La desarrolladora chilena ACE Team rinde homenaje a un clásico de los ’90 con SolSeraph, una aventura que mezcla plataformas con Tower Defense.
Hace unos días cuando publicamos el análisis de Bloodstained: Ritual of the Night hablé sobre el sentido de las secuelas espirituales y el amor por una franquicia. En esta particular ocasión, la siempre bien ponderada desarrolladora chilena ACE Team nos presenta con SolSeraph una mezcla entre homenaje y remake del conocido juego de SNES de 1990, ActRaiser, que tuvo una secuela 3 años después.
SolSeraph es una aventura híbrida que va mezclando secuencias plataformeras bien clásicas del género con la estrategía estilo Tower Defense, en la que tendremos que repeler oleadas de enemigos que van por un camino delineado con el fin de atacar nuestra “base”.
ACE Team, en colaboración con SEGA, no quiere ningún tipo de complicaciones en ambas aristas bien marcadas, y con un relato de tintes fantásticos nos ofrece un aventura simple y directa, que si bien los gamers más de nicho pueden sentir poco profundas sus mecánicas, cumple con lo que se propone.
Helios, el protector de la humanidad
SolSeraph nos introduce rápidamente en un relato que contextualiza el mundo que recorremos y el propósito por el cuál nos embarcamos en esta aventura con un hilo narrativo sencillo de acompañar, que transita en paralelo con las mecánicas jugables.
Encarnamos al Dios Helios, que deberá recorrer diferentes pueblos para defender a la humanidad que se encuentra en sus primeros compaces evolutivos y de desarrollado en distintas comunidades a lo largo de todo el mundo. Su misión es protegerlos de otras deidades más jóvenes que, a partir de una mezcla de odio y celos, no ven con buenos ojos esta evolución de los humanos, que tienen capacidades de expandirse, de tener recuerdos, de pensar y razonar. Entonces quieren erradicarlos a como de lugar.
Nuestro trabajo va a ser ayudarlos a estos pueblos que sufren los castigos de estos dioses con su expansión territorial y protegerlos de oleadas de enemigos hasta que tenemos los recursos suficientes para poder enfrentar cara a cara a estas deidades y erradicarlas. Esta es la sencilla premisa que funciona para poder mechar los dos estilos de juegos que preponderan en SolSeraph, que son las plataformas y la estrategia acentuada en Tower Defense.
El título está dividido en diferentes zonas, o pueblos, completamente accesibles después de realizar el tutorial, y en cada uno nos tendremos que expandir, construyendo casas, armando granjas, elaborando aserraderos para recolectar madera y emplazar asentamientos defensivos para resistir las oleadas de enemigos que tienen como único destino el núcleo central del pueblo (representado por una hoguera) por lo que no hay movimientos libres de estas criaturas, que salen de puntos específicos y recorren un camino ya delimitado. A medida que vamos eliminando enemigos conseguimos almas, recurso clave que nos permite entrar a las guaridas de los enemigos y pasar del tower defense a la sección plataformera, en la cuál tenemos el control de Helios.
Este modus operandi se repite de manera calcada en las 5 pueblos diferentes, donde gracias a nuestros periplos con Helios vamos adquiriendo nuevas habilidades y mejoramos tanto la vida como la energía. SolSeraph, de esta manera, se vuelve un juego completamente metódico, así que una vez que descubrimos cuáles son las estrategias más cómodas para expandiron es una cuestión de prueba y error. Las secuencias de plataformas, con el mismo problema de repetición, funciona más como un homenaje noventoso que a mostrar algo fresco sobre la mesa.
Tower Defense y plataformas, simple pero efectivo.
Más allá de las diferentes criaturas que enfrentamos y los cambios en la geografía del mapa, el sistema de estrategía y gestión de recursos que plantea SolSeraph es muy simple, apuntado en parte para no complicar a los ajenos al género con mecánicas demasiado compleja. Madera y comida son los 2 recursos que tenemos que ir recolectando para cimentar la expansión del territorio y como los árboles que aparecen en las zonas es limitada, el diagrama de edificios no es infinito, por lo que quedará en nosotros cómo distribuimos estos insumos, porque podemos dedicarnos a plagar de edificios defensivos para nutrir los caminos de soldados, o elegir las estructuras más poderosas (y que consumen más madera) para concentrarnos en la calidad y no en la cantidad.
A la segunda zona que liberamos, ya le sacamos completamente la ficha a cuáles son los tips y ventajas que convienen hacer para no tener nunca un problema con los enemigos que nos invaden. De yapa, contamos con algunas habilidades divinas que van desde tirar rayos para atacar enemigos, hacer llover para hacer fértiles ciertas áreas para cultivar o invocar un soldado alado para luchar a nuestro lado.
La otra faceta de SolSeraph, la plataformera, está apuntada directamente a hacernos volver en el tiempo 25 años para recordar las brillantes propuestas de Snes y SEGA que marcaron esa época tan hermosa del gaming.
Controlar a Helios (que es lo más parecido que van a encontrar a Angemon de Digimon) es sumamente sencillo, contando con un botón para atacar, uno para esquivar, otro para utilizar un escudo y finalmente el de las habilidades especiales, que son las que tratan de matizar un poco tanta repetición de esquemas, ya que nuestra interacción con el Dios protector tiene dos aristas distintas: por un lado recorrer un área sorteando obstáculos y derrotando enemigos, mientras que la otra variedad consiste en resistir una horda y matar a todos.
Algunas zonas son interesantes ya que cuentan con bifurcaciones e incluso algunos secretos para sumar más bonificaciones. Los bosses son otro eslabón de la cadena pero que tienen la misma baja dificultad. De hecho, el principal desafío se presenta en las áreas que no cuentan con checkpoint, y que nos obligan a rehacer el nivel de vuelta, una decisión que mantiene esta ideología nostálgica que se ve embebida en todo SolSeraph.
Una estética que acompaña la propuesta
La narrativa de SolSeraph coquetea con el género fantasioso literario infanto-juvenil en determinados momentos, por lo que no choca la dirección de arte que implementaron para el juego y si sumamos que es un título con un presupuesto limitado, no estamos ante una arista que reste. El trabajo en las animaciones de Helios y su diseño son un poco toscas y los enemigos no son lo más originales que hemos visto, pero el trazado de los escenarios, tanto en las partes plataformeras como las ciudades que gestionamos, son correctas.
Conclusión
SolSeraph apela a reivindicar una obra de antaño que a buscar una profunda jugabilidad. Sus repeticiones constantes en la propuesta y su duración un tanto corta (de 8 a 10 horas más o menos) son puntos negativos, que arrastran una sistema que por momentos se siente muy oxidado. Sin embargo, la simpleza efectista para ir directo a lo que se propone y esa nostalgia noventosa que pulula en su parte plataforma logran emparejar de cierta las simplezas en sus mecánicas.