La Bella y la Bestia (2017) es una fiel adaptación de la película animada de 1991 aunque sus colores, personajes y una trama muy clara, hacen que funcione como un film independiente y original.
Bajo la mirada de Bill Condon (director también de Crepúsculo: amanecer) la película comienza con la historia del joven y egoísta príncipe narrada por el recientemente fallecido Bill Paxton (Titanic), quien logró llevar a toda una generación de espectadores, justo de vuelta a 1991. La trama de la película es fluida, constante y prolija. Se abarcan en simultaneo el punto de vista de todos los personajes y el tiempo compartido de pantalla es parejo.
Emma Watson (Harry Potter, Noé), fue la elegida para interpretar a Bella, la joven que ama a los libros y desafía a toda Francia con sus ansias de conocimiento. Desde el primer momento que aparece en pantalla, vemos a una actriz que tiene un estilo propio, pero que logra darle a su personaje características de seguridad y autoconfianza.
Todo el elenco fue elegido de manera muy acertada. Tenemos a Gastón interpretado por Luke Evans (Drácula, El Hobbit) quien es un cazador fornido, pedante y narcisista cuyo único objetivo es casarse con Bella, o con él mismo si pudiera. Pero no hay Gastón sin Le Fou, personaje en el que hay que detenerse ya que es el primero abiertamente homosexual en toda la historia de Disney.
Josh Gad (2012, Pixels) le da vida a Le Fou, el fiel secuaz del cazador, quien a su vez está enamorado del mismísimo Gastón. En Rusia clasificaron la película para mayores de 16 años y en un cine de Alabama (EEUU) anunciaron que no la reproducirían por tener contenidos homosexuales.
El mismo Josh Gad afirmó durante el estreno de la película en Los Ángeles: “Bill Condon hizo un trabajo increíble al darnos la oportunidad de crear una versión de Le Fou que no es como la original pero que lo hace más humano y en cierta medida un personaje maravillosamente complejo”
Dos personajes roban la atención durante toda la cinta y son ni más ni menos que Lumière y Din Don, llevados a la vida por Ewan McGregor (Star Wars, Lo imposible) e Ian McKellen (El Señor de los Anillos, X-men) respectivamente. Por más que personifiquen a dos objetos, sus voces son inconfundibles y el carisma de los experimentados actores logra traspasar cualquier efecto visual. Por supuesto que Emma Thompson merece una mención especial por su papel como Madame Potts.
Por último tenemos a La Bestia. Dan Stevens (Una noche en el museo: 3, Legión) hizo gran parte de la película como actor de CGI, y es donde debería haberse quedado. Su papel como Bestia es muy respetable ya que tiene momentos feroces y otros muy graciosos, pero cuando vuelve a ser el Príncipe Adam, deja mucho que desear. No se sabe cuántos actores habrán pasado por la cabeza de los productores, pero Chris Evans, Ryan Gosling o Jensen Ackles podrían haber hecho mucho más equilibradas ambas partes.
El director Bil Condon logró que todo, desde los personajes, los escenarios y las coreografías hasta el vestuario encajen a la perfección. En las películas animadas de Disney es mucho más fácil lograr que los animales hablen e interactúen con los objetos que cobran vida y que los momentos musicales sean un show de fuegos artificiales. Desde que comienza la historia, los despampanantes vestidos de las damas, las ornamentaciones del castillo y el color de los objetos, preparan el terreno para que cualquier cosa del mundo fantástico se tome de manera natural.
La musicalización estuvo a cargo del compositor Alan Menken, quien también trabajó en la versión animada. La Bella y La Bestia (2017) es una obra musical en su totalidad y en sus dos horas, logra que el espectador experimente, además de nostalgia por supuesto, una espectacular combinación de lo mejor del cine moderno. Los efectos visuales predominan ya que para el producto final se requirió mucho CGI y un entorno creado casi en su totalidad por computadora.
Las canciones que suenan son, en su mayoría, las mismas que la versión de 1991. Si se ve la película en su idioma original, los subtítulos no coinciden con lo que se dice pero si son la letra fiel de las clásicas y recordadas melodías.
El equipo de vestuario y maquillaje debería estar nominado a los próximos premios Oscar ya que consiguen que cada uno de los personajes en los diferentes momentos de la trama, transmitan lo que están viviendo. Desde Bella en la aldea usando alpargatas (si, realmente son alpargatas) hasta la escena final del baile en el castillo con todos los personajes reencontrándose con sus seres queridos, sus ropajes son clásicos, de época y llenos de colores y texturas de fantasía.
La Bella y la Bestia (2017) es una película entretenida que no deja de vibrar en ningún momento. Mantiene el ritmo con diálogos concretos, coreografías coloridas y personajes explotados en su totalidad. Esta película significará para toda una nueva generación que Emma Watson sea Bella y no Hermione de Harry Potter.