Los cuentos de hadas son fuente de inspiración para el gaming desde tiempos inmemoriales, pero ninguna aventura se animó a llevarlas a la pantalla tan literal (y encantadoramente), como The Plucky Squire, esta adorable entrega indie.
Aviso: la palabra “encantador” será usado en exceso en esta reseña. Cuando nos enteramos que James Turner, un experimentado director de arte de GameFreak (Pokémon, cof, cof), tomó las riendas de su destino para trabajar en un juego propio, paramos la oreja para ver de qué se trataba. Junto a su socio Jonathan Biddle, Turner fundó All Possible Future, un pequeño pero aguerrido estudio que se lanzó a desarrollar The Plucky Squire. De la mano de Devolver Digital (otro tanque en la categoría de “grandes distribuidoras), la compañía puso sobre la mesa este pequeño y ambicioso proyecto sobre un diminuto escudero valiente y sus andanzas literarias en un mundo de cuentos.
Las primeras imágenes tuvieron efecto inmediato, despertando la curiosidad de millones de jugadores. El estilo era evidentemente original y atractivo, y los personajes desbordaban de personalidad y encanto. Poco más de un año después, The Plucky Squire vio la luz para PC, Nintendo Switch, Xbox y PlayStation 4/5. Basados en una versión para esta última, esta reseña viene a certificar si esta historia naufraga en los mares de la intrascendencia o si se trata de un verdadero “y vivieron felices para siempre” para esta aventura con destellos de plataformero, RPG, exploración y minijuegos.
Tan sencillo como “Había una vez”
Cuando decimos que The Plucky Squire es un cuento, no estamos exagerando. La historia transcurre literalmente al interior de un libro que va pasando sus páginas conforme avanzamos. Cada página es una suerte de pequeña mazmorra que secuencia la aventura de Jota, nuestro audaz espadachín en las tierras de Moyo, un lugar encantado y poblado por personajes disparatados. La paz del reino pronto se ve amenazada por Grumpiñon, un villano estereotípico que logra lo impensado: expulsar al protagonista de su propio cuento. Entonces, Jota deberá explorar más allá de los límites del libro, una habitación infantil plagada de juguetes y desafíos, para poder restituir el final feliz que le fue robado. Acompañado de sus mejores amigos y asesorado por animalitos y brujos, el corajudo caballero comprenderá lentamente las complejidades de una realidad que excede a la comodidad de sus cómodos y predestinados capítulos literarios.
La trama avanza con cada nueva página y con pequeñas secuencias animadas. Los textos aparecen en mitad de la acción para introducir humor, pistas, y hasta diferentes rompecabezas. La sencillez del relato es tan encantadora como ingeniosa, apuntada a especialmente a audiencias infantiles, pero con dardos cómicos pequeñitos que los adultos apreciarán. Su inocencia sin ingenuidad y la omnipresente voz de los realizadores del juego, que se cuela en guiños, detalles (pequeñas explicaciones “detrás de escena”, incluidas) hacen que sea difícil soltar el control para saber qué pasará a continuación. La excitación por develar la trama detrás de la historia principal opera en contra del gran pecado de The Plucky Squire: su corta duración. Bastan nueve o diez horas en promedio para resolver todos los acertijos y conocer el simpático clímax de la historia. Sin embargo, cada instante lo vale.
Una pizca de cada cosa: una jugabilidad deliciosa
No sería desacertado afirmar que The Plucky Squire es un plataformero, pero sería una definición por demás limitada. Como buena oda a otros videojuegos, éste toma distintos elementos de otros géneros, como los rompecabezas, los RPG, los minijuegos y otras yerbas, para darle fluidez a esta entrega. Primordialmente, nuestro rol es el de controlar a Jota, vencer enemigos con nuestro sable, saltar de plataforma en plataforma y recolectar lamparitas de ideas, la moneda de cambio de este reino creativo. El resultado es dinámico y hace que la breve trama se precipite en sus casi diez horas de juego. Además, la acción transcurre en una mezcla de dos y tres dimensiones que le da una fluidez interesante a la acción. Así, como dijimos, parte de ella transcurre en la habitación de un niño fanático de del escudero valiente y el resto, en el libro que cuenta sus historias. Ambos mundos dependen uno del otro, y el jugador deberá alternar constantemente para poder resolver acertijos.
