Spiders no ambiciona más allá de sus límites y Steelrising emerge como un digno souls-like, que tiene una superioridad estética abrumadora.
La Revolución Francesa es uno de los eventos más trascendentes de la era contemporánea y que, en una línea muy resumida, fue una estallido político y social que sentó las bases de la democracia tal y como la conocemos hoy. Haciendo las comparaciones pertinentes, la consolidación de los souls-like como género cuasi independiente fue un paso fundamental para redefinir una vertiente de los rpg que sobre los hombros de FromSoftware diferentes compañías buscan dejar su sello con propuestas que mantengan su abc pero con alguna distinción que los destaque.
Steelrising, en los papeles, es un rpg de corte souls-like súper tradicional: combates desafiantes, estilos del personaje acentuados en cómo asignamos los recursos de fuerza, agilidad y habilidades especiales; y un mapa interconectado con puntos de interés, quest principales y algunos encargos secundarios opcionales.
Sin embargo, la aventura desarrolladora por Spiders tiene una frescura audiovisual radicada en su ambientación y sin ser un título AAA el diseño de los enemigos y, principalmente, Aegis su protagonista tienen una superioridad estética hermosa. Como complemento, también le suma a su jugabilidad una sutil capa metroidvania, en el que podremos regresar varias veces sobre nuestros pasos para llegar a lugares que antes eran inaccesibles.
Steelrising combina estilos y sabe entender muy bien sus limitaciones, para lograr una propuesta muy robusta que se suma a la lista de los grandes souls-like estrenados en 2022.
Sangre, acero y revolución
Steelrising asienta sus bases narrativas en el fulgor de la Revolución Francesa pero con drásticos giros de fantasía que avanzan con propia fuerza. Luis XVI, intentando manejar el clamor social y la presión de los aristócratas, busca sofocar la presión de la crisis monárquica disponiendo a un ejercito de autómatas para dominar las calles y transformar el reclamo del pueblo en un baño de sangre.
La mayoría de los políticos y aristócratas que apoyaron esta insurgencia contra el rey están desaparecidos o refugiados intentando conformar algún tipo de resistencia, pero los ejércitos humanos no tienen ninguna posibilidad contra el poder de estos autómatas, forjados en un acero impenetrable e imposibles de vencer en una lucha cuerpo a cuerpo.
En este contexto tan desfavorable, los que todavía luchan contra la tiranía del Rey tienen una última carta: Aegis, una autómata que no solo tiene consciencia propia y puede hablar, sino que también es una máquina letal que buscará limpiar las calles de París y torcer el curso de esta revolución. Este robot, que antes oficiaba como bailarina, se transforma en la guardaespaldas de María Antonieta, que le encomienda ayudar a la resistencia y encontrar la forma de frenar a Luis XVI.
Steelrising nos lleva por esta versión alternativa y fantasiosa de los inicios de la Revolución Francesa, con ese toque distópico, en el que no decide esquivar tópicos políticos, como la opresión de los pueblos, la corrupción de los gobernantes, la esclavitud y el poder oculto de la religión y la ambición de la aristocracia, siempre buscando en quedar mal parada.
El marco histórico también es una oportunidad para conocer e interactuar con diferentes actores de esa época. No solo con la imagen de Luis XVI como el gran monarca que no quiere ceder el trono y lanza un ejército de robots para controlar a las masas, sino que también personajes como Eugene de Vaucanson (que justamente y no por nada es el creador del primer autómata del mundo), Jacques Necker, Maximilien de Robespierre, el Conde de Mirabeau, entre otros. Políticos, abogados, científicos, hombres de religión y aristócratas que tuvieron injerencia directa o indirecta durante los acontecimientos de fines del siglo XVIII también dicen presente en esta aventura.
Durante nuestra exploración por París, Aegis irá conociendo a estos personajes (algunos de paso rescatando de las manos de autómatas) y serán quiénes nos dirijan el curso a través de las misiones principales y quest secundarias. También sucederá, por momentos, que sus intereses entren en conflicto entre sí, y la toma de decisiones aparecerá de tanto en tanto, cambiando sutilmente el destino de alguno de ellos. Por ejemplo, en una misión encontramos recursos muy valiosos para la Resistencia, y está en nuestro poder decidir a qué personas se lo vamos a dar, ya que uno prefiere donarlo al pueblo que pasa hambre, mientras que otro pretende reforzar los ejércitos revolucionarios.
La política y la moral son puestos a prueba para esta particular autómata constantemente. Aegis, obviamente, es diferente al resto de los demás robots que maneja Luis XVI: tiene consciencia propia y una inteligencia que le permite decidir y tomar acciones por su propia cuenta. En los papeles, los diálogos y su interacción con los personajes, tiene similitudes con el RoboCop de Paul Verhoeven, salvando las distancias, pero con ese sentido de justicia impregnado en su acero.
El tinte político e histórico también se refleja en las locaciones que forman parte de Steelrising, que nos lleva por el Palacio de Versalles, el Museo del Louvre, la Bastilla, los Jardines de Luxemburgo, entre otros. No hay una representación a escala ni tampoco un retrato calcado de la geografía de la ciudad. Los recursos de Spiders para el desarrollo del juego quedan en evidencia en estos detalles, pero eso no quita que su ambientación este muy lograda, con una representación muy bien lograda, complementada por los campos, calles y edificios que recorremos.
