Private Division y Roll7 nos regalan con Rollerdrome una de las propuestas más frescas y atractivas de 2022.
Uno de los grandes desafíos en una industria tan superpoblada de exponentes como la de los videojuegos es la de encontrar propuestas que traigan nuevos conceptos a la mesa, o en otro caso, combinar elementos para que sea atractivo. Y Roll7 sabe captar muy bien esta premisa, porque a pocos meses de deleitarnos con OlliOlli World, nos deleita con Rollerdrome, una de los juegos más divertidos y entretenidos de este 2022.
Su propuesta es tan sencilla como desafiante: un híbrido entre Tony Hawk’s Pro Skater, Twisted Metal y shooters en tercera persona, en donde tendremos que competir en pistas arriba de nuestros rollers realizando acrobacias y eliminando a todos los enemigos del lugar.
Rollerdrome es simple, directo pero a la vez espectacular. Una fusión de conceptos que se complementa con un apartado audiviosual ideal para el concepto de esta propuesta, y una curva de aprendizaje que nos desafiará a combinar hermosas coreografías, trucos y danza de movimientos mientras sobrevivimos a las oleadas de rivales.
Bienvenidos a Rollerdrome, el deporte más espectacular del mundo.
El juego nos ubica temporalmente en el año 2030. Un futuro distópico en el que Matterhorn, una mega-corporación que tiene influencias directas con el Gobierno y un impacto relevante en la sociedad, tomó el control total del deporte más popular de ese mundo paralelo (llamado justamente Rollerdrome). Matterhorn no solo lo utiliza para distraer a la población, sino que cada vez hace este deporte algo más peligroso y trepidante, para captar la atención de millones de televidentes.
En este relato, Rollerdome tiene una popularidad a nivel mundial y logra captar por lo espectacular de su propuesta, por el show que ofrece a nivel “deportivo” pero principalmente por su nivel de violencia: las reglas del juego consisten en un enorme arena en donde los competidores se enfrentan a decenas de rivales y la supervivencia no es algo que esté garantizado.
En este marco, encarnamos a Kara Hassan, una debutante en la competición que quiere seguir los pasos de su ídola con patines, y consagrarse como campeona de Rollerdrome. Kara irá sumando popularidad a medida que avanza de fases en la competencia, y mientras la posibilidad de conseguir la copa son cada vez más cercanas, empezará a sumar seguidores pero también rivales dentro de la competencia. De todo lo visceral, y frenético que es el juego, acá es donde nos hubiese gustado que pongan un freno y cuenten un poco más sobre este universo, porque la premisa es completamente atractiva y las pequeñas piezas de exploración en primera persona que hay entre fases impregna un poco de color a su concisa narrativa. Pero Rollerdome siempre va directo a la arena y a la acción; son muy pocas las transiciones que intentan dar un poco más de contexto a las intenciones de Matterhorn o las motivaciones de Kara, y queda ese gustito de saber un poco más.
La campaña está dividida en 11 niveles, que a su vez se segmentan en 4 etapas clasificatorias: Fases iniciales, cuartos de final, semifinales y la gran final. En cada nivel, además de vencer a todos los enemigos de la arena, tenemos 10 desafíos para completar, que van desde hacer una determinada cantidad de puntos, encontrar fichas desparramadas por la zona, eliminar a enemigos de determinada forma, realizar un mínimo de combo y algunos requisitos más puntuales dependiendo la clase de enemigo que esté en ese nivel. Un detalle no menor de esto es que, si bien no es un requisito excluyente completar los 10 desafíos por cada competencia, para ir avanzando, además de matar a todos los enemigos, necesitaremos un mínimo de desafíos completados a nivel global para llegar a las fases finales.
Con el marco narrativo listo, los rollers puestos y las armas cargadas, vamos a lo importante: ¿Cómo se juega Rollerdrome? Y en su descripción comienzan a aparecer elementos de otros títulos parecidos. Por un lado tenemos que hablar de todo lo referido al movimiento y los trucos. Usando a Tony Hawk’s Pro Skater como punto norte, controlar a Kara Hassan no dista mucho de esa franquicia: tenemos la posibilidad de hacer trucos en el aire, grindeos, acid drops, wallrides y saltos. Un punto importante es que acá no importa cuándo, cómo y en qué momento hagamos los trucos: no nos vamos a caer o perder estabilidad en el proceso y tampoco perdemos puntos por la elegancia de los mismos, sino que ese no es el punto de la toda la cuestión, ya que esto se combina con el otro de sus elementos: los disparos.
La coreografía de movimientos, saltos y wallrides combina con la destreza que deberemos tener para esquivar los disparos, golpes y artefactos de los enemigos mientras los llenamos de plomo. ¿Para qué sirve hacer trucos? En parte para ganar puntos, aumentar el combo y completar algunos desafíos puntuales, pero las habilidades que demostramos en la pista interfieren directamente con el componente de disparos, porque es la única forma de recargar la munición de las armas que tenemos disponibles. Y en esta colisión de universos es donde la magia de Rollerdrome brilla de forma intensa, porque la coreografía de balas y explosiones se combina con los movimientos que hacemos con Kara, que también tiene que esquivar cada proyectil, explosivo o arma que le disparan.
