Critical Hit Games y Plaioin se lucen en Nobody Wants to Die, una aventura policial de ciencia ficción con un poder de inmersión narrativo asombroso.
El género de aventuras narrativas, muchas veces con el título atribuido de “walking simulator”, tiene el desafío de cautivar al jugador utilizando pocas mecánicas e intervenciones.
La potencia narrativa, el desarrollo de personajes y su ambientación cobran un protagonismo más márcado, porque son las que terminan dictando el interés del jugador por sumergirse en esta suerte de ficción interactiva.
Nobody Wants to Die es realmente todo lo que podemos pedir en una aventura de este estilo: pocas mecánicas pero bien utilizadas, una ambientación espectacular y una historia construída con buenos cimientos y de la cual iremos modificando con el curso de las acciones.
Seteado en un mundo futurista, esta aventura policial de ciencia ficción trae consigo decisiones morales y una historia atravesada por la historia personal del protagonista y un misterioso crimen que comienza a desentrañar las peores miserias, juegos políticos y un trasfondo moral realmente espectacular.
Nadie quiere morir, ¿nadie quiere morir?
Nobody Wants to Die está seteada en una Nueva York del futuro, en el año 2329 para ser más exactos. Los avances científicos llegaron a un punto trascendental en la historia de la humanidad: utilizando tecnología de preservación, crearon la icorita, una sustancia capaz de proteger la concienca de la persona, para poder traspasarla a otro cuerpo humano. Una suerte de inmortabilidad prolongada, transformando los cuerpos en meros envases de los cuales nos vamos despojando.
En este contexto, encarnamos a James Karra, un detective con más de 120 años de vida y toda una eminencia dentro del cuerpo policía. Una leyenda que le valió su prestigio pero también recordado por sus actitudes inapropiadas, mala conducta e insubordinamiento. El desarrollo de Karra y el trasfondo de su historia carga sobre sus espaldas gran parte del enfoque narrativo en Nobody Wants to Die.
Una profundización necesaria para empatizar con el protagonista y también dictar sus decisiones durante esta historia, y es que el propio juego tiene un cuidado particular para que cada detalle de la ambientación y su manera de contarlo vaya a un ritmo en el que podamos apreciar todo lo que sucede a nuestro alrededor, en especial detalle a todo lo que atraviesa el atormentado protagonista, que comienza el juego viendo tranquilamente una película en una especie de auto cine volador; su adicción a la bebida y el resplandor de sus traumas del pasado empieza a asomar como la punta iceberg que tiene mucho metros de profundidad.
La historia tiene su punto de partida en la investigación de la muerte de una de las personas más poderosas e influyentes de la ciudad. No solo murió, sino que su Icorita fue destrozada, lo que le impide cualquier posibilidad de trasplantar su conciencia en otro cuerpo. Con la ayuda a distancia de Sara, nuestra asistente que nos guiará durante toda la investigación, nos involucraremos de ello en un caso cada vez más complejo y con muchas matrices de corrupción. No tiene sentido contar más allá de este punto porque, en esta propuesta que dura entre 4 y 5 horas, el peso de las decisiones que tomamos y las sorpresas narrativas son una de las bases más fuerte de la propuesta, que incluso cuenta con 4 finales diferentes, que se bifurcan en algunas tomas de decisión puntuales.
El estudio polaco invita incluso al jugador, durante algunos diálogos y contextos socio-políticos que atraviesan la historia a debatirse sobre la ética y moral de un planteamiento tan claro como la inmortalidad. ¿Es algo que nuestra mente puede soportar?, ¿cómo esto no es solo un movimiento elitista que deja afuera a los estratos sociales más bajos?, ¿quién y cómo elijo el próximo cuerpo al que puedo transferirme? Hay un montón de estas preguntas que se desprenden de lo que va sucediendo durante en Nobody Wants to Die y que interpela a los personajes y jugadores.
