20th Century Fox apuesta a la animación latinoamericana con la producción de Condorito como un largometraje CGI para toda la familia.
¿Cuántas veces se ríe una mujer con un chiste? Tres veces. Cuando se lo cuentan, cuando se lo explican y cuando lo entiende. Que este chiste te parezca gracioso probablemente dependa del año en que naciste, con que género te identifiques y cual sea tu postura política o ideológica. Ciertamente es un humor anticuado, basado en un sentido común (que las mujeres son por regla general menos inteligentes que los hombres) que ya es caduco. Cuanto menos, esa risa ya no viene sin culpa en el marco de una lucha por la igualdad de género que ha ganado mucha visibilidad en Argentina y toda Latinoamérica en los últimos años.
Esta reflexión es oportuna porque Condorito, la tira cómica creada por chileno Pepo en 1949, traficó siempre con un tipo de humor que hoy día levantaría como mínimo alguna que otra ceja. Sobre todo pensando que era leída por niños y adultos por igual. El paso del tiempo y los cambios culturales no pasaron desapercibidos a los involucrados en la producción, el estudio peruano Aronnax Animation y la distribuidora 20th Century Fox, quienes sin embargo no quieren dejar de usufructuar la popularidad del personaje Condorito, según Wikipedia segundo solo a Mafalda en su difusión a lo largo de América Latina.
Por ello Condorito: la película, dirigida por Alex Orrelle y Eduardo Schuldt, intenta balancearse en el fino equilibrio entre rendir tributo al elenco y el humor de la historieta original, y aggiornar el material con elementos de cintas infantiles modernas como Mi Villano Favorito cuyo éxito de taquilla pretende emular. El resultado es mixto, poniendo en pantalla una película que no termina de funcionar como humor de adultos o aventura infantil, pero que se torna interesante en su misma crisis de identidad.
La historia enfrenta a Condorito (Omar Chaparro) y su sobrino Coné (Paolo Fillio) contra el emperador alienígena Molosco (el argentino Jay Mammon), quien toma como rehén a la suegra Doña Tremebunda (Coco Legrand) a cambio de un amuleto que le permitiría conquistar la galaxia. Esta misión llevará al dúo a recorrer desde pirámides precolombinas hasta el espacio exterior en una aventura para recuperar el favor del interés romántico, Yayita (Jessica Cediel), y salvar el mundo de una invasión extraterrestre.
La primera parte de la película establece el reparto de personajes de Pelotillehue, Ungenio, Huevoduro, Garganta de Lata y el archienemigo Pepe Cortisona (Cristian de la Fuente), entre otros. Se establece también la tónica del humor de “muchachos”, con muchos chistes a costa de las suegras y las mujeres. Tras ganar el clásico futbolero del pueblo, un grupo de periodistas femeninas con la forma de una botella de Coca-Cola entrevistan a Condorito, quien aprovecha su fama para coquetear con ellas. Cuando Yayita las ahuyenta celosa, se introduce un maullido intencionado que pretende definir el carácter de los personajes por el sonido “miau”.
La crítica cultural intenta hoy instalar la revisión de aquello que durante generaciones hizo reír a los argentinos, desde las “correrías” de Olmedo y Porcel a Pone a Franchella, pasando por Rompeportones y Matrimonios y algo más… Yo en particular recuerdo el momento, en que a partir de una controversia televisiva, caí en cuenta que en mi niñez me reía de un sketch donde un hombre de más de cincuenta intentaba tener sexo con una adolescente de dieciséis mientras su esposa estaba en el otro cuarto. Si bien la película animada nunca cae en el chiste más grosero, es un film infantil después de todo, es contraintuitivo hacer chistes de “gatos” o mostrar a Yayita como un trofeo inerte por el cual se disputan los varones cuando los mayores éxitos de los últimos años fueron Frozen, Moana e Intensamente.