El tercero de los elementos que termina de darle ese toque mágico a la adrenalina de los desafíos es la posibilidad de ralentizar el tiempo. Una suerte de bullet-time apuntando con las armas y que tiene un cooldown sutil para ni abusar de este recurso ni sentirlo como un recurso escaso. Esta herramienta es clave para los momentos que tenemos que ser muy certeros con los disparos, o recibimos ataques enemigos de todas las direcciones y queremos sacar esa pequeña ventaja temporal.
Los diferentes videos promocionales y gameplays del juego siempre mostraron las dos pistolas como armas, pero en total vamos a poder desbloquear 4 en total, al que se le suma una escopeta, un lanzagranadas y un arma que dispara una especie de laser que rebota. Cada arma tiene sus pro y contras, desde la cantidad de munición disponible hasta el poder de fuego que tiene contra lo enemigos. Y hablando de enemigos, hay más de 7 tipos diferentes, que no solo serán simple esbirros que buscarán golpearnos o dispararnos a la distancia; tendremos que enfrentarnos incluso a robots bípedos e incluso algún que otro boss en el camino.
Lo desafiante dentro de cada nivel no es solo sobrevivir y eliminar a todos los enemigos; al igual que en Tony Hawk, usar siempre los mismos trucos reduce el puntaje obtenido pero también es menor las municiones recargadas. La diversidad de piruetas en el aire y en el grind son más de 20 en cada una, así que depende de nosotros nuestra elegancia en la pista para eliminar a todos los rivales.
La curva de dificultad de Rollerdome está bien calibrada pero además tiene esa educación tácita e intuitiva. ¿Qué significa esto? Que cada vez que empezamos un nuevo nivel, repasamos los desafíos y después observamos la cantidad y variedad de enemigos, sale esa sensación de “esto es imposible”, pero horas después cuando volvemos a repasar algún desafío anterior, para superar el puntaje o completar un desafío pendiente, descubriremos que la evolución de los reflejos y las habilidades del joystick es algo completamente natural, y esa “mística” engloba parte de su encanto.
Los enemigos van apareciendo de a tandas y respawneando desde diferentes lugares. Aproximadamente, enfrentamos entre 25 y 50 enemigos por nivel, y si somos lo suficientemente habilidosos, el juego está preparado para que podamos empalmar combos larguísimos e incluso que duren todo el escenario (de hecho, es un objetivo recurrente a partir de las semifinales).
Cimentado por toda su jugabilidad, Rollerdrome también es una maravilla a nivel audiovisual. Lo que sentimos con el joystick en las manos traspasa la pantalla con un estilo cel-shading que comienza a ser un sello dentro de la desarrolladora. Los colores, la texturas y las sombras de los escenarios conviven con las explosiones y las ráfagas de disparo, haciendo que en todo momento no perdamos el control de lo que sucede; y si eso no es suficiente, el soundtrack que eligieron, en donde los sintetizadores se mezclan con el sonido de las balas y el grito del público, extasiado por nuestras acrobacias.
Si bien la sensación de los controles y su jugabilidad responde muy bien al nivel de exigencia de los desafíos, por momentos padecía la cámara en Rollerdrome. Como no importa la forma en que caemos con los trucos o la dirección que toma Kara, hay situaciones en la que la perspectiva del personaje no queda completamente cómoda y terminamos tomando caminos erróneos.
Otro de los puntos relativamente flojos, o discutibles al menos, son sus escenarios. Por un lado, no tienen una suficiente versatilidad. De 11 niveles, terminamos combatiendo en escenarios que tienen 3 o 4 ambientaciones diferentes pero que solo cambian sutilmente algunos detalles entre sí, aunque también aumentan en escala y acá es donde surge otro de sus problemas, más apunada a los desafíos de cada escenario. Los últimos niveles tienen una amplitud no solo a distancia sino también en altura, y a veces cuesta detectar qué enemigo queda con vida. En un juego donde el combo que acumulamos y el tiempo con el que batimos cada duelo son factores que dan recompensas, queda poco deslucido que no haya algún indicador que muestre sutilmente los soldados restantes.
Conclusión
Pocos juegos dan esa sensación de diversión instantánea y disfrute como Rollerdrome. Parece un juego complejo desde afuera, pero con el joystick en la mano sentís que lo disfrutás hace años, porque las mecánicas que aplica ya las jugamos desde hace años, pero ahora conviven en una sola propuesta, resaltada por toda la elegancia de esta brutal y violenta competencia.
No cuenta con un modo online, pero la rejugabilidad de sus niveles y la propuesta de su modo más dificil se complementa también con la posibilidad de compartir los puntajes de tus partidas en rankings, ¿podrás ser el mejor jugador de Rolledrome?