Damien Chazelle y Ryan Gosling vuelven a unirse para contar la historia de Neil Armstrong, el estadounidense que en 1969 dio el primer paso en la Luna y a la vez se convirtió en el hombre más valiente de la Tierra.
Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad. El ganador del Oscar por La La Land, Damian Chazelle, vuelve al ruedo para contar una historia que todos creemos conocer, pero que realmente solo lo creemos. Neil Armstrong fue el primer hombre en pisar la Luna, eso está claro, pero el director decide enfocarse en el hombre más allá de la odisea y en todo aquello que arriesgó para convertirse en todo lo que fue.
First Man comienza su relato en 1961, año en que la NASA dio comienzo al programa Gemini con el objetivo de convertir a los Estados Unidos en el primer país en alunizar. Siendo Neil Armstrong uno de los aspirantes a colonizar el satélite, conforme avanzan los años acaba por convertirse en testigo de una lista de pruebas fallidas que terminaron de la peor manera. Sin embargo, finalizada esa fase la National Aeronautics and Space Administration da lugar al programa Apolo que vuelve a recurrir a Armstrong, esta vez para una tarea mucho más específica y colosal: liderar la misión que por fin llevaría al hombre a la Luna. Así, tras ocho experimentales años, en julio de 1969 lo imposible se hizo posible.
De La La Land a First Man. No se puede negar, el cambio de estilos generaba intriga a la hora de pensar en cómo afrontaría Chazelle semejante cambio, un nuevo género en su currículum. Una vez en la butaca, tan solo bastan un par de minutos para comprender que la inmensidad del espacio no resulta para nada grande para el niño mimado de Hollywood. Su firma aparece por acá y por allá, con ese estilo tan particular que caracteriza a sus filmes haciéndose notar y demostrando que, siempre que esté bien ejecutado, le puede sentar bien a cualquier historia independientemente de quiénes sean sus protagonistas.
Yendo a la película en sí, esos primeros minutos también dejan en claro que no es una más del montón. Esta nueva versión de la historia de Armstrong en ningún momento pretende ser la típica película pochoclera de viajes espaciales con aplausos, pulgares arriba y miradas cómplices entre astronautas. El premiado director decide contar una versión mucho más íntima del héroe estadounidense, centrándose en su vida y en sus decisiones, todas aquellas que un día lo llevaron a kilómetros y kilómetros de distancia de su hogar.
First Man no es lo que muchos pretenden que sea, es mucho más. Es un film que acaba convirtiéndose en una experiencia envolvente, que se cuece a ritmo pausado, dejando lugar a los detalles y transmitiendo al espectador todos aquellos sentimientos que se propone transmitir. No, no hablamos de orgullo patriota ni de emociones baratas, sino de la intriga, el temor y todos los valores de la propia osadía de los hombres que decidieron emprender una misión que a priori parecía suicida. Damien Chazelle no quiere que tengamos un agradable paseo entre astronautas que se divierten jugando con la falta de gravedad en inmaculados trajes blancos, por el contrario propone un turbulento viaje en pequeñas y claustrofóbicas cabinas repletas de botones, rodeadas por ruidosos y retorcidos metales, pero siempre regalando espectaculares y colosales paisajes en la inmensidad del universo.
Puede que para quienes busquen diversión liviana, del estilo Armageddon (1998), salgan disconformes de la sala de cine ya que no encontrarán en esta nueva producción espacial el ritmo trepidante que están buscando. No obstante, quienes entiendan que no todo pasa por meteoritos y explosiones, siendo pacientes conseguirán satisfacciones mucho más grandes y contemplativas que un par de lágrimas cuando todo haya acabado. Es que incluso en el final las intenciones están claras, cuando por momentos el espectador es incluso testigo de la experiencia de ver el planeta Tierra desde afuera con planos de un cuadro infinito.
Y esta historia parece contarse a un ritmo que va en sintonía con la personalidad de un Neil Armostrong que poco tiene que ver con el estereotipado héroe estadounidense. Para darle vida, Chazelle volvió a contratar a un Ryan Gosling que puede estar ante una de las interpretaciones de su vida, transmitiendo una inmensidad de sentimientos a través de miradas que deben solventar la falta de palabras de un hombre que fue más bien de hechos. El resto del elenco acompaña al nivel, destacando entre ellos a Jason Clarke, Kyle Chandler, Corey Stoll y a una sencilla Claire Foy que no acaba de convencer. Cada uno de sus personajes, además, soportados por un guion más bien sólido que sobresaliente, pero plenamente funcional, a cargo de Nicole Perlman, Josh Singer y basado en el libro de James R. Hansen.
Concluyendo, Damien Chazelle vuelve a demostrar que no perderá su estilo más allá del género que se le ponga entre manos, convirtiéndose ya en un sello de calidad. Su nueva versión de este hecho tan conocido decide colocarse en los ojos del héroe y contarse a un ritmo que va a la par de su humilde personalidad, pero al igual que él acabó por cumplir su sueño, el espectador acaba recibiendo una serie de recompensas en forma de sentimientos que consiguen reflejar todo lo que implicó emprender aquellas misiones casi suicidas.
Con un Gosling extraordinario, la historia de Neil Armstrong por fin es contada como se merece. First Men es un film contemplativo en el buen sentido, ya que decide convertirnos en testigos de una de las odiseas más grandes de la humanidad de forma que entendamos perfectamente todo lo que implicó que el hombre finalmente pudiera alcanzar la Luna, dejando su huella en ese polvo que parece como harina.