A los sencillos y constante rompecabezas se le agregan minijuegos como suerte de peleas con jefes. Lanzamiento con arco y flecha, boxeo, combates por turnos al mejor estilo Pokémon, atrapar pescados con la mano, cualquier excusa es buena para incluir un pequeño y entretenido desafío para el jugador. Nada es realmente complejo, y la aventura privilegia el avance por sobre la dificultad, pero eso se entiende al calor de videojuego pensado por todos los públicos. Existe incluso una opción que privilegia la historia por sobre la jugabilidad, una interesante alternativa para los más pequeños. A su vez, si bien tenemos bastante control sobre Jota, algunos instantes pueden llegar a sentirse más como ver una caricatura que estar manejando al personaje, pero son los menos y nunca al punto de dejar fuera al jugador. Sea como fuere, The Plucky Squire no es para los que buscan desafiarse, sino para los que gozan un tierno juego bien construido y diseñado desde el amor al producto.
La estética, el plato fuerte
Sin dudas, el primer atractivo de The Plucky Squire desde aquellas previews en 2023 fue su diseño. El encanto del mundo Pokémon habrá inspirado, entre muchos otros universos fantásticos, a Turner para crear esta estética que abreva en el cómic infantil, los dibujos animados de trazos sencillos en televisión, y la cinética propia del estilo a mano alzada. A su vez, los momentos en tercera dimensión recuerdan al Zelda más caricaturesco de Windwaker (o el próximo The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom). Las fuentes son varias y nutridas y, lejos de la copia, insinúan el amor del equipo desarrollador por los videojuegos en general. Los más avezados podrán reconocer estas pequeñas referencias y esbozar una sonrisa con cada una de ellas. El resultado es un homenaje a prácticamente una historia del gaming, pero con suficiente peso sinérgico para lograr una novedad dentro del atribulado mercado.
Así como nos la pasamos despotricando contra la falta de localización de otros estudios (te hablamos a vos, Capcom), el doblaje latinoamericano de The Plucky Squire no tiene nada que envidiarle al original. Las excelentes actuaciones vocales se mezclan perfectamente con una banda sonora risueña, sacada de un cuento de hadas y con tintes modernos que combinan perfectamente con el tono cómico del videojuego. La exploración de distintos géneros (RPG, plataformero, combate por turnos, etc.) son brillantemente complementadas por melodías alusivas, dando muestra de la concepción holística del escudero valiente como un todo que es mucha más que la suma de sus partes.
¿Y vivieron felices para siempre? Nuestra opinión sobre The Plucky Squire
Sí, una vez más huelga decir que The Plucky Squire es encantador. A la altura de las promesas de previews e incluso un poco más arriba, el carácter absolutamente ATP bien vale una pasada. Su tono infantil no debe disuadir a los jugadores adultos, que pueden tomarse unas horitas de sus videojuegos de disparos en primera persona para relajar un rato con esta aventura. El objetivo es hacer sentir bien a cualquiera que tome el mando, y lo logra con creces. La ausencia de dificultad solo es un recordatorio de que, a veces, los videojuegos son más que un desafío tras otro. Para los más pequeños, en cambio, el escudero valiente puede resultar un educativo reto sin frustración potencial alguna, y sus mensajes en favor de la lectura, si bien con su cuota de ingenuidad, no dejan de complementar perfectamente a una historia bien elaborada.
The Plucky Squire puede parecer un juego más dentro de tantos, y el tiempo dirá si trasciende más allá. Sin embargo, cualquiera que le preste unas horitas lo recordará con una sonrisa, un destello de encanto entre tanto sobrestímulo. Hay, además, en su concepción, una escuela interesante, un futuro prometedor para All Possible Futures con la misma u otra estética completamente diferente, pero que conserve esa pasión por el mundo del gaming que lo caracteriza.
Lo dicho: The Plucky Squire es simplemente encantador. Su único precario es la brevedad, porque deja al jugador con ganas de más estética preciosa, humor tierno y cariño al producto que, de mínima, auguran un futuro promisorio para el estudio All Possible Future.