Dos décadas luego, Jumanji: Welcome to the Jungle toma prestados elementos del concepto original y se propone actualizarlos para el siglo XXI.
Alex (Mason Guccione) recibe de manos de su padre el juego conocido como Jumanji. Él mismo lo recogió en la playa mientras trotaba, allí donde había quedado al final de la película original. Es 1996, pero ya entones la reacción del adolescente parece justificada “¿Quién juega ya con juegos de mesa?”, dice dejando de lado el tablero tallado en madera y volviendo a tomar el joystick de PlayStation. El juego, que parece poseer algún nivel de consciencia, muta durante la noche en una consola de videojuegos y un cartucho llamado simplemente Jumanji. De la misma manera, la secuela ensaya la misma operación, aggiornándose para retener el encanto de la original sin parecer desactualizada, y sorpresa, mayormente lo logra.
Veinte años después, se nos presenta a cuatro estudiantes de secundarios bien yankis que asistena a la secundaria Brantford y sus problemas teen. Está el nerd Spencer Gilpin (Alex Wolff), el deportista y popular Anthony “Fridge” Johnson (Ser’Darius Blain), la linda instagramer Bethany Walker (Madison Iseman) y la cerebral y retraída Martha Kaply (Morgan Turner). Todos ellos casualmente se ganan estar castigados la misma tarde por diferentes metidas de pata, que también casualmente nos revelan cuales son las fallas de personalidad que deberán resolver a lo largo de la película.
En el sótano de la escuela, donde se les ordena desarmar miles de revistas para reciclar, encuentran la fatídica consola. Una vez conectado a la televisión y puesto marcha, Jumanji los absorbe dentro del juego y pasan a encarnar al avatar que habían escogido en la pantalla de inicio. Así es como el flacucho Spencer es ahora el imponente aventurero Dr. Smolder Bravestone (Dwayne “La Roca” Johnson), el atlético “Fridge” es el pequeño zoólogo Franklin “Mouse” Finbar (Kevin Hart), la rubia Bethany es el gordo cartógrafo Profesor Sheldon “Shelly” Oberon (Jack Black), y la tímida Martha ahora es la sexy especialista en artes marciales Ruby Roundhouse (Karen Gillan). Su misión es sencilla, superar los niveles que separan la selva de Jumanji y retornar la joya perdida a la estatua del Jaguar. Solo así podrán regresar a casa.
Al igual que la original (a su vez basada en el libro ilustrado de Chris Van Allsburg), Jumanji: Welcome to the Jungle gana originalidad al articular el desarrollo de la trama en torno a las instrucciones que hacen al juego. En este caso, un videojuego. Los niveles, las vidas disponibles, las habilidades y las debilidades, todos estos elementos son utilizados para darle especificidad a la trama y de paso guiñarle el ojo a los gamers en la audiencia. El contexto de estar dentro de un videojuego también sirve para agregarle una cuota de humor autoreferencial, burlándose de los diálogos acartonados de los personajes NPC, la manera en que el videojuego se rompe cuando el jugador hace algo inesperado por el programador, lo caricaturesco de los clichés raciales, etc.
Acaso el mejor ejemplo de ello sea el atuendo de Ruby Roundhouse, el cual generó algo de indignación al momento de lanzarse en las redes las primeras imágenes del film. El vestuario, tan sexy como poco funcional que hace eco al de tantas heroínas de videojuego y por sobre todo a Lara Croft, es señalado por ello mismo y ridiculizado por estar despegado de la realidad. Esta actitud que Jumanji: Welcome to the Jungle adopta frente al medio de los videojuegos en el que se basa: lo imita, lo celebra, pero cuando hace falta, le hace burla. Esta distancia que le otorga el humor le permite tener una ventaja sobre otras adaptaciones cinematográficas “serias” del medio interactivo, condenadas a repetir a cara de perro conceptos e historias que muchas veces ridículas y difíciles de traducir a la pantalla grande.
En cuanto al guión, la secuela de Jumanji se propone modestamente ser entretenimiento familiar, y en ese respecto cumple con holgura. Como no puede ser de otra manera dentro del género, la aventura está atravesada por los dramas personales de los personajes, y superar los obstáculos que les pone el juego implica aprender “lecciones de vida”. Estas lecciones adolescentes no son nada nuevas (las apariencias no lo son todo, ten confianza en vos mismo, ser diferente no es malo, etc.), aunque se intenta traerlas a la actualidad para darle más impacto a la moraleja. Por ejemplo, el onanismo de la porrista Bethany aparece tematizado como una incapacidad de dejar de usar Instagram y chatear por Facetime.
Como uno podría imaginar, la mayoría del humor en Jumanji: Welcome to the Jungle nace del cambio de cuerpos que sufren los adolescentes. Es en este departamento donde se ve con mayor claridad el aporte de los actores principales, quienes realmente deben ser reconocidos por cargarse la película al hombre. Especialmente Johnson, Black y Gillian, se destacan utilizando su buena disposición para el humor físico encarnando realmente la actitud de los adolescentes que se suponen son.
Jack Black logra transitar con gracia su interpretación de Bethany, cargando al Profesor “Shelly” con femeneidad pero sin recurrir a la caricatura de la chica popular. Kevin Hart hace como es habitual de él mismo, pero nadie espera una actuación con matices del cómico de stand up. Entre los secundarios sorprende gratamente Nick Jonas, quien interpreta al avatar de Alex llamado Jefferson “Seaplane” McDonough, con un par de escenas sentidas. El gran Bobby Cannavale interpreta al villano Van Pelt, pero la historia no le da demasiado que hacer más que pararse y hacerse el malo.
El diseño y la dirección de la acción es correcta, aunque salvo la estampida de rinocerontes, nunca alcanza los niveles de imaginación que destacó a la primera Jumanji. Quizás esto se deba a que el director Jake Kasdan, hijo del famoso Lawrence “El Imperio Contrataca” Kasdan, usualmente se desempeña al frente de comedias como Bad Teacher y Sex Tape.
Si bien nadie recordará la secuela por sus efectos o innovadora puesta en escena de la acción, Jumanji: Welcome to the Jungle no deja de ser una buena película familiar de aventura, que se apega a la fórmula pero cumple con creces las modestas miras que adopta para sí misma. Con suerte logre entrar en el panteón en que se encuentra la original, siendo repetida hasta el hartazgo en la televisión por cable y Netflix, disfrutada por padres y niños por igual.