Ex desarrolladores de Rare nos traen Tamarin, una aventura de plataformas en 3D que recuerda de mala manera a los primeros pasos del género.
Cuando uno revisiona la historia del gaming, es indiscutible la influencia de Rare en la industria y cómo supo ser en la década del ’90 y primeros años del corrientes siglo una máquina de lanzar importantes títulos.
Hoy Rare continúa en funcionamiento, quizás sin la misma relevancia que en otras épocas, pero también muchos de sus miembros ya no forman parte de la desarrolladora y siguieron otros caminos.
Bajo este contexto llegó a PlayStation 4 y PC Tamarin, un título a cargo de Chameleon Games, empresa formada justamente por ex miembros de Rare.
Tamarin, en una primera mirada, evoca a los primeros plataformeros 3D que disfrutamos en Nintendo 64 y la primera generación de PlayStation. Y cuando digo evoca es porque no solo funciona como un homenaje, sino que también arrastra todos esos problemas que padecían los títulos hace más de 20 años.
Una aventura que nos presenta una entrañable protagonista en el marco de una heroíca misión, todo envuelto en un juego que no se decide en lo que propone y las frustración de sus mecánicas progresivamente.
Salvando nuestro hogar.
Antes de ponerme a jugar Tamarin, tuve que googlear para conocer si este simpático animal era real. Para paliar mi ignorancia, los tamarinos son un clase de primate que habita en el norte de Brasil/sur de Bolivia y no son tan agraciados como lo están retratados en este juego a cargo de Chameleon Games.
La aventura tiene como punto de partida la invasión de nuestro pacífico hábitat por una especie de hormigas e insectos gigantes que, con deforestaciones y red de túneles, instalaron una maquinaría industrial en toda la región, poniendo en riesgo al ecosistema como sus habitantes.
Una metáfora bastante literal por momentos a lo que sucede en lugares como el Amazonas (justo una región en la que viven los tamarines), pero con el agregado de que estos enemigos también secuestraron a nuestra familia. Así que la tarea será doble: erradicar a estos insectos mutantes invasores para traer la paz a nuestro hábitat y al mismo tiempo rescatar a los 3 tamarines que están secuestrados.
El mundo del juego está dividido en diferentes zonas que están interconectadas y que iremos desbloqueando conforme adquiramos nuevas habilidades y armas. Sí, nuestro tierno protagonista felpudo tendrá a disposición un popurri de armas que van desde pistolas automáticas hasta shurikens y lanzamisiles. Esta cuestión armamentística divide el juego en dos grandes aristas: la plataformera pura y la acción en 3d.
Ambos estilos de juego no se combinan en ningún momento entre sí ya que mientras el tamarin esté con las armas encima, no podrá realizar ninguna de sus destrezas físicas como largos saltos, zancadas o rodar. El juego nos permite intercalar entre las zonas plataformeras y las áreas de combate gracias a la ayuda de un cuerpo espín que guardará nuestras armas mientras nosotros nos abrimos paso por el mapa.
Acá es cuando los primeros problemas en Tamarin comienzan a salir a la superficie; un juego que nunca termina de decidirse hacia dónde quiere apuntar y flaquea en las dos vertientes jugables. La exploración plataformera es técnicamente engorrosa, con saltos completamente imprecisos y áreas con mucha verticalidad pero poco inspiradas. Esto puede paliarse por la variada cantidad de coleccionables que intentan extender la vida útil del juego más allá de las 10 horas de duración ya que completar la trama principal, que involucra rescatar a los 3 tamarin nos lleva entre 6 y 7 horas.
Si los controles ya son un tanto exasperantes en lo que se refiere a los saltos y secuencias plataformeras, la situación empeora rotundamente cuando pasamos a la acción. Un apartado tosco y antiguo, con un sistema de apuntado que es un verdadero dolor de cabeza. Que los controles no estén pulidos puede ser un aliciente normal en algunos juegos, pero esto roza el despropósito y la desprolijidad técnica a tal punto que no lo hace disfrutable en este tipo de momentos.
La estrategia contra la ia de los enemigos es bastante escasa, y no hay muchas variaciones respecto a los insectos que enfrentamos. Tenemos hormigas, que más adelante suman un escudo que bloquean los disparos, una especie de cascarudos gigantes, algunos insectos más pequeños que aparecen en las zonas plataformeras, libélulas y para de contar. De hecho, y sin entrar en spoilers, el boss final (y único de todo el juego) es prácticamente un chiste que roza el ridículo.
Tamarin emula los orígenes de los plataformeros 3d de fines de siglo XX, pero acumulando consigo todos los errores y fallas técnicas de ese tiempo. Es particular que los responsables de este título no tomaron recaudos o lineamientos al momento de desarrollar esta aventura, más aún si tenemos en cuenta que son responsables de exponentes como Banjo-Kazooie, Perfect Dark o Jet Force Gemini.
Una aventura que en los primeros compases mostraba algunas pautas interesantes, pero todo comienza a decaer cuando los bugs, la cámara que no ayuda y los primeros enfrentamientos con los enemigos nos adelantan que los errores técnicos del juego y la frustración de los controles van a ser los 2 rivales más duros a vencer.
Es difícil empatizar con un juego que, a pesar de su historia -bien cliché- atractiva, no logra transmitirnos esa desolación que padece el protagonista y su lucha por erradicar a los invasores de sus tierras. Tamarin es, en definitiva, un puñado de ideas interesantes mal ensambladas y ejecutadas de una forma que está lejos de la vara que hoy en día le pedimos al gaming.
Audiovisualmente hay poco destacar. Nuestro protagonista tiene un diseño muy simpático pero lo génerico de los enemigos y los entornos poco inspirados, con texturas bastante simplonas, no terminan de repuntar. La banda sonora es bastante atractiva y rescata un apartado que acumula varios bugs en su haber.
Conclusión
Todo el buen presagio que acumulaba Tamarin por los responsables detrás de esta aventura dejan un mal sabor de boca en su resultado final. Un plataformero de acción tosco y descuidado, con controles que son un enemigo más y una mezcla de estilos que no termina de convencer. Una verdadera lastima que desde Chameleon Games hayan desaprovechado esta oportunidad para presentar una aventura fresca, enalteciendo las bondades que tiene el género.