Después de casi diez años, Wes Anderson regresa a la animación pura con todo el estilo que lo caracteriza en Isla de Perros.
Veinte años en el futuro, un virus canino se esparce rápidamente por Megasaki City, Japón. El Alcalde Kobayashi (Kunichi Nomura), descendiente de una estirpe de señores feudales enemistados por los siglos con la raza perruna, aprovecha la situación y azuza a la ciudadanía en contra los animales. Ignorando la búsqueda de una cura del Profesor Watanabe (Akira Ito), el Alcalde propone solucionar la epidemia expulsando a todos los caninos a la Isla Basurero, a partir de entonces llamada Isla de Perros.
La película comienza cuando Atari (Koyu Rankin), un huérfano adoptado por el Kobayashi, emprende un viaje en búsqueda de su perro guardián Spots (Liev Schreiber) exiliado en la isla, con la ayuda de una banda de cánidos compuesta por Chief (Bryan Cranston), Rex (Edward Norton), King (Bob Balaban), Boss (Bill Murray) y Duke (Jeff Goldblum).
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Queda claro que si hay algo que nunca le faltó al director Wes Anderson es imaginación, especialmente cuando trabajando en animación se libera de cualquier lastre que le pueda poner la realidad de carne y hueso. Pero por todo el artificio que hay detrás de las marionetas peludas que protagonizan el stop-motion, el estreno de Isla de Perros en Estados Unidos hace unas semanas despertó discusiones más bien serias y concretas.
Se la acusó de apropiación cultural, por tomar prestada la ambientación e historia japonesa (¿Dónde quedarían entonces del Mulan, Aladdin y siguen las firmas?), y despertó apasionadas lecturas por su mensaje político. La intelectualidad norteamericana, sensibilizada por tener un presidente que no traga, ve señales en todos lados como quien lee el futuro en la borra del café.
Si bien la conexión Trump es dudosa (se anunció la preproducción en 2015, un año antes de la campaña), no es que Anderson no le de material. Después de todo, el conflicto central enfrenta a un demagogo que usa “fake news” sobre un grupo específico de habitantes de la ciudad para lograr popularidad contra un grupo de científicos y de estudiantes que defienden la verdad y la tolerancia.
Pero en realidad, todos estos elementos son secundarios a la aventura de Atari y la relación que forja con Chief. No quiero decir por esto que Isla de Perros no habilite una lectura política (después de todo habla sobre política de masas, genocidio y japoneses). Sino que de la manera en que Anderson construyó (meticulosamente) el film, es la aventura del chico y su perro lo que se pone en primer plano. En este respecto, la película no desentonaría en una doble función con una producción de Laika (Paranorman, Kubo y las dos cuerdas).
En cuanto a lo visual, el producto es impecable como nos tiene acostumbrado siempre el director. De hecho, Isla de Perros es candidata a ser su película más estilizada. La riqueza del mundo ficticio mezclada con el nivel de modelado y artesanía de los animadores producen una animación que sorprende en la minuciosidad de detalles, como el movimiento del pelo de los perros o el humo que fluye desde un tubo de ensayo.
La influencia de la tradición del arte japonés en sus múltiples vertientes, así como decisiones estéticas cual el uso de animación tradicional para retratar las filmaciones de video, no hacen sino levantar el producto final en la hibridación de técnicas. La cámara recorre la ciudad en esos planos chatos por los que es famoso Anderson y la pantalla revienta en las costuras de la cantidad de detalles que esperan a ser descubiertos en subsecuentes reproducciones.
La música incidental también contribuye a realzar el producto final. Alexandre Desplat, colaborador usual y un compositor cuyo trabajo nunca se me quedó pegado en la cabeza, produjo una banda sonora en que la instrumentación europea abre cancha a tambores, flautas, cuerdas y voces de inspiración nipona. En particular el cadencioso coro de tambores imprimen bienvenida una urgencia que la película aprovecha en escenas de suspenso y acción. Me atrevería a afirmar que, por lo menos una vez, el francés escuchó la música de Shoji Yamashiro compuesta para Akira.
La marquesina de Isla de Perros está a la altura de cualquier otra producción de Wes Anderson, sumándose a los ya nombrados Greta Gerwig, Frances McDormand, Scarlett Johansson, Harvey Keitel, F. Murray Abraham, Yoko Ono y Tilda Swinton . Si bien la decisión de mezclar idiomas no termina de funcionar, quizás por la reticencia a dejar a los yankis sin entender más de un par de lineas, el elenco japonés hace un trabajo expresivo y con todas las peculiaridades a las que está acostumbrando el consumidor asiduo de anime.
Entre los norteamericanos son los actores de reparto los que se destacan. Norton, Murray y Goldblum, quien como no puede ser de otra manera hace una delicia de cada linea que sale de su boca, se roban la película y realmente se los extraña en el segundo acto de la película en el que desaparecen.
Cranston esta muy bien como Chief, otorgándole drama y gravedad a su perro callejero. Sin embargo, me encontré comparándole involuntariamente con el Mr. Fox de George Clooney, y esa es una batalla que no ganaría ni en el frente del carisma ni en el de la emoción.
En realidad, en general Isla de Perros se siente como un esfuerzo menos grácil que el Fantástico Mr. Fox y sigue la tendencia en la carrera de Wes Anderson de producir films cada vez más intrincados visualmente pero que, en mi humilde opinión, carecen de ese filo y crudeza emocional que hacía a sus primeras producciones tan humanas (quizás se tiene que volver a sentar a escribir con Noah Baumbach y Owen Wilson). No tan incidentalmente, esta misma curva sigue su popularidad ascendente.
El esteta va ganando la batalla y sus películas se convierten cada vez más en intrincados mecanismos que nos maravillan como un juego de precisión puesto en movimiento por una canica. Es difícil quejarse cuando uno todavía tiene estrellitas en los ojos por lo que acaba de ver.
Isla de Perros será la función de cierre del festival BAFICI, proyectada en el Cine Gaumont el sábado 22 de abril a las 20:10 horas. Su estreno comercial habrá que esperarlos hasta el 24 de mayo.