En el plano jugable, Steelrising no se desvía ni un ápice del abc de los souls-like. Zonas minadas de enemigos, combates estratégicos y rítmicos que nos dan los puntos de experiencia para subir de nivel. Las dinámicas de Aegis están preseteadas desde el comienzo, pudiendo empezar con una perspectiva más ofensiva tipo tanque, pasando por estrategias apuntadas a la agilidad del personaje y otras a las habilidades especiales. Acá la magia o los poderes son reemplazados por habilidades elementales: fuego, hielo y electricidad; siempre en la tónica de los autómatas y su reacción a estos elementos. Mientras que el hielo obviamente los inmoviliza, el rayo y el fuego genera daño progresivo y el rayo pronuncia nuestras debilidades. Hacer uso de estos recursos, imbuidos en las armas, son estrategias que forman parte del manual para no sufrir tanto en este tipo de juegos.
Tanto el diseño de Aegis como el de los enemigos es fenomenal, un verdadero soplo de aire fresco sumado a la ambientación haciendo de estos recursos los elementos más atractivos de su propuestas; y esto se complementa con otros factores como es el caso de las armas, sumamente originales y con diferentes versatilidades que invitan a probarlas a todas. Desde garras eléctricas, pasando por boleadoras e incluso hasta mosquetones; esa combinación entre armas melee y de disparo recuerda mucho a Bloodborne, algo que tampoco sorprende cuando avanzamos durante toda la dinámica que nos plantea el juego. De hecho, mientras atravesamos algunas calles de París vamos a poder interactuar con vecinos que están encerrados en sus casa – algunos hasta pidiéndonos cosas -, un elemento casi calcado de la propuesta de FromSoftware.
La exploración del juego nos lleva por diferentes zonas de la ciudad parisina segmentada por barrios e interconectados únicamente por medio de un carruaje. Cada una de estas zonas funcionan de forma aislada, con su propio diseño de escenarios y lugares a los que no podremos acceder durante la primera visita. Esto se debe en parte a nuevas misiones que irán surgiendo en estas locaciones y también porque para llegar a algunos lugares precisaremos de herramientas o habilidades de Aegis, en una suerte de cuota Metroidvania que inyecta el juego y funciona de forma bastante orgánica.
Uno de los puntos más atractivos de Steelrising es la sensación de estar controlando a Aegis y los desafíos que supone esto. Una autómata llena de engranajes y acero, con movimientos mecánicos bien marcados, quedan traspasados de forma muy fiel a los botones. También tiene sus características dentro del desplazamiento, acá no contamos con una barra de energía tradicional sino que tenemos que cuidar de que la protagonista no se sobrecaliente: si corremos mucho, atacamos sin cesar o esquivamos de forma constante, habrá que esperar unos instantes para seguir quemando energía – también cuenta con una “refrigeración” instantánea si apretamos un botón en el momento justo -. Controlar a Aegis puede resultar complejo al comienzo por lo mecánico de sus movimientos, que funcionan adrede, pero después termina funcionando de forma natural. El pasado del personaje como bailarina también funciona para su destreza con la armas, enhebrando coregorafías para los movimientos, que decantan el golpes letales contra el metal y acero de los autómatas enemigos.
A pesar de su estructura tradicional de los souls-like, la impronta narrativa juega un papel mucho más relevante. Acá no hay tantos elementos crípticos ni tampoco tendremos que estar adivinando lo que sucede. Las relaciones que forjamos con los personajes secundarios, los archivos que encontramos y las cinemáticas que forman parte de la aventura nos dan toda la información necesaria para atraparnos dentro del juego y que nos interese realmente lo que está sucediendo.
La superioridad estética de Aegis y el diseño del resto de los autómatas se contrapone con el rendimiento técnico. Más allá de algunos bugs – que seguramente serán corregidos en algunos parches – las texturas de algunas locaciones y los personajes no están a la altura de toda la propuesta, y acá es donde se notan las costuras de un título AA que no cuenta con la inversión necesaria para transformarse en una superproducción audiovisual. Sin embargo, ese cuidado en los detalles y la elección de su ambientación, ¿cuántas veces vimos un juego durante la Revolución Francesa y con estas condiciones?
Si bien estamos ante un souls-like, algo importante para destacar es su nivel de accesibilidad, separado en dos elementos diferentes. Por un lado, el juego no cuenta con niveles de dificultad, pero si presenta la chance de ajustar el daño y el poder de los enemigos, con un modo asistencia que permite facilitar las cosas para los jugadores que prefieren evitar la frustración. Además, dentro del juego y la exploración con Aegis contamos con una brújula, un item de uso opcional que nos indica la localización de los objetivos primarios y secundarios, para no perdernos en París.
Conclusión
Steelrising es un dignísimo souls-like, que hace de su ambientación y atractivo narrativo sus puntos más fuertes. Controlar a Aegis es una propuesta que busca ser disruptiva por sí misma, algo diametralmente opuesto a su estructura souls-like que no se sale del eje.
Su presupuesto y desarrollo queda en evidencia en el plano técnico y jugable, pero en la sumatoria de elementos Spiders logra un título atractivo y con un buen pasar. La cuota de accesibilidad también es una invitación y puerta de entrada para aquellos interesados en el género y que siempre miraron con recelo el nivel de exigencia de este tipo de propuestas.