El elefante volador regresa de la mano de Tim Burton en esta nueva versión del clásico de Disney que, para bien y para mal, tiene todo el estilo de su director.
El tercer trimestre del año está por terminar y ya comienzan a desfilar todas las adaptaciones live-action que irán llegando conforme avancen los meses. En esta moda que parece reflejar cierta carencia de creatividad o pereza a la hora de pensar nuevas ideas, Dumbo es una de las debutantes y lo hace con una versión mucho más oscura de la historia original, que no es lo suficientemente infantil ni tampoco parece apuntar a un público adulto.
Este remake nos lleva al circo de Medici, en donde nace un elefante de enormes orejas. Su condición al principio lo convierte en el hazmerreír del show, pero cuando los pequeños Milly (Nico Parker) y Joe (Finley Hobbins) descubren que el animal es capaz de volar, todo cambia. Entonces Max Medici (Danny DeVito), fundador del circo, hace un trato con el dueño de Dreamland (Michael Keaton) y la situación comienza a complicarse, mucho más de lo que todos pensaban.
No es ningún secreto y se sabe que el comienzo de una película es clave a la hora de sumergir al espectador en su universo. Lamentablemente para Dumbo, sus primeros compases son quizás lo peor de toda la película. Se suceden una serie de escenas entre ridículas y deprimentes, en las que se presentan a personajes poco agradables. Los diálogos, además, se sienten extremadamente forzados al igual que los chistes recurseros que pretenden ser el toque de luz entre tanta oscuridad. Todo conforma una puesta en escena exagerada y plástica, con personajes estereotipados y momentos que solo parecen haber sido concebidos como excusas para dar lugar a los hechos cruciales de la historia y sus endebles moralejas.
Sin embargo, todo cambia cuando el pequeño elefante de grandes orejas comienza a hacer uso de sus habilidades. Es que dentro del gran escenario circense es en donde ocurren las mejores cosas, cada vez que el show comienza se siente como despierta el espíritu del circo y cosas mágicas suceden. El primer vuelo de Dumbo es todo lo épico que se podría esperar y con el se suceden una serie de momentos realmente emocionantes. Es en ese instante en que el film verdaderamente arranca, levanta vuelo y atrapa al espectador. Incluso el resto de los personajes parecen evolucionar con el animal y sus papeles empiezan a tener más sentido, generando los primeros ápices de empatía en el público.
A partir de lo que ocurre, la historia comienza a hacer foco en la problemática del maltrato animal y la ambición que existe detrás de todo negocio que involucre a las diferentes especies. Y para crear un ambiente sabemos que Tim Burton es todo un especialista, más aún si se trata de sumergir al espectador en la oscuridad. En este sentido el director sí que ha acertado en lo que se propone, aunque a la vez ha generado una ambigüedad que deja a la película en un limbo que no le permite ubicarse en un segmento específico. Es decir, el film no es para chicos pero tampoco es capaz de atrapar a los adultos. Es entretenido hasta cierto punto, pero parece que solo los fanáticos de Burton o los nostálgicos de la obra original puedan salir cien por cien satisfechos de la sala de cine.
Como distintivo también del trabajo del director de Alice in Wonderland (Alicia en el país de las maravillas, 2010) aparece una gran carga de CGI. Mucho menor de la que se esperaba, eso sí, pero aún así se convierte en una de las grandes protagonistas del encuadre general. No obstante, tenemos que decir que todos los animales están muy bien logrados y que se siente bastante real, más allá de alguna que otra animación demasiado plástica. Dumbo en particular se siente bien y transmite muchísimo con sus enormes ojos, algo que se agradece si se tiene en cuenta que es un protagonista que no habla.
Para concluir, vamos a hacer un repaso por un reparto con altibajos. Por un lado tenemos a los que destacan y se convierten en los mejores condimentos de la narrativa, que son Nico Parker, Finley Hobbins, Danny DeVito y Eva Green. Por el otro, aparece un Colin Farrell que no parece encontrar el punto medio entre la inexpresión y la sobreactuación. Michael Keaton, aunque a final de cuenta se transforma en un villano creíble, también se muestra demasiado exagerado por momentos. No obstante, la cinta completa su enorme lista de nombres con sólidas interpretaciones.
Concluyendo, Tim Burton pone todo su estilo en este remake del clásico de Disney. La altas cuotas de CGI y un ambiente oscuro aparecen como sellos distintivos, en esta nueva versión que no termina de identificarse con un público en particular: ¿apunta a los más chicos o a un público más adulto?
Más allá de esto y de un comienzo demasiado irregular, Dumbo tiene mucha magia en sus más de dos horas de duración. Todo lo que ocurre en las enormes carpas circenses es increíble y conforme el animal aprende a volar, el espectador comienza a disfrutar de su show.