Guerra de Papás 2 es más de lo mismo, pero peor ¿Por qué se sigue insistiendo con estas fórmulas?
No podemos culpar a Will Ferrel, Adam McCay y compañía por no salirse de la fórmula. Es decir, nadie lo haría después de haber recaudado cerca de cerca de 250 millones de dólares con Guerra de Papás. Pero si la primera parte tenía al menos algo de carisma, Guerra de Papás 2 ni se esfuerza en darnos algo más interesante y recae no sólo en ser una comedia moderna de manual, sino también en una película navideña de manual. Que si fuera poco, incluye a una “participación estelar” de Mel Gibson casi haciendo de sí mismo.
La historia: Habiendo superado sus diferencias, Brad (Ferrell) y Dusty (Mark Wahlberg) deciden que sus hijos deben tener unas navidades normales, por lo que proponen pasarla juntos. Las dos familias tendrán entonces que convivir no sólo entre ellas, sino junto a los peculiares ánimos de Don (John Lithgow) y Kurt (Mel Gibson), los padres de Brad y Dusty.
El problema principal de Guerra de Papás 2 no es tanto su tendencia a ser tan de manual que hasta los personajes nuevos son un cliché en sí mismo (a excepción de Mel Gibson, del que hablaré después). El problema es que hay tan poco interés en contar una historia, que la forma en la que se desenvuelve la misma se podría resumir en “Mel Gibson hace una maldad, Will Ferrell destroza algo, Mark Wahlberg es un poco más gruñón”. Eso sumado a reírse de los mismos tópicos de siempre, como la diferencia entre el verdadero hombre, el macho, y el palurdo sensiblero.
El mismo ciclo se repite una y otra vez hasta la última media hora mas o menos, cuando la ridiculez de la película gana un poco más de lugar y deja ver algunos gags que sí, resultan originalmente divertidos. Pero solamente eso. La mayor parte de la historia se desenvuelve como una serie de escenas sitcomeras interconectadas por tener los mismos personajes en común.
Lo cuál es una pena porque la química entre Ferrell y Wahlberg existe. Y la mayor parte del casting hace bien su parte, teniendo en cuenta que cada uno tiene un rol super marcado. Inclusive John Lithgow (un tipo que puede ser un villano de acción o un marciano de sitcom) se adapta bien a la química del grupo. Pero con un guión desabrido no hacemos nada, y si hay otro punto flojísimo en la película es la incorporación de Gibson.
Si a Mel le hubiesen pedido que actuara de sí mismo no podría haberle salido mejor. Entre todo el product-placement que Guerra de Papás 2 tiene incorporado (el cuál es bastante obseno), mostrar la faceta nefasta de Mel de manera divertida es tal vez el punto más bajo. Porque muchas de las características del “macho-dad” que su personaje tiene son las que el actor demostró durante los últimos años. ¿Xenófobo? Sí. ¿Sexista? Sí. ¿Violento? También.
Realmente hay muy pocas buenas para destacar de Guerra de Papas 2. Un gag que incluye a Liam Neeson por acá, algún cameo en la escena post-créditos por allá y un poco de humor físico por el otro lado. Como dije antes, buena parte del casting hace su parte muy bien (sobre todo los niños, Owen Vaccaro y Scarlett Estevez, que llevan adelante el mejor plot twist de la película). Pero el resto de la película se siente muy insulso, desgastado, puesto ahí porque sí.
Guerra de Papás 2 es un desastre. Pero no porque yo pretenda demasiado del cine navideño, familiar, o de una comedia de Mark Walhberg. Es un desastre porque no se esfuerza ni siquiera en salir un poquito de la fórmula. Y por eso Ferrell y compañía ya aseguraron que habrá una tercera parte. Supongo que tendremos más guerras hasta que se muere el último padre de las familia, o la fórmula no les rinda más.