En el plano jugable, las mecánicas están siempre orientadas a la investigación detectivesca. Las mecánicas que nutren la capa narrativa están relacionadas a la reconstrucción de los hechos a cada locación que visitamos. Para eso, contaremos con algunos dispositivos tecnológicos que permiten recrear las escenas. Un detector de rayos X, una cámara de fotos, una linterna con luz ultravioleta y un reconstructor, herramienta que analiza el entorno y a través de pistas que encontramos podemos hacer una simulación de las escenas del crimen. De esta forma, podemos “volver en el tiempo” y descubrir nuevas pistas y entender cronológicamente algunas acciones de lo que sucedió
Con todas las pistas recolectadas, volveremos a nuestro departamento para montar todas las pistas en un tablero interactivo en donde, utilizando la deducción y la ayuda de Sara, intentaremos descubrir cuál es el siguiente paso para descubrir lo que esconde este caso.
En el medio de toda la investigación, los traumas de Karra y su dependencia a los medicamentos para combatir los efectos secundarios de la sincronización con su cuerpo cada vez empiezan a hacer más efecto, y todo acompaña a diversas decisiones morales que moldean la historia, y por consecuencia, su desenlace.
La estética retro futurista y ese amor por lo antiguo no es un hecho nostálgico: es una correlación de una humanidad que no ha procreado una gran cantidad de nuevas vidas, sino que son las mismas conciencias y almas en las últimas décadas. Los detalles arquitectónicos y esa oscuridad que resaltan los ambientes son pequeñas muestras que construyen un entorno que acompaña el relato y que potencian la propuesta a nivel audiovisual. Con sus limitaciones, el apartado técnico es brillante, y hay un gran trabajo en cuidar los escenarios.
Es probable que, los fanáticos de la ciencia ficción que se metan en esta propuesta, encuentren en Nobody Wants to Die algunos pequeños similares con otras famosas obras literarias y cinematográficas, pero sin esos puntos de comparación hay una construcción de una historia madura, oscura y seria, que no banaliza lo que trata de contar, o el mensaje que intenta producir al jugador. La potencia audiovisual de este mundo traspasa la pantalla, pudiendo reflejar toda esa oscuridad que oscila en los rincones.
Conclusión.
Una de las grandes experiencias y sorpresas de este año. Nobody Wants to Die es una aventura cinematográfica de la que tenemos el control y las decisiones en nuestros manos. El argumento es una auténtica maravilla, que se la ingenia con un puñado de personajes y un montón de giros llegar a una profundidad argumental espectacular.
Lo narrativo se sostiene con dos engranajes fundamentales: una puesta en escena especatcular, con una Nueva York como pocas veces la hemos visto, seteada en un futuro oscuro y poco esperanzador a pesar de su premisa de vida eterna. Por otro lado, mecánicas jugables que interfieren en la narrativa de forma precisa, sin tampoco agotar el recurso gracias a su duración moderada.
Nobody Wants to Die es una gran oportunidad para aquellos que son esquivos al género y quieren disfrutar de una historia increíble y ser al mismo tiempo protagonistas en su desarrollo.
Una de las grandes experiencias y sorpresas de este año. Nobody Wants to Die es una aventura cinematográfica de la que tenemos el control y las decisiones en nuestros manos. El argumento es una auténtica maravilla, que se la ingenia con un puñado de personajes y un montón de giros llegar a una profundidad argumental espectacular.
Lo narrativo se sostiene con dos engranajes fundamentales: una puesta en escena especatcular, con una Nueva York como pocas veces la hemos visto, seteada en un futuro oscuro y poco esperanzador a pesar de su premisa de vida eterna. Por otro lado, mecánicas jugables que interfieren en la narrativa de forma precisa, sin tampoco agotar el recurso gracias a su duración moderada.
Nobody Wants to Die es una gran oportunidad para aquellos que son esquivos al género y quieren disfrutar de una historia increíble y ser al mismo tiempo protagonistas en su desarrollo.