Clint Eastwood regresa como director con 15: 17 Tren a París, la historia de tres héroes que llega al cine actuada por los propios héroes.
El veterano director de 87 años está de regreso para contar una de esas historias que realmente merecen ser contadas. Sin embargo, eso no quiere decir que todas ellas tengan tela suficiente para resultar entretenidas en una sala de cine. En este caso nos encontramos con 15:17 Tren a París, una película con actuaciones genuinas, mensajes directos y largas escenas que apuntan hacia un explosivo final.
El filme de Clint Eastwood cuenta la historia real de Spencer Stone, Anthony Sadler y Alek Skarlatos, tres jóvenes estadounidenses que viajaban por Europa cuando -el 21 de agosto de 2015- debieron enfrentarse a un terrorista en un tren con destino a París, con más de 500 pasajeros a bordo.
¿Y quién mejor para contar una historia de héroes norteamericanos que Eastwood? Con la sobriedad que lo caracteriza, el director cuenta los días de los tres jóvenes, tomando la acertada decisión de pasar por la niñez de los mismos para permitir que el espectador empatice mucho más con ellos. A partir de allí comienza con un recorrido por sus vidas y personalidades, determinantes para el heroico desenlace.
Lamentablemente, en este relato de las diferentes vidas los tiempos no están bien administrados. Spencer es el protagonista y por eso se cuentan con más detalles cada una de sus andanzas, pero en consecuencia conocemos muy poco a Skarlatos y prácticamente nada a Sadler. Esto es coherente con la importancia que tuvo cada uno en la historia, pero resulta un tanto incomodo con el correr de los minutos.
Una vez atravesada esta etapa de presentación y conocimiento de los personajes, entramos en otro de los baches, uno grande y duradero: la estadía de los jóvenes en Europa. Se trata de una serie de escenas, varias de ellas sin sentido, que nos muestran a los protagonistas conociendo diferentes puntos del viejo continente. Si bien algunas de ellas aportan realismo puro, en su mayoría se sienten tan solo de relleno, como concebidas para que la producción pueda superar la hora y media de duración o para enviar un sinfín de mensajes pro-religión o pro-ejército.
En donde comienza a ganar la película es en el reparto. Entonces, ¿funcionó el experimento de Eastwood? La respuesta es sí. Que los protagonistas sean quienes realmente vivieron la situación suma, no solo por lo reales que se sienten sus actuaciones sino también por la posibilidad, bien utilizada por el director, de incorporar escenas reales. No vamos a negar que por momentos podría haber cabido un poco más de expresionismo, pero la naturalidad de los tres jóvenes encaja perfecto con el tono de la película.
Otro de los puntos positivos de 15:17 Tren a París es el final. Ya es un clásico del veterano director crear películas que se mantienen bastante estáticas durante la mayor parte del tiempo, para dejar lugar a un final completamente explosivo. Experimentado en este recurso, el cual puede gustar o no, en este caso vuelve a ejecutarlo con eficacia. En los minutos finales la obra gana en intensidad y termina con una secuencia sumamente tensionante. Una recreación más que impactante de lo que realmente sucedió hace ya 2 años.
En cuanto a los aspectos técnicos, todo el filme está bien. La banda sonora, la fotografía, los planos y demás elementos están allí para aportar a la búsqueda de un clima lo más natural posible. En ningún momento la película busca convertirse en una “estéticamente alucinante producción sensacionalista típica de Hollywood”, sino en su lugar intenta ser totalmente real y lo consigue.
Al final de cuentas 15:17 Tren a París es una película con varios puntos bajos y algunos altos. Su poco más de hora y media resulta entretenida al principio y al final, pero en el medio nos hunde en una profunda secuencia de escenas algo aburridas y carentes de sentido.
El experimento de Eastwood de contar con los verdaderos héroes para encarnarse a ellos mismos funciona y se convierte en uno de los principales atractivos del filme. Sin embargo, con el correr del tiempo solo nos acordaremos de ese intenso final y la historia se convertirá en algo entretenido para recordar durante una reunión de amigos. Quizás, solo debió quedarse en eso.