Tarde (bastante tarde) pero seguro, 20th Century Fox se sube al carro de los detectives modernos con una nueva adaptación al cine de Asesinato en el Expreso de Oriente.
Ni bien los protagonistas abordan el titular tren, Bouc (Tom Bateman) le dice al Det. Hercule Poirot (Kenneth Branagh) que no hay receta más emocionante que un apretado tren de lujo lleno de extraños, encerrados por tres días con la ventaja de su anonimato y el mecer constante de las vías. Esta es más o menos la fórmula que propone al espectador Asesinato en el Expreso de Oriente dirigida por el mismo Branagh. Proveyendo, por supuesto, que los pasajeros del fatídico vagón son interpretado por un elenco mezcla de veteranos ganadores y nominados al Oscar y jóvenes estrellas en ascenso. Se cuentan en el poster a Branagh, Johnny Depp, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Judi Dench, Josh Gad, Michelle Pfeiffer, Olivia Colman, Daisy Ridley, entre otros. No hace falta una mente deductiva para llegar a la conclusión que lo más caro de esta producción fue el casting.
Como incluso los menos lectores sabrán, esta es otra adaptación de la famosa novela de misterio del mismo nombre escrita por Agatha Christie y publicada originalmente en 1934 (La novela, a su vez, estaba basada en el infame caso Lindgergh, cuyo proceso legal fue conocido en su momento como el “juicio del siglo”.) La película opta por la mayor fidelidad posible, conservando la época, los personajes, y hasta los giros argumentales. Por le menos así me informa Wikipedia, pues debo reconocer no he leído el libro.
El planteo de Asesinato en el Expreso de Oriente de todos modos es familiar para cualquiera que haya consumido cualquier tipo de objeto cultural en el último siglo. El azar pone al renombrado detective Hercule Poirot en el Expreso a Oriente que sale desde Estambul hacia Rusia y otras conexiones intermedias. Un asesinato ocurre, una avalancha deja varado al tren en la montaña nevada y una docena de extraños se convierte en sospechosos del crimen bajo la racionalísima lupa del protagonista.
La estrategia comercial que guió la producción se apegó tanto al pasado como el guión a la novela de Christie. La más célebre de las adaptaciones de Asesinato en el Expreso de Oriente, el film dirigido por Sidney Lumet en 1974, también apostó a un elenco de alto calibre para atraer espectadores, lográndolo con mayor éxito incluso. En la marquesina figuraban Albert Finney, Sean Connery, Lauren Bacall, Anthony Perkins, Michael York, Jacqueline Bisset, Vanessa Redgrave e Ingrid Bergman. La versión de 1974 sería en éxito de taquilla, y recibiría seis nominaciones a los premios de la Academia. Bergman ganaría como mejor actriz de reparto.
En los años posteriores se realizarían varias adaptaciones más, la mayoría para televisión, e incluso un videojuego. Pero ciertamente no fue frescura lo que motivo a Fox y los productores ha producir este clásico literario del género. Lo más probable es que la inversión estuviese motivada en un intento de capturar algo del éxito que han gozado las recientes versiones del otro detective europeo más famoso, Sherlock Holmes. El final incluso deja entrever, de manera tímida, que una franquicia está en puerta, si es que así los espectadores quieren.
Del elenco de esta nueva versión de Asesinato en el Expreso de Oriente se puede decir que es bastante parejo en sus actuaciones, sin grandes destacados. Aunque si debiera elegir, creo que los actores jóvenes (Josh Gad, Daisy Ridley, Tom Bateman, Leslie Odom Jr.) realizan un mejor trabajo que Pfeiffer o Depp. A mi parecer el mayor desacierto es Brannagh como Poirot, con su mezcla de acentos y una falta de carisma para cargarse la película al hombro. Esto queda más que evidente si se resalta la conexión Sherlock y el peso que tuvieron Robert Downey Jr. y Benedict Cumberbacht a la hora de hacer sus producciones resonar con el público.
En particular el arco emocional que se le adjunta a Poirot, quien se pasa las dos horas mirando la foto de una amante perdida y dando discursos poco sutiles acerca de la naturaleza filosófica de la justicia, arrastra al personaje y a la película toda. No se si el diálogo poco natural y falto de sutileza es propio de la obra de Christie o del guionista Michael Green (quien escribió Blade Runner 2048 así que tranquilamente puede ser el culpable), pero ciertamente no funciona en el contexto de este film. En ese respecto, la producción se esfuerza por darle gravedad al caso y tocar un nervio en el espectador con sus preguntas acerca del bien, el mal y el asesinato. Por lo menos en lo personal, no lo logró.
Más exitosa es quizás la búsqueda de Asesinato en el Expreso de Oriente por proveer de actualidad a la trama tejiendo un juego de prejuicios de raza y religión en el misterio. A medida que la resolución del caso avanza y las diversas mentiras y máscaras van cayendo, así lo hacen una serie de estereotipos raciales. Sin haber leído el libro, deduzco que este es un elemento nuevo, tomando en cuenta que el personaje del doctor Arbuthnot era originalmente blanco. De todos modos, es deprimente que el mensaje de tolerancia y condena al prejuicio sea tan relevante hoy como en 1934.
Lo mejor de la película es sin duda la ambientación, tanto en su fidelidad histórica como en su exotismo geográfico. En su rol de director Brannagh sale mucho mejor parado que como protagonista. Filma con excelente fotografía a Jerusalem, Estambul y las frías montañas de Europa de Este (y un poco de maquillaje digital). Dentro del tren, captura con cinematografía ingeniosa el espacio restringido del vagón, llevando la cámara apretada por pasillos, y retratando a los sospechosos a través de las vidrios biselados que adornan el tren de lujo.
Al final del día, sin embargo, en una adaptación tan literal de una obra tan trillada debería ser excelente en su ejecución para justificar con sobrada causa su existencia, y en este caso la versión se queda en ser adecuada. Supongo que el conocedor de la literatura de misterio disfrutará la película, el fan rabioso de Agatha Christie despotricará por los cambios realizados, las admiradoras de Depp pagarán por ver otro trabajo mercenario de su ídolo, y el público general probablemente la ignore.