RIDE 4 nos ofrece el simulador de motociclísmo más completo de la actualidad, aunque su exigencia y dificultad puede ser una barrera para los jugadores casuales.
Milestone logró con RIDE afianzarse como uno de los simuladores de motociclísmo más exitosos tanto en la crítica especializada como en el nicho de jugadores. Un género que durante los últimos años presentó numerosos exponentes, alguno más volcados a una faceta arcade y otros un híbrido de estilos, pero pocos tuvieron tantas entregas como esta franquicia.
RIDE 4 apuesta, en el cruce generacional de consolas, a mantener gran parte de su jugabilidad pero al mismo tiempo sumar nuevas aristas a sus modos de juego. Un potenciado apartado audiovisual hace gala también del nivel de detalle de todas las motos disponibles -que, como casi siempre, se contrapone con el diseño de las pistas-, pero también hay que entender que RIDE sigue siendo ese simulador tan exigente, lo que representa una enorme barrera para los jugadores casuales.
Conquistando el mundo arriba de 2 ruedas
El primer contacto en pista con RIDE 4 es en una pequeña prueba de una vuelta en la que tenemos que llegar antes del tiempo estimado. Antes de personalizar y crear a nuestro piloto e incluso antes de ver algunas de las novedades dentro del menú de opciones, RIDE 4 nos pone arriba de la pista sin preámbulos para que vayamos familiarizándonos con los controles.
En lo personal, tuve que probar varias veces la misma prueba antes de superarla principalmente porque el cambio entre un juego de autos a uno de motos es sustancial. La dinámica de los vehículos es diferente, la estabilidad se percibe de otra manera y definitivamente las curvas se toman de otra manera, pero una vez que tenemos en cuenta todas estas cuestiones, nuestra perspectiva con el juego se transforma radicalmente.
El motociclismo profesional tiene varias penalizaciones reglamentadas, que se fueron actualizando con el paso de los años y una de ellas es la de irse de la pista, tomando contacto con las ruedas en la parte externa de la pista, que en la mayoría de los casos está cubierta de pasto. Dependiendo la competencia que estemos atravesando, el castigo es la anulación de la vuelta y si estamos jugando desafíos directamente es un volver a empezar. Este no es un tema menor dentro de la experiencia del juego, porque su realismo choca de lleno con el nivel de disfrute que tiene RIDE como franquicia y que siempre lo tuvo en la mirada de las críticas subjetivas. Obviamente, si ya transitamos las anteriores entregas de la franquicia esto no será un gran inconveniente, pero es indefectiblemente una enorme barrera para los que quieren ahondar en este universo. Salvo el modo rewind que nos permite volver varios segundos atrás antes de tomar mal una curva o alguna maniobra imprevista, no hay una asistencia tangible para achatar la curva de aprendizaje.
Es curioso porque hace algunos meses tuve la posibilidad de analizar F1 2020 y tuve una sensación completamente diferente. Es un simulador muy exigente pero que con sus mecánicas, interfaz y personalización invita a los jugadores a aprender de forma natural y progresiva todas las físicas del vehículo.
Más allá de esta cuestión de dificultad, la jugabilidad de RIDE 4 sube un escalón en cuanto a su dinámica y manejo de los controles. La sensibilidad de los sticks es completamente precisa y dependiendo la velocidad con la que encaremos las curvas podremos inclinar nuestro cuerpo para reducir los tiempos entre las vueltas. Es realmente notable ver cómo se comportan las 2 ruedas a través de las pistas y cómo su desgaste progresivo repercute no solo en el rendimiento, sino en la estabilidad del vehículo
En cuanto a sus modos de juego la carta más fuerte que presenta RIDE 4 es el Modo Carrera, un modo que viene con un importante lavado en su estructura y modalidad, ofreciéndonos una mayor libertad al momento de elegir las competiciones a través de todo el mundo para luego encarar hacia los desafíos más relevantes de este modo en su tramo final. La libertad para elegir las competencias y el camino que queramos enhebrar también se le atribuye a las escuderías y sus motocicletas disponibles.
Además de los carreras que forman parte de los torneos, participaremos de diferentes desafíos y pruebas de nuevas carrocerías dependiendo también la elección de marca que estemos usando. Estos pequeños elementos aportan frescura y dinámica a RIDE 4. No solo podremos competir en carreras oficiales, sino que hay una mayor cantidad de desafíos, como pruebas de velocidad o contrarreloj que nos aportan experiencia para subir de nivel y desbloquear nuevos elementos cosméticos.
Por fuera del Modo Carrera, una de las caras nuevas que dicen presente en RIDE 4 es su modo Endurance, una variante que muestra el lado más estratégico de toda la franquicia. Un estilo de competición completamente personalizable y en el que, además de mantener un buen tiempo de vuelta durante toda la carrera, también tendremos que hacer una revisión constante del estado de la moto para no tener problemas que nos cuesten caro después de estar compitiendo durante largos períodos. La parte final del Modo Carrera cuenta con su propia vertiente Endurance, pero si lo deseamos podemos competir en cualquier pista a nuestro gusto y elección de opciones.
Estos dos modos, que emergen como los atractivos más llamativos de RIDE, se ven complementados por un sistema de clima y horario, en el que haremos transiciones entre el día y la noche, con resultados completamente remarcables. El apartado audivisual sube unos peldaños en esta entrega y exige al máximo la actual generación de consolas. Recordemos que la versión next-gen llegará en enero del año que viene, pero el nivel de detalle que presentan las motos y algunos tramos del asfalto en las pistas es realmente alucinante. Como simulador hecho y derecho, estos niveles de realismo enaltecen aún más todo el potencial que tiene la marca y mantiene una enorme expectativa sobre cómo será el salto en PlayStation 5 y Xbox One.
La renovada IA es otras de las nuevas cartas que presenta la el cuarto capítulo de la franquicia. Un sistema bautizado A.N.N.A. (Artificial Neural Network Agent) que se autoalimenta a través de las diferentes carreras para aportar una cuota más de realismo a todo RIDE 4. La exigencia de los rivales se puede regular a varias escalas e incluso en los niveles más inferiores se comporta como si estuviésemos en una competencia profesional
En cuanto a contenidos tangibles, tenemos de base más de 170 motos y 30 pistas a los largo de todo el mundo que llegan desde el día 1 de lanzamiento. Sin embargo, Milestone ya confirmó que habrá un año de contenidos nuevos que saldrán de forma mensual, en vertientes de DLC gratuito como de pago. De esta forma, se estima que la cantidad de vehículos supere las 250 y tengamos más de 35 pistas para elegir, un record en toda la franquicia.
La personalización tanto de los pilotos como de las motos también suma una mayor capa de profundidad, con la posibilidad de modificar a nuestro gusto toda la estética, agregando logos, insignias, escudos, colores y tipografía al casco, traje y vehículo que manejamos. Una arista que se vislumbra mucho mas en su vertiente online, modo del cual pude probar poco y nada ya que al haberlo jugado previo a su lanzamiento no había una gran cantidad de jugadores activos.
Conclusión
RIDE 4 mantiene una línea de coherencia con la que la franquicia no está dispuesta a negociar, cada entrega es un paso más cerca al realismo arriba de las 2 ruedas, y está dispuesto a sacrificar la entrada de nuevos jugadores en este propósito.
RIDE 4 es un verdadero disfrute si nos regimos bajo sus reglas y la cantidad de contenido y personalización que ofrece nos garantiza una buena cantidad de horas con el casco puesto y las manos en el volante, pero la curva de aprendizaje es demasiado elevada por momentos y la frustración puede estar a la orden del día.