Otro elemento que uno no encontraría en una producción del tío Walt es la clara connotación de clase que separa a Condorito y Pepe Cortisona. El primero es introducido en la tradición de héroes latinos como Don Ramón, vago pero con un “corazón de oro” y armado con su viveza. Cortisona es la antítesis de Condorito con su riqueza, sus dientes blancos inmensos (símbolo de abundancia) y su prepotencia. Él cree que su dinero le habilita quedarse con todo, incluso Yayita.
Una vez que el amuleto y Molosco entran en escena, este humor costumbrista pasa a un segundo plano a la aventura. Hay una clara búsqueda de afirmación identitaria latinoamericana, eligiendo como lugar de descanso del amuleto una pirámide precolombina construida por los ancestros del cóndor. Igual de latina es la desfinanciación de sufre la agencia de defensa contra los alienígenas, que opera bajo la desidia presupuestaria que el hospital o la escuela pública a la vuelta de tu casa. Obviamente que no todos los esfuerzos en este sentido son igual de fructíferos, como cuando el emperador de un mundo extraterrestre invita a Tremebunda a comer empanadas.
El viaje espacial también sirve como una plataforma para introducir matices a la suegra con bigotes, Doña Tremebunda. Enemiga de Condorito, pues ella prefiere que su hija se case con el ricacho Cortisona, es seducida en cautiverio por Molosco, quien la hace sentir deseado como su esposo no lo hace. Finalmente, nostálgica por su hogar y su familia, decide regresar a la Tierra, probando ser instrumental en la victoria y reconociendo la valía del cóndor en el proceso.
Yayita también recibe su momento de empoderamiento cuando se permite rechazar la propuesta de matrimonio de Condorito, demostrando que ella tiene decir en su propio destino. Claro que no todo es feminismo en la película animada. Mientras el héroe libra la batalla espacial por el destino del planeta, los “muchachos” se dedican a defender a la pretendida por su amigo. Para ello buscan romper el auto de Cortisona, que se presenta como un vehículo irresistible que hace a las mujeres “enloquecerse” por magnate.
Técnicamente la producción es competente, demostrando la madurez de la animación CGI en la región. Sobre todo se luce en las secuencias de aventura como la excursión a las pirámides. Pero su mejor perfil lo da cuando los directores se animan a ser menos ortodoxos. Por ejemplo, la secuencia que abre la película y expone la historia de los aliens y el amuleto esta animada en el estilo de la historieta clásica. Replicando incluso el esquema de colores anaranjados, pero dándole profundidad con el 3D digital. Lo peor de la animación es el departamento de diseño. Se hace evidente la disparidad en el diseño entre los personajes clásicos y los nuevos, como los niños del orfanato. Quienes claramente quieren parecerse a las hijas de Gru.
Otro punto flaco es el intento de incorporar números musicales coreografiados, que uno podría sospechar tienen más que ver con la popularidad de los artistas de pop latino que desconozco que con las necesidades narrativas del film. No solo es realizado sin naturalidad, de un musical de Disney por ejemplo, sino que abarata la película en su inclusión innecesaria.
Finalmente los resultados de la producción de ocho millones de dólares (menos de la mitad que Metegol) son mixtos. Son visibles las costuras entre los dos tonos disímiles que se quieren combinar. Aunque se aprecia la experticia técnica del equipo latinoamericano, su labor sufre por un guión que no termina por decidir si quiere ser una aventura infantil o una comedia para los lectores mayores de 40 de la historieta original.
Por un lado, está crisis de identidad la distingue del CGI genérico que inunda las salas en busca de billete fácil, y que este año nos ha castigado particularmente duro con cosas como la película de los Emoji. Por otro, queda por verse si la apuesta dividida rinde frutos en la taquilla. Claramente Fox apunta a capturar el público infantil, el motor de la taquilla argentina. Pero en la función de prensa, llena de niños, reverberaba solo las risa de los adultos. Mientras la nena sentada al lado mio, un poco aburrida, jugaban con ansiosa con la bolsita de los anteojos 3D y le pedía al padre que le compre una gaseosa.