Cuando creíamos que la saga Transformers había quedado estancada y sentenciada de por vida, un escarabajo amarillo llega con una brisa de aire fresco.
Después de cinco entregas consecutivas, sin ningún tipo de matices y bajando la calidad poco a poco, la saga inspirada en los Transformers de Hasbro decide dar un pequeño giro para centrarse en el más tierno de los Autobots y presentar una historia más humana. Tampoco es que podamos gritar que llegó la revolución y bote salvavidas de la franquicia, pero en líneas generales el cambio fue positivo.
Bumblebee, como dijimos, se centra en el más pequeño de los Autobots. Cuando este huye de la guerra y llega a la Tierra con el fin de encontrar en el planeta un refugio, conoce a la joven Charlie (Hailee Steinfeld), una fanática de los autos que recibe como regalo de cumpleaños un “Beatle amarillo”. Pero Bumblebee pronto descubre que el peligro no ha terminado y que un par de Decepticons lo están persiguiendo para sacar de su memoria la ubicación de Optimus Prime. Mientras fortalece su relación con la adolescente, deberá salvarla y a toda la humanidad.
Cinco películas completas fueron las que necesitó la saga para entender que había que cambiar un poco. Después de un puñado de clones repletos de acción incesante y piezas metálicas volando por todos lados, de principio a fin, recibimos una cuota de innovación. Tampoco es que la película de Travis Knight sea la revolución, pero con Bumblebee conocemos una historia mucho más sencilla y a la vez con mayor profundidad. Una en la que se da mucho más lugar a las personas y también al lado humano de las inmensas máquinas, que nunca antes consiguieron conectar con el espectador a nivel sentimental como lo hacen ahora.
Y es justamente con su protagonista con el que la cinta alcanza una de sus mayores fortalezas. No tardamos mucho en empatizar con Bumblebee, una hojalata de tamaño descomunal que se ha quedado sin voz, que parece como un perrito mojado cuando se asusta. Gracias a esto, la química con Charlie se da desde el primer momento y este es un punto clave si entendemos que la relación que llevarán a cabo es el eje central de la película. Para completar el combo, además, aparece una sobresaliente interpretación de Hailee Steinfeld que nos permite sorprendernos junto a ella y querer al Autobot.
Pero hay algo que se siente un poco familiar en todo esto, como si ya lo hubiéramos visto antes. Debemos decirlo, hay mucho de la Herbie de Lindsay Lohan (2005) en esta nueva entrega de Transformers. ¿Mucho? Corregimos, muchísimo. La película se siente como un Herbie 2.0, solo que en lugar de un auto que vive por arte de magia, tenemos a uno que es capaz de convertirse en una máquina que dispara rayos. Bueno sí, eso es una gran diferencia, pero es inevitable encontrar un sinfín de similitudes. Incluso aparece el famoso empujón de puerta que anima a la joven a hacer algo que se estaba guardando.
Más allá de este detalle que no podíamos dejar pasar y que denota que quienes se sentaron detrás de cámara tuvieron en qué inspirarse, hay cosas que vale la pena apreciar en Bumblebee. Caso es el del guion, que es muy sólido y llevadero más allá de que nos encontramos ante una trama relativamente sencilla. El libreto toma aún más valor si tenemos en cuenta que uno de los dos protagonistas de la película no habla y que este debe demostrar todo a través de sus facciones. En este sentido tenemos que destacar también que ese plus de expresividad que se le dio a los rostros de los Transformers es un acierto total que potencia la conexión con el espectador de la que hablábamos antes.
Por último, y haciéndolo por mera formalidad, tenemos que hacer un repaso por un apartado técnico que se mantiene al nivel de siempre. Las animaciones por CGI están excelentes y esta vez se valoran más teniendo en cuenta que han tenido que poner más atención a los detalles. El sonido también acompaña a la altura, formando entre ambas partes un combo infalible para acompañar a unas escenas de acción coreografiadas a la perfección.
En conclusión, las película de Travis Knight reemplaza la acción simplona y vulgar por una historia con una mayor carga de sentimientos. De esa forma, el director demuestra que existe lugar para los matices dentro de esta fórmula que nos habían repetido en la cara hasta el cansancio y que seguramente seguirán haciendo mientras los números rindan.
Bumblebee no es una revolución, pero gracias al fantástico Autobot que la protagoniza y a su fiel compañera, interpretada por una extraordinaria Steinfeld, demuestra que hay capas debajo de esa cantidad enorme de metal. La acción sigue estando ahí, eso seguro, pero esta vez aparecen un par de elementos extras que consiguen un resultado mucho más agradable y trascendental.