La esperada Doctor Strange llega a los cines, una nueva, diferente y mágica propuesta dentro del Universo de Marvel que apuesta por dar aire fresco a lo que venimos viendo últimamente.
Acostumbrados a ver súper fuerza, poderes especiales o monstruos enormes y verdes ¿Qué tal si metemos un poco de mística? ¿Quizás un toque de magia? Ahí es donde aparece Doctor Strange.
El film se mete en la vida de Stephen Strange, un médico que tras sufrir un terrible accidente automovilístico, queda con las manos destrozadas. Después de ver fallar la medicina en la que tanto cree, se dirige a una comunidad llamada Kamar-Taj, en Nepal, para probar una forma alternativa de curar sus heridas. Pero lo que menos iba a esperar Strange es que terminaría involucrado en una lucha contra las fuerzas oscuras que quieren destruir nuestro mundo.
A partir de esta premisa, el gran desafío para el director Scott Derrickson era contar todos los hechos con una línea del tiempo firme y dedicándole el tiempo justo a cada parte. No se puede decir que su trabajo fue perfecto, pero tampoco vemos un tren que se descarrila. La introducción cuenta con la cantidad de minutos necesarios y merecidos para narrar tan relevantes acontecimientos. Pero no es ahí donde yace el error, sino en la línea temporal. No se termina de entender si Stephen Strange pasó años entrenándose y el tiempo no está bien representado o es que en realidad aprendió demasiadas cosas en muy pocos meses. Esto, claro, no quita lo interesante que resulta ver su aprendizaje y cómo fluye el resto de la historia.
Y esta trama funciona en un aspecto sumamente importante: renovación. Cuando los límites de saturación por parte de los espectadores frente al Universo cinematográfico de Marvel estaban llegando al colapso, Doctor Strange trae la frescura que tanto se estaba necesitando. Lejos de las estereotipadas peleas, la película sumerge al público en momentos de acción surrealista y escenas completamente exóticas y deslumbrantes.
Para ello, la nueva obra de Marvel Studios, cuenta con unos efectos especiales realmente alucinantes. A pesar de un par de fallos pequeños, la película es un deleite visual constante, desde la manipulación del universo y la metamorfosis de las formas que consiguen los personajes, hasta la manifestación de sus súper poderes y los combates con recursos nunca antes vistos.
Lamentablemente, a pesar de tener enormes toques distintivos, Doctor Strange acarrea uno de los peores síntomas que Disney aporta a los films de superhéroes: el humor excesivo. Aunque varios chistes son realmente memorables y provocan ruidosas carcajadas, también atentan una y otra, y otra vez contra el clima de la película, provocando una desconexión del contexto que hace olvidar la tensión de los momentos más profundos, ahí donde la película debería haberse mantenido en un lugar mucho más serio.
Pero podemos volver a los puntos positivos rápidamente cuando nombramos al elenco del film. Todos están perfectos e inteligentemente elegidos para el papel que desempeñan. Pero, claramente, Benedict Cumberbatch merece todas las rosas. Su interpretación de este arrogante médico que pierde la cabeza para terminar convirtiéndose en un místico peleador es tan suprema, que incluso si toda la producción fuese una porquería, valdría la pena verla por él.
Entonces ¿vale la pena pagar la entrada de cine para ver Doctor Strange? La respuesta es sí. Aunque encontramos varias fallas temporales y el exceso de humor puede resultar verdaderamente irritante, esta nueva entrega de Marvel aporta ese aire renovador que tanto se venía necesitando.
Gracias a su enorme atractivo visual, al gran aporte de un soberbio elenco y a este aire fresco que aporta lo místico dentro del subgénero de los superhéroes, Doctor Strange se convierte en una de las obras más firmes de la compañía en un largo tiempo. No sabemos si será tan memorable, pero de momento sirve y de sobra para funcionar en la taquilla.