La remake de The Last of Us Part I aterriza en PlayStation 5 con un enorme despliegue audiovisual, manteniendo su esencia intacta.
Si la memoria no me falla, nunca en la historia de los videojuegos un título tuvo 2 relanzamientos en menos de una década, con versiones similares en lo jugable pero buscando esa frescura desde los audiovisual. El debut de The Last of Us Part I en 2013 fue tan impactante que la llegada de su versión remasterizada un año después – aprovechando el arribo la nueva consola de Sony – pasó un tanto discreta.
A 9 años desde que Naughty Dog nos presentó por primera a Joel y Ellie, la llegada de esta remake para PlayStation 5 (su lanzamiento en PC se dará dentro de unos meses) es un mimo para los fanáticos que una vez más se embarcan en una aventura que, al igual que a los protagonistas, te marca a fuego y es muy difícil sentir indeferencia.
¿Vale la pena esta remake?, ¿hay cambios a nivel jugable?, ¿cuánta diferencia hay respecto al título de PS3?, ¿es la versión definitiva de The Last of Us Part I? Intentaré responder estas preguntas en los siguientes párrafos.
La inmersión por sobre la innovación
Una vez que Joel y Ellie se encuentran por primera vez, y a los pocos minutos comienzan su peligroso viaje por los Estados Unidos en busca de las Luciernagas, junto con la promesa de una cura para el virus que diezmó la humanidad, ya atravesamos casi 2 horas de la aventura, con todos los tutoriales y mecánicas habidas y por haber explicadas. Al momento de llegar a este punto en la remake de The Last of Us Part 1, la sensación es unanime: a nivel jugable no hay ninguna reinvención ni novedades en su sistema de controles. De hecho tampoco es que está incrustada la jugabilidad de su secuela, con el añadido del esquive por ejemplo; sino que en la teoría estamos ante la misma experiencia que en 2013 y 2014, respectivamente.
Esta última afirmación puede sonar derrotista e incluso contradictoria con los que voy a analizar en los próximos párrafos, pero Naughty Dog lejos de meter mano en este aspecto dedicó todos sus recursos y esfuerzos en reinventar toda la estructura audiovisual, inmersiva y animada de la aventura para perfeccionar estas aristas y lograr una remake que, a pesar de haber completado el juego varias veces, siga impactando, emocionando e incluso generando esa sensación claustrofóbica tanto en las cinemáticas como en los brutales combates. Porque si al final del párrafo anterior expresé que en “la teoría” es el mismo juego que su versión original, en la práctica hay un soplo de aire fresco que invita una vez más a adentrarnos en una historia tan cruda como emocionante.
De lo macro a lo micro, The Last of Us Part I se empieza a apreciar en los cambios más notorios visualmente y se contempla en el nivel de detalle que pusieron para cada elemento del juego. Lo primero que se asoma es el remodelado y diseño de todas su locaciones, externas e internas, tomando como base la arquitectura del título original pero aportando mucho más vida – una ironía en este universo plagado de muerte y desolación – a cada metro cuadrado. Los interiores de los edificios tienen cada elemento trabajado, con poca similitud entre espacios (salvo en la sección de la Universidad, donde por diseño las habitaciones de los estudiantes son cuasi calcadas) y cada lugar que exploramos se siente tan único como atractivo. Las calles que exploramos, atravesadas por la vegetación, ahora tienen señales humanas más claras: carteles grafiteados, anotaciones en paredes, ropa en las calles, zonas abandonas pero con vestigios de una civilización que ya no está.
El componente post-apocalíptico esta crudamente retratado, incluso en los escenarios con población viva: desde la militarizada ciudad de Boston, o la salvaje Pittsburgh, tierra de la anarquía y el salvajismo. Incluso ese refugio de las alcantarillas que atraviesa Joel y Ellie junto a Henry y Sam tiene una mirada mucho más cruda y desolada que lo que ofrecían las versiones originales.
Ese gran primer impacto de la ambientación da otro paso cuando se aprecia el modelado de los personajes. Aprovechando el motor de TLOU 2 y el potencial de PlayStation 5, las animaciones faciales y movimientos corporales cambian por completo la emoción de los diálogos y la profundidad de las sensaciones que atraviesan los personajes. Estos elementos se aprecian tanto en las cinemáticas como incluso ingame, como la imagen que comparto a continuación: el puño apretado y las venas marcadas del brazo derecho de Joel, un signo de impotencia que alimenta la rabia contenida dentro del personaje. Así como es este ejemplo puedo mencionar decenas y decenas de situaciones, donde la “inyección de vida” a través de estas animaciones y movimientos complementan todo lo que atravesamos durante la historia.
El nivel de detalle en cada uno de los elementos que componen los escenarios y lugares roza lo absurdo: entornos que sufren destrucciones a raíz de explosiones o disparos, el diseño de las armas rehecho de punta a punta (incluso en la mesa de trabajo ahora se puede apreciar el trabajo fino que hace Joel para customizarlas) y cómo las locaciones se transforman en un protagonista más durante la travesía. La iluminación y el contraste de los escenarios modifica completamente lo que estamos observando, con los rayos de sol siendo testigos de nuestras incursiones silenciosas o la lintera, cobrando mucho más protagonismo durante las escabullidas nocturnas.
Todo ese componente visual se complementa con las mejoras en el sonido. No hace falta hablar de la majestuosa banda sonora que acompaña la historia, pero ahora con la incorporación del audio 3D se logra ese plus en la inmersión, segmentando los orígenes de los sonidos para escuchar tanto a enemigos humanos e infectados, con una notoria diferenciación cuando estamos en entornos abiertos y cerrados: el eco del grito de los chasqueadores resuena en pasillos y cuevas de forma exquisita y perturbadora.
Si el componente visual y sonoro comienzan a poner en la práctica esa frescura que impone la remake, la inteligencia artificial de los enemigos busca dar esa vuelta de tuerca en lo que respecta al desafío jugable. Dependiendo la dificultad que elijamos, los enemigos (humanos principalmente) tendrán diferentes tipos de autonomía de movimientos, incluso trabajando mucho mejor en grupo para emboscar a Joel y no ser una esponja de balas. Si bien todavía se mantiene esto que Ellie (y los acompañantes de turno) sean casi invencibles – digo casi porque se sigue manteniendo el hecho de que pueden ser agarrados por infectados – la IA de los aliados también se modificó y tendrán esa independencia de movimiento para desplazarse entre escondites para no pasar advertidos por los enemigos, o incluso atacarlos de forma más estratégica. Volvemos al punto inicial: a nivel jugable su esqueleto permanece intacto, pero toda esa reconstrucción de sus elementos mejora toda esa experiencia jugable.
La frutilla del postre para coronar esa inmersión es el DualSense y todas sus funcionalidad hápticas. Desde la tensión del arco o el disparo de las armas con los gatillos, el joystick de PS5 tiene una amplia customización en sus funciones que logran traspasar a las manos toda esa tensión que vemos en pantalla. De hecho, incluye funciones para regular la vibración de forma personalizada de todas las armas y movimientos, con el agregado también de añadir una vibración que transmita la voz de los personajes al hablar; todo un despliegue espectacular busca que el juego traspase la pantalla por todos los sentidos.
Sobre los contenidos jugables novedosos, todos ellos llegan tras completar la partida inicial: desde diseños para desbloquear, hasta más vestuarios para Ellie y Joel; pero también con la inclusión del Permadeath Mode (tomado de TLOU 2) y un modo Speedrun, para poder iterar partidas en tiempo récord.
En cada momento que titubeás con esta remake, en la que te replanteás si realmente vale la pena volver a pasar por esta historia, hay un acorde Gustavo Santaolalla que te pone la piel de gallina; una mirada entre Joel y Ellie que forja un vínculo que pasará por mil tormentas; un mundo crudo y visceral listo para darte un cachetazo. Ante la ausencia de una renovación en lo jugable, The Last of Us lo revierte con inmersión audiovisual, muy en la tónica que maneja PlayStation 5: no hay una búsqueda de la disrupción en las mecánicas, sino en la emoción que le transmite el jugador, a través del nivel de detalle en sus imágenes, un sonido envolvente y el poder sensorial del DualSense.
Si en The Last of Us Part II el apartado de accesibilidad fue celebrado por toda la comunidad, para esta remake Naughty Dog fue un paso más allá, sumando nuevas funcionalidades para ofrecer la posibilidad de que cualquier jugador pueda disfrutar de la experiencia. De hecho, se sumaron funcionalidades como una descripción auditiva de lo que sucede en el entorno, funcionalidades para simplificar sus controles y más customizaciones para suplir las dificultades de visión.
Conclusión
Así sea que lo jugaste una, dos, 10 veces o es la primera vez que te aventurás en la historia de Joel y Ellie, la remake de The Last of Us Part I no te va a dejar indiferente. El potencial de este juego, ahora complementado con esta reconstrucción inmersiva, volverá a calarte profundo en la piel; volverá a ponerte una vez más la piel de gallina con ese final, y te meterá de lleno en la crudeza de sus combates.
Me hubiese gustado algún pequeño añadido, algo extra por más chico que sea que se haya sumado a su contenido, pero esta remake de TLOU, junto a Left Behind (el DLC precuela protagonizado por Ellie) ahora funciona junto a The Last of Us Part II como un todo.
Las dudas que podés tener respecto al potencial de este relanzamiento quedan a un costado cuando ponés las manos en el joystick y te sumergís en este mundo: Naughty Dog logra con una frescura que te invita a no pensarlo dos veces y acompañar una vez más a esta dupla como si fuese la primera vez.