuras 2d. Su estética cuasi infantil es un contrapunto con la dificultad que representan los últimos rincones del mapa, sumamente complejos y repleto de trampas y enemigos. La banda sonora es aún superadora, y es tan variada como acertada al momento en el que recorremos los primeros parajes del juego, tranquilos y más amistosos, a cuando estamos enfrentando a los bosses, que van ascendiendo en dificultad, aunque esperábamos un poco más en esta parte. Si bien son varios y cada uno tiene mecánicas distintas, al final termina resultando una repetición de patrones bastante predecible.
Conclusión
Monster Boy and the Cursed Kingdom es la modernización que una franquicia como Wonder Boy necesitaba. Un juego fresco, con una dinámica atrapante desde el vamos y, a pesar de que utiliza muchos de los conceptos del género Metroidvania, no se siente que avasallen por sobre la propuesta plataformera que esta aventura propone.
Un título tan entretenido como complejo para los completistas que les gusta recolectar todo los coleccionables. El 2018 se está despidiendo pero Monster Boy es un claro ejemplo que en diciembre también llegan grandes propuestas, reforzando el concepto de que los indies coparon la parada.