Finalmente Warner Bros. estrenó Aquaman, la cinta protagonizada por el rey de Atlantis quién busca encausar las turbias aguas por las que navega DC Comics.
Jason Momoa llegó para aportar ese carisma que pocas veces ha demostrado el DC Universe hasta la fecha. Si bien durante Justice League pudimos disfrutar por primera vez al personaje, Arthur Curry debuta como protagonista de su propia película y lo hace de una gran manera, convirtiéndose en hasta ahora una de las mejores cintas que ha estrenado Warner Bros. sobre este universo de superhéroes que arrancó con Man of Steel.
James Wan contaba con la dura misión de encarar un proyecto de DC Comics en el cine. No tan compleja porque el personaje fuera dimensional o por falta de trama, sino más bien porque de cinco películas estrenadas hasta la fecha, la única que obtuvo un grato reconocimiento fue Wonder Woman (2017), por lo que se prejuzga, erróneamente, que la editorial no sabe para dónde encarar su rumbo.
La película marca fuertemente la grieta que existe entre la superficie y Atlantis, dos reinos de entre los cuales solo convergen en que habitan el mismo mundo, aunque el segundo está bastante disconforme en el modo en que los terrestres se comportan para con la naturaleza, siendo este el conflicto que llevará a nuestro héroe a entrar en acción.
Estos mundos en constante choque se verán representados por Arthur Curry, a quién el mundo conoce como “El hombre pez” luego de su implacable batalla contra Steppenwolf y una serie de hazañas marítimas, y Orm (Patrick Wilson), el medio hermano de Aquaman, hijo de la reina Atlanna, que busca llevar a Atlantis a ser el único reinado que habite la Tierra convirtiéndose en Ocean Master, un cargo que representa ser el líder supremo de las siete naciones que habitan bajo el mar.
Otro de los personajes que tiene gran cantidad de minutos en pantalla es Mera de Xebel (Amber Heard) quién a diferencia de los cómics en los cuales ella está comprometida al Rey Nereus (Dolph Lundgren), aquí se la presenta como la prometida de Orm y que demostrará tener una gran química con Arthur, lo que llevará a ambos personajes a emprender una aventura a lo largo de varios paisajes como el Sahara o Sicilia, así como también las profundidades de los océanos.
El gran acierto de Aquaman es el de alejarse del tono gritty que propusieron la mayoría de las películas de DC. Si bien la cinta no se construye desde la comedia, si se apoya mucho en el carisma de Jason Momoa, y sí, tiene chistes. Lo bueno con respecto al humor de la cinta es que la comedia no aparece en medio de la batalla épica entre el héroe y villano, sino el los momentos más lights del film, lo cual permite que este se desarrolle con total normalidad.
Visualmente hablando, James Wan ha logrado presentarnos la película más ambiciosa hasta el momento del DCEU. Toda la construcción de Atlantis nos hace acordar al impecable trabajo de otras grandes cintas de los últimos años como Valerian (2017) o Ghost in the Shell (2017). La ciudad submarina que comanda Orm, así como también las restantes ciudades que componen a los restantes reinos como The Fisherman o El Océano Oculto.
Si bien la película no tiene errores conceptuales grandes, cae en varios lugares comunes y repite varias situaciones que ya se han visto en el cine. Para comenzar a entender esto, la escena vista en el avance dónde Arthur de pequeño “habla” con los peces, parece una copia calcada de Harry Potter y la piedra filosofal, que nos presenta a Harry hablando parsel con la serpiente del zoológico.
Otro lugar común al que la cinta recurre es el de enfrentar al héroe con un personaje que tenga las mismas o similares características, con la salvedad de que la motivación de este sea la antítesis a la del protagonista. Orm es básicamente una versión malvada de Aquaman, no presenta una profundidad emocional ni un desarrollo interesante, convirtiéndose en el típico villano de las películas de superhéroes.
Más allá de estas pequeñas fallas, Aquaman funciona a la perfección tanto como una parte de un universo, como una película por su propia cuenta dejando la puerta abierta para una secuela dónde Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II), tenga un protagonismo mayor al que se le vio en esta película puesto que lo poco que se mostró alcanzó para presentarnos a un personaje muy apegado al cómic y que promete mucho a